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Cuando el trabajo posterga la vida en familia

El problema lo sufren sobre todo los «trabajólicos» debido a su poca capacidad para delegar funciones, lo que va unido a la sensación muchas veces errónea de que las cosas sólo resultan cuando uno está presente.


Al empresario Juan Saldivia, el trabajo cada día le dejaba menos tiempo. Al terminar la jornada no sólo sentía que las tareas diarias parecían nunca acabar, con algo siempre “para mañana”. Lo peor, percibía que cada día veía menos a sus hijos y señora. De hobbies u otras actividades, ni hablar. Para Saldivia la solución era obtener una estrategia de trabajo que le permitiera en el corto plazo cumplir con su meta: empezar a trabajar sólo durante media jornada.

Como este caso, a muchos emprendedores y ejecutivos de empresa, les cuesta compatibilizar las necesarias horas de relax y en familia, con el trabajo y las rutinas diarias. Así lo afirma, Eduardo González, director de ATuCumbre, empresa de coaching cuya especialidad es evaluar y entrenar a ejecutivos en mejorar sus sistemas de trabajo y toma de decisiones.

“Aunque no existen estadísticas claras que aborden este problema, es cada vez más común escuchar estas situaciones en conversaciones de pasillo y en la consulta a especialistas, sobre todo cuando se trata de reducir las cargas horarias y lograr el anhelado equilibrio laboral, personal y familiar”, explica González.

Al respecto, señala que hay varios factores a tomar en cuenta, lo que implica conocer las dinámicas laborales, la cultura organizacional y el uso del tiempo. “Lo primero es identificar cuál es la motivación profunda que hay detrás (¿para qué quiere lograr esto?), para luego seguir con cuáles podrían ser las actividades que se deben realizar para lograr el objetivo deseado, o las actividades más influyentes que lo llevarían a su objetivo. Además es necesario verificar la ecología del cambio. Es decir, qué tan sano puede ser el logro de la meta”.

El consultor de ATuCumbre, destaca además que “muchas de las quejas sobre exigencias laborales, tienen su origen en la poca capacidad para delegar funciones, lo que va unido a la sensación muchas veces errónea de que las cosas sólo resultan cuando uno está presente”.

Otro aspecto, más bien cultural, vincula la falta de orden o la poca estructura, con hábitos y costumbres que alguna vez fueron funcionales. Por ejemplo, la poca delegación, en empresas pequeñas, situación que cambia radicalmente cuando se crece. En esos casos, estás dinámicas dejan de ser funcionales con los nuevos objetivos del emprendedor.

“En este proceso general de cambios es fundamental el apoyo del coaching externo, proceso que permite aproximar y generar soluciones mucho más concretas y ajustadas a la realidad de cada persona, en el necesario cambio de hábitos, lo cual redunda no sólo en el ámbito del trabajo o la oficina, sino que permite disponer de más tiempo para compartir con la familia y los amigos”, puntualiza el ejecutivo de ATuCumbre.  Para conocer más alternativas de coaching, visite www.atucumbre.cl

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