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Agenda País 2030: Ramiro Urenda, vicepresidente del Pequeño Cottolengo, y el abandono de quienes tienen discapacidad cognitiva por no ser considerados «productivos» MULTIMEDIA

Agenda País 2030: Ramiro Urenda, vicepresidente del Pequeño Cottolengo, y el abandono de quienes tienen discapacidad cognitiva por no ser considerados «productivos»

Hace unos años, el empresario Ramiro Urenda, ex gerente general de Derco y director de empresas como Masisa, decidió dejar los negocios para dedicarse a las obras sociales. Fue así como se acercó a la Fundación Pequeño Cottolengo donde ha conocido de cerca cómo niños, jóvenes y adultos son excluidos y abandonados por su discapacidad cognitiva. En conversación con Max Raide, criticó además la falta de apoyo público y privado para estas personas.


La conversación partió recordando el origen del Pequeño Cottolengo, una institución que nació en Italia, fundada por Don Orione, y que en nuestro país recibe desde 1970 a personas abandonadas y vulnerables por estar en situación de discapacidad intelectual severa.

«El foco que tiene es de acoger a las personas que están en los límites existenciales, a aquellas personas que están en el máximo nivel de fragilidad, debilidad o de abandono. En el caso de Chile estas personas son quienes tienen discapacidades mentales profundas, personas que tienen toda su vida una edad mental que no supera los 2 o 3 años, o sea niveles bastante más agresivos que un Síndrome de Down o cosas de ese tipo, y que muchos de los casos no tienen ninguna posibilidad de reinsertarse en la sociedad ni de recuperarse físicamente y por eso son abandonados», explicó el vicepresidente ejecutivo del Pequeño Cottolengo.

La institución los recibe gratuitamente y «les ofrece un hogar por el resto de sus vidas». Actualmente tienen a 650 residentes en sus cuatro hogares de Santiago, Rancagua, Quintero y Los Ángeles, atendidos por 450 empleados.

«En mi opinión personal, desafortunadamente por tratarse de niños que no tienen muchas posibilidades de reinsertarse en la sociedad y que tampoco tienen muchas posibilidades de hacer cosas ‘productivas’, en términos de como nosotros entendemos la productividad, entonces no solo son abandonados por sus familias si no por el Estado», enfatizó Urenda.

«El Estado aporta solo con el 20% del costo de mantener a estos niños -un millón 200 mil pesos mensuales- y el 80% es financiado con aportes privados», sostuvo.

Para Urenda, la falta de financiamiento y de oportunidades para estas personas no ha sido considerada en nuestra sociedad. «Yo creo que el nivel de inconsciencia es verdaderamente dramático. El sector privado, y también el sector público, tienen un nivel de inconsciencia de esta realidad a un nivel vergonzoso», aseguró.

En ese sentido, valoró la incorporación de Alfredo Moreno al Ministerio de Desarrollo Social por ser alguien «que viene del mundo empresarial y se mete en el mundo social», pero criticó que en el mundo político no ve una preocupación especifica de «ningún lado político y de ningún gobierno».

Urenda cree que la enfermedad que tenemos como sociedad es alejarnos de la fragilidad. «Como seres humanos somos fundamentalmente frágiles (…) y parece que vivimos con ese complejo y nos dedicamos el resto de nuestra vida a cubrirnos de cosas, muchas veces de bienes materiales, del éxito profesional y nos alejamos y le tenemos mucho miedo a la fragilidad», destacó.

«Cuando tú te involucras, como me ha sucedido a mí y te acercas a la fragilidad eliminas este complejo interior y finalmente eres más feliz», agregó.

Para finalizar recordaron que en octubre se realizará la cuarta versión de Parque Feliz,  el evento familiar a beneficio más importante de Santiago y que es organizado por Amigos de Cottolengo, con objetivo de recaudar recursos que permitan financiar las múltiples necesidades de la obra social.

«El Parque Feliz es una forma novedosa y distinta, muy contraria al esquema habitual de las fundaciones de pedir donaciones y caridad, que tiene que ver con hacer una cosa muy masiva, que esté alrededor de la familia en donde uno pueda involucrar a empresas que reciban una contraprestación», manifestó. Gran parte de esas empresas luego realizan aportes permanentes al conocer la obra de la institución.

«Lo que se persigue es la involucración en el problema. Nosotros consideramos que hemos sido exitosos con un auspiciador del Parque Feliz cuando éste, junto con quedar contento con el auspicio que hizo y con la muestra publicitaria dentro del parque, se sensibiliza con el Cottolengo y se involucra como compañía», finalizó.

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