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Qué hacer cuando un niño se enamora de su profesora

Hace algún tiempo, era extraño pensar que los niños se podían “enamorar”, pero desde los aportes del psicoanálisis sobre la sexualidad, autores como Sigmund Freud, Melanie Klein y D. Winnicott entre otros, nos han familiarizado con diversos conceptos asociados al desarrollo psicosexual infantil.


El libro «El niño que enloqueció de amor», que antaño formaba parte de la lectura obligatoria de la enseñanza escolar, muestra en gran medida las vivencias y emociones de los niños y niñas cuando se enamoran de personas mayores: amistades de sus padres o «tíos» y especialmente de sus profesores.

Hace algún tiempo, era extraño  pensar que los niños se podían “enamorar”, pero desde los aportes del psicoanálisis sobre la sexualidad,  autores como Sigmund Freud, Melanie Klein y D. Winnicott entre otros,  nos han familiarizado con diversos conceptos asociados al desarrollo psicosexual infantil.

Así, fenómenos como el complejo de Edipo, se vuelven más cotidianos y los logramos reconocer tanto en el actuar, como en el lenguaje cotidiano de nuestros hijos, por ejemplo al escucharles decir: “Mamá, ¡cuando sea grande me voy a casar contigo!”.

Durante el desarrollo de nuestros hijos, podemos  ser testigos de cómo primero se “enamoraran” de papá o  mamá,  llegando, incluso, a querer casarse con ellos; lo cual en el preescolar (3 a 5 años)  es una etapa totalmente normal, dentro de su  proceso de maduración psicoafectiva. Luego, al ingresar al colegio, su red social se amplia, y pueden sentirse atraídos por una compañera de curso, siendo en muchas ocasiones los adultos, quienes denominan esta relación como “la polola o el primer amor de mi hijo”.

Generalmente, vemos que estas interacciones con sus pares, son ingenuas y poco erotizadas, salvo que se vean influenciadas por  factores externos a su desarrollo psicosexual, tales como programas de televisión con alto contenido erótico o los comentarios de adultos. La psicóloga y magister de la Universidad Autónoma de Chile, Paulina Gaspar Candia, señala ciertas pautas de comportamiento que debemos tener con nuestros hijos en situaciones como estas:

– Mantener la confianza: Aunque nos parezca muy tierno y gracioso,  debemos aprender a respetarlos y no reírnos de su actuar,  evitando además contar esta experiencia de nuestro hijo a todas las tías y abuelos, ya que corremos el riesgo de perder su confianza.

– No burlarse: Evitar que los hermanos mayores u otros adultos se burlen de ellos o les ridiculicen, hay que tomarlo en serio. Así sabrá que sus padres pueden escuchar y respetar sus sentimientos.

Mantener la ingenuidad: No se debe “adultizar” su relación. A veces los padres les sugieren que le escriba cartas a su amiga especial o le regale flores… con esto sólo violentamos una relación que es rica en ingenuidad y espontaneidad infantil.

No erotizar sus fantasías: Potenciar la calidad de los vínculos parentales, cuidando el no ridiculizar al niño, respetando su sentir, no “adultizar” y menos erotizar sus fantasías. Y cuidar la confianza que el niño nos ha demostrado al contarnos esta situación.

Fortalecer vínculos y ampliar su círculo: Fortalecer los espacios y tiempos que la familia comparte con el niño, aprendiendo a reconocer y satisfacer sus necesidades afectivas, integrándole gradualmente a diversos grupos de pares tales como vecinos de su edad, grupos scouts y otros.

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