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Democracia y deber cívico necesitan de respeto, empatía e inclusión Opinión

Democracia y deber cívico necesitan de respeto, empatía e inclusión

María José Escudero
Por : María José Escudero Co-Fundadora y Directora de Incidencia en Fundación Ronda
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Este domingo 19 de noviembre, Chile se enfrentó a una nueva jornada de democracia y derecho cívico, y por segunda vez en mi vida me tocó ser vocal de mesa. En esas más de 14 horas que ejercí el rol pude ver de cerca la realidad que se vive en un local de votación.


Lo primero que pude percibir, tanto por mi propia experiencia como por las redes sociales, es que para el lugar de votación no se consideran variables de accesibilidad universal para personas con movilidad reducida. La infraestructura, en muchos casos, no pasaba el check básico para que una persona en silla de ruedas pudiese acceder, menos se consideraba señalética o apoyo para otros tipos de discapacidades. Si bien este año más que nunca se incentivó desde el Estado que las personas con discapacidad fueran a votar, pues existe el procedimiento de voto asistido, no se consideraron en la mayoría de los lugares medidas básicas de accesibilidad.

Algunos pudieron ver una foto dando vuelta por redes sociales de una persona en silla de ruedas siendo subida «a pulso» entre varios por una gran y empinada escalera, porque su mesa estaba en un segundo piso.

En algunas comunas no habían sedes accesibles universalmente y hubo que arreglárselas con lo que estaba. ¿Por qué no se podían crear protocolos o prever que podría suceder esto? Adultos de la tercera edad, personas con movilidad reducida, en silla de rueda o incluso embarazadas en etapa avanzada. ¿Por qué no se pudo considerar esto y destinar un funcionario o voluntario para apoyar en estos casos? ¿O permitir que la persona votará en una urna en el primer piso o en un sector especial para no tener que hacerlos pasar por esta experiencia?

¡Estos protocolos son gratis! Sólo se requiere empatizar y prever. ¿Cuál es la señal que le damos a estas personas? ¡Que sí nos importan! Tremenda señal que podemos darle al 16,5% de los chilenos adultos mayores o al 20% de chilenos sobre 18 años que tiene discapacidad.

Asimismo, en la mayoría de las urnas tampoco está considerada la accesibilidad. Mesas altas que no permiten que alguien en silla de ruedas vote en la urna, puesto que no llega al mesón de forma cómoda y tiene que votar a vista y paciencia de todos, sin la privacidad a la que todos tenemos derecho. O también se ofrecen plantillas en braille como medida para personas ciegas, sin considerar que en Chile sólo aproximadamente el 20% de la comunidad ciega sabe leer el braille. ¿Qué pasa con los que tienen baja visión, retinitis pigmentosa u otro tipo de discapacidad visual?

Insisto. Muchos de estos temas se solucionan con buenos protocolos o procesos. Pero no están, ni menos instrucción a los vocales sobre qué hacer en estos casos y cómo hacerlo.

Existe un manual, que sólo indica cómo dar asistencia en el voto, pero no de cómo hacerlo en los distintos tipos de discapacidad o, en el último caso, en el uso correcto del lenguaje. Son 5 a 10 minutos extras en información y marca una tremenda diferencia en la experiencia que puede vivir esa persona.

Si bien las personas con discapacidad pueden ejercer su derecho a sufragio -y espero de todo corazón que lo hagan, que usen su voz, porque es algo que especialmente Fundación Ronda promovió estas últimas semanas- es indignante ver cómo sus familiares, sobre todo los de aquellos que tienen discapacidad cognitiva y que en algunos casos es evidente que están poco conscientes, incluso de lo que es votar, piden voto asistido y votan por ellos. Puedo poner mis manos al fuego que esa persona nunca supo por quién votaba, pero así su familiar aseguró un voto para su candidato. Eso también es vulneración de derechos e inconsciencia de lo que significa una democracia en libertad, ejerciendo un real deber como ciudadano.

También me tocó ver en mi mesa a mucha gente con miedo a solicitar apoyo en el voto. ¿Por qué? En mi experiencia, por el juicio social. Lo que pido es que reflexionemos acerca de eso, a lo que le tenemos miedo. Pedir apoyo no nos hace menos o también el ofrecerlo si estamos en la otra vereda es un hermoso ejercicio de empatía.

Seamos conscientes de que hay más gente que va a votar y está esperando en la fila. Informémonos antes y llevemos clara nuestra votación para que nuestro paso por la urna sea rápido. Como también una sonrisa y una palabra de gratitud a quien es vocal. Todos sabemos que no es a elección y quienes estamos ahí lo hacemos para apoyar a que el proceso de votación sea efectivo. ¿Quién sabe si la próxima elección te toca a ti?

Este 17 de diciembre tengámoslo presente y démosle la vuelta. Más allá del gobierno, dependerá de que cada uno de nosotros levante la voz y elija ser el creador de estos espacios de real inclusión y empatía.

No menos importante, respetemos la opinión y elecciones de los demás. Cada uno en base a sus creencias, vivencias y experiencias elige a sus candidatos y opiniones políticas. Es doloroso ver cómo en las redes sociales se destrozan, insultan, enjuician y descueran públicamente por emitir su opinión o preferencias. La democracia es también una declaración de libertad y respeto, aceptemos al que no piensa como nosotros y valoremos que esa opinión diferente es también la que nos enriquece como sociedad. Dialoguemos y reflexionemos cómo ser un Chile más grande y más inclusivo.

Dato al margen: cuando hablo de que los lugares sean accesibles, el Decreto Supremo Nº 50, de Urbanismo y Construcción, que se formalizó en marzo del 2016, exige que desde esa fecha todos los lugares que sean construidos deberán ser accesibles universalmente. Y a marzo del 2019, todos las instalaciones antiguas deben adaptarse. Esperamos que ya nunca más pase esto en las futuras elecciones.

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