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El cobre, a prueba total, es el mejor desinfectante

«Hoy estamos en condiciones de destacar que las salas UCIs cobrizadas serán un importante complemento para controlar las infecciones intrahospitalarias en cualquier lugar del mundo”, dijo la doctora Valeria Prado, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, a la luz de un estudio realizado durante 30 semanas en el Hospital Salvador Allende de Calama.


El cobre demostró ser un potente bactericida en las Unidades de Cuidado Intensivo (UCIs). Cuando el metal sustituyó los materiales con que se fabrican las superficies de mayor contacto, fue capaz de eliminar entre un 49% y 92% la carga bacteriana presente en los objetos, acción que, a diferencia de los antisépticos aprobados, fue continua y persistente en el tiempo.

Con tales auspiciosos resultados, acaba de culminar el estudio que evaluó la efectividad de esta propiedad del cobre durante 30 semanas en el Hospital Doctor Salvador Allende de Calama.

La iniciativa es parte de un proyecto elaborado por la Codelco, la International Copper Association (ICA), Innova Chile de CORFO y  la Fundación para la Transferencia Tecnológica (UNTEC, Universidad de Chile).

La innovadora experiencia chilena, que se realizó en 990 salas UCIs con cobre o sus aleaciones y salas no cobrizadas”, siguió los mismos protocolos de otros tres centros de Estados Unidos en una investigación conjunta.

Hasta la fecha, el estudio chileno es el primero en completar sus resultados, ya expuestos en el Congreso Internacional de Enfermedades Infecciosas, que se celebró en Miami entre el 9 y 12 de marzo del 2010.

La parte bacteriológica del estudio estuvo a cargo de la doctora Valeria Prado, profesora titular del Programa en Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Resultados pioneros

Los investigadores seleccionaron seis superficies de contacto que suelen representar las sitios más contaminados: Las barandas de las camas, las manillas de la camas, las mesas del paciente, el porta-sueros, los descansa brazos de la silla de visitas y el los lápices que usan las enfermeras para monitorear los signos vitales.

Por contaminación cruzada (objeto-persona) y directa (persona a persona), se inicia una cadena de infecciones que se transmite a los pacientes, pudiendo ser ésta grave o potencialmente mortal.

“La mayor carga bacteriana — cuenta Valeria Prado— la contabilizamos en las manillas de la cama, con 5.000 bacterias por 100cm2, seguidas de las barandas de la cama, con 2.000 bacterias por 100cm2. En ambos casos, en esas mismas superficies cubiertas con cobre, el recuento de bacterias se redujo, respectivamente, en un 82% y 91%”

El valor máximo de reducción se alcanzó en los descansa brazos de la silla de visitas, con un 92%. Ver infografía.

La doctora Valeria Prado destaca que la acción del cobre en las 1.440 muestras no se revirtió en el tiempo, incluso en un ambiente seco como el de Calama.

Los participantes del proyecto celebran también los resultados con el Staphylococcus aureus, el principal protagonista de las infecciones intrahospitalarias en las últimas cuatro décadas.

La razón es que este microorganismo se ha hecho altamente resistente a la meticilina y a la mayoría de los antibióticos hoy disponibles.

Según señala la investigadora con notoria satisfacción, la carga bacteriana de este patógeno se redujo en 98,5% en las barandas de la cama, en 97,7 % en las manillas de la cama, en 94,4% en la mesa del paciente, en 66,7% en el lápiz monitor, en 50% en el porta suero y en 40% en el descansa brazos de la silla de visitas”.

“De acuerdo a los resultados que compartimos con el proyecto estadounidense— expresa la experta—, hoy estamos en condiciones de destacar que las salas UCIs cobrizadas serán un importante complemento para controlar las infecciones intrahospitalarias en cualquier lugar del mundo”.

La segunda etapa es iniciar ahora los programas de vigilancia de las infecciones en las salas UCIs cobrizazas, de tal modo de averiguar en cuánto disminuye el riesgo de infectarse en los pacientes hospitalizados.

Estos estudios, que se realizan también en Inglaterra, Alemania y Japón, comenzaron luego que, en 2008, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, aprobó la propiedad bactericida del cobre, autorizando 275 aleaciones capaces de conseguir iguales efectos.

En Estados Unidos

El doctor Michael Schmidt, profesor de la Universidad Médica del Sur de Carolina y coordinador de la investigación entre Chile y Estados Unidos, por su parte destaca: “Nuestros estudios preliminares demuestran que la carga bacteriana asociada a los objetos elaborados con cobre se mantuvo sustancial y consistentemente muy por debajo de los niveles considerados de riesgo para los pacientes”.

“De hecho —puntualiza—, la concentración de las bacterias encontradas en los objetos incluidos en nuestras muestras nunca superó el nivel benigno, un nivel inferior a 5 cfu/cm2, equivalente a 5 unidades formadoras de colonias/cm2.

Esto quiere decir que cuando la carga bacteriana inherente a esos objetos excede este nivel, es probable que aumente la transmisión de infecciones entre pacientes, personal sanitario y los visitantes del ambiente hospitalario.

“El punto es que, desde nuestros estudios, podemos concluir que la mayoría de esos objetos con los cuales esas personas interactúan habitualmente llevan una carga bacteriana considerable y, por tanto, representan un peligro claro a los pacientes, incluso a pesar de los mejores esfuerzos para mantener eso objetos limpios”, precisa el doctor Michael Schmidt.

Informa que, en su país, las muertes diarias por infecciones hospitalarias adquiridas son tan altas que equivalen a la caída cada día de un jet de 275 pasajeros y toda su tripulación a bordo.

“Ante una tragedia de este tipo, las compañías aéreas y los fabricantes de aviones utilizarían cualquier método para resolver este problema. Es lo que considero que harán los centros hospitalarios del mundo”, afirma.

En Chile, se notifican al año 70 mil infecciones intrahospitalarias; en Estados Unidos, 2 millones.

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