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Neurólogos advierten que «el cerebro se infarta tanto como el corazón»

El ataque cerebral es la segunda causa de muerte en individuos de más de 60 años y la quinta entre quienes tienen entre 15 y 59 años, aunque también afecta a niños.


En dependencias de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, ubicadas a un costado del Hospital Barros Luco Trudeau (HBLT), la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (Sonepsyn) celebrará el viernes 29 de octubre el “Día mundial del Infarto Cerebral”.

Según datos de la Organización Mundial del Stroke el ataque cerebral es la segunda causa de muerte en individuos de más de 60 años y la quinta entre quienes tienen entre 15 y 59 años, aunque también afecta a niños. Es más, se calcula que una de cada seis personas sufrirá a lo largo de su vida esta patología, de ahí la importancia de educar en su prevención, sobre todo si se considera que alrededor del 60 % de las víctimas sobrevive y la mitad de ellas queda con graves secuelas de discapacidad.

“El cerebro se infarta igual que lo hace el corazón y los factores de riesgo son los mismos”, señala la académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile y neuróloga del HBLT, doctora Tatiana Figueroa.

La especialista trabaja en el único recinto asistencial de la red pública que ofrece drogas trombolíticas a los pacientes que llegan a consultar dentro de las cuatro primeras horas después de ocurrido el evento. Este medicamento, muy costoso, puede disolver los coágulos en aquellos enfermos que cumplen con los requisitos previamente protocolizados. “Desde hace un año nuestro hospital está suministrando este fármaco con el cual ha atendido a 25 pacientes que sufrieron accidentes cerebrovasculares isquémicos”, explica la doctora Figueroa.

Si bien el trombolítico está disponible en el área privada desde hace años, aún no se ha masificado su uso en el sistema estatal. “Las autoridades de nuestro hospital dieron un paso significativo hacia la equidad, una decisión de la que estamos muy orgullosos porque las personas de bajos recursos ahora pueden acceder a este tratamiento del que estaban excluidos los recintos asistenciales públicos”, comenta.

Sin embargo, añade, queda pendiente ampliar esta iniciativa a otras regiones del país donde hay especialistas formados y hospitales en los cuales se puede establecer un flujograma de trabajo que permita atender con rapidez y eficiencia a estos pacientes. “Queremos proponer a las autoridades sanitarias que se aplique en el HBLT un plan piloto de trombolisis para infartos cerebrales financiado a nivel ministerial, con el fin de evaluar su factibilidad y posible expansión”, planteó la doctora Figueroa.

Además, dijo, es prioritario que en la red de salud se instalen unidades especializadas para la atención de esta patología, tal como ocurre en el ámbito privado. “El infarto cerebral amerita un tratamiento agudo que va más allá de la trombolisis, que sólo puede ser aplicada a un porcentaje bastante reducido de los pacientes. La idea es controlar el área de penumbra donde ocurrió el evento y así salvar lo más posible la zona del cerebro amenazada. Se requiere, por lo tanto, un equipo multiprofesional bien afiatado que actúe en forma intensiva”, destacó.

Síntomas

El infarto no produce alarma y, por lo general, no es doloroso tal como ocurre con el ataque cardíaco, sin embargo hay que estar pendiente de los síntomas: “Se manifiesta con la pérdida súbita de fuerza en el lado derecho o izquierdo del cuerpo, produce trastornos del habla y lenguaje, falta de sensibilidad en alguna extremidad, dificultad en el campo visual e inestabilidad en la marcha”,  comenta la doctora Figueroa.

La especialista añade que según un estudio efectuado en el HBLT sólo el 4% de los enfermos consulta durante las cuatro horas y media de ventana terapéutica, una realidad no muy distinta a la que se registra en los países desarrollados donde las cifras no superan el 8%. “Después de ese lapso de tiempo no se puede aplicar el trombolítico porque resulta innecesario e, incluso, peligroso, ya que podría causar un derrame. Por el contrario, cuando se aplica a tiempo y según el protocolo el 20% de los pacientes que lo reciben quedan sin secuelas y el 50% con algunas de grado menor”, comentó la neuróloga.

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