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Hepatitis: la «epidemia silencionsa» que tendrá desde julio cobertura AUGE

Diagnóstico y eficaz tratamiento están en la guía clínica. En Chile, más de 30 mil personas conviven con la del tipo B y unas 100 mil con la C, sin saberlo.


Se le llama la “epidemia silenciosa’’. En el mundo existen aproximadamente 400 millones de infectados con hepatitis B, relacionada con un millón de muertes al año. Mientras en Chile se estima que hay más de 30 mil personas que aún no se enteran de que conviven con esta infección, que puede tornarse crónica y derivar en más contagios, cirrosis y/o cáncer hepático.

En tanto, entre 60 y 100 mil presentan hepatitis C, según datos de la Asociación Chilena de Hepatología, Achhep, de los cuales 4 mil fallecen por cirrosis hepática, originada principalmente por la ingesta de alcohol.

Según los especialistas, el tratamiento oportuno de la hepatitis B y C, que son por  transmisión parenteral (a través de sangre contaminada con el virus, transfusiones o uso de agujas contaminadas, y relaciones sexuales promiscuas) puede curar la infección en muchos casos, y detener o retrasar la evolución de la enfermedad. Por ello las medidas de prevención y educación son fundamentales. Como así también las mejoras en infraestructura hospitalaria.

En Chile, desde 2005 existe una vacuna eficaz para prevenir la infección por hepatitis B, incorporada al Plan Ampliado de Inmunización, y que se aplica a niños entre los tres y seis meses de edad. Y desde entonces se desarrolla también un plan piloto de tratamiento de hepatitis C, con  pacientes Fonasa.

“Son claves las medidas preventivas como la vacunación en el  caso de la hepatitis B o el tratamiento oportuno con antivirales para evitar su progresión hacia la cirrosis, cáncer hepático o la muerte’’, advierte el doctor Rodrigo Zapata, presidente de la Achhep, Hospital del Salvador.

Junto con ello, y debido a la importancia de ambas enfermedades, la autoridad de salud ha considerado incluirlas como patologías Auge-GES (Garantías Explícitas en Salud) a partir del 10 de julio de este año, cuestión que según la comunidad médica es de gran relevancia para el país, por cuanto las acciones de prevención están muy por debajo del VIH, según explicó el doctor Zapata.

La guía clínica que entrará en vigencia en julio establece que los pacientes con hepatitis B crónica y que cumplen con ciertos criterios de elección deben ser tratados con un antiviral potente y con baja capacidad de hacer resistencia cuando presenten transaminasas elevadas, carga viral mayor a 20 mil copias/ml y biopsia hepática para confirma el diagnóstico. Es el caso del Enteavir, que en estudios clínicos a seis años ha demostrado alta eficacia clínica y una muy baja capacidad de generar resistencia. Asimismo, este medicamento ha permitido retrasar la progresión de fibrosis y cirrosis, prevenir la falla hepática y evitar el desarrollo de cáncer de hígado.

La hepatitis B es una infección generalmente aguda, que dura menos de 6 meses y se recupera sin complicaciones, aunque casi un 5 por ciento la desarrolla en forma crónica;  es causada por un virus que ataca primariamente a las células hepáticas, explica el doctor Javier Brahm, gastroenterólogo de Clínica Las Condes y jefe del servicio de esa especialidad del Hospital Clínico de la  Universidad de Chile.

El virus se aloja en la sangre y fluidos corporales y puede sobrevivir en sangre seca por más de una semana. Comparte las mismas vías de transmisión que el Sida, pero es mucho más potente, convirtiéndose la hepatitis B en una de las infecciones de transmisión sanguínea y sexual de mayor aumento en Chile y Latinoamérica.

Actualmente, los pacientes pueden ser detectados por una infección aguda y en su mayoría son tratados por la medicina general. No obstante, algunos casos se tornan crónicos y deben ser derivados a un especialista. En otras ocasiones, la presencia del virus se descubre en exámenes de control, al donar sangre o por síntomas específicos que ameriten consulta médica.

Grupos de riesgo

Los principales grupos de riesgo de contraer esta patologías lo constituyen las personas nacidas en áreas de alta prevalencia de la infección. Es decir, en regiones de Asia, África, norte de Sudamérica y Canadá. Chile y México comparten las tasas más altas de Latinoamérica en cirrosis hepática, la cuarta causa de muerte en el país en pacientes de entre 45 y 64 años.

Además, las personas con conductas homosexuales o heterosexuales promiscuas. Los usuarios de drogas inyectables que comparten agujas o que se realizan tatuajes o piercing. Contactos familiares de aquellos infectados con el VHB. Los recién nacidos de madres infectadas con el VHB. Los pacientes sometidos a hemodiálisis; los trabajadores del área de salud en contacto con sangre o hemoderivados; los internos de instituciones correccionales y prisiones, y personas infectadas con VIH.

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