Cuando todo el país aguarda con expectación los resultados de las elecciones presidenciales que marcarán el rumbo de Chile por los próximos 4 años, cabe recordar que hay un porcentaje no menor de nuestra población que aspira a encontrar en las propuestas de los candidatos, iniciativas que nos lleven a avanzar hacia el camino de la inclusión.
Prácticamente el 20% de los chilenos tiene algún grado de discapacidad, y para ellos la prioridad es ser considerados, incorporados a la educación, el mercado laboral, a la sociedad.
Más allá de la nueva ley de cuotas y una ley de accesibilidad universal, ahora el desafío es incorporar los cambios necesarios no desde la coerción sino desde lo positivo, porque pese a que las iniciativas legales emanan de la autoridad, somos todos los llamados a “evolucionar”.
Quienes estamos en la lucha por la igual dignidad y la aceptación estamos trabajando por entregar herramientas. A nivel escolar, a través de una educación de excelencia, y ya en la adultez a través de capacitación laboral con programas aprobados por el gobierno y con estándares de excelencia. Y finalmente con un acompañamiento en el proceso de inserción laboral, tanto a la persona discapacitada como al entorno que lo recibirá.
La inclusión no se agota en el “voto asistido” ni sólo con “normativas legales”. Ojo, aquí hay camino por recorrer.