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BBC News Mundo

Las irresistibles movilizaciones relámpago

Las «flash mobs» siguen sorprendiendo a miles lejos de las pantallas, y divirtiendo a millones frente a ellas. BBC Mundo recorre la historia de una forma de entretenimiento que las redes sociales hicieron posible.


Recientemente, el término «flash mob» ha adquirido algunas asociaciones negativas, pues sus estrategias a veces son usadas para cometer actos violentos. No obstante, como señala la periodista Anna Bressanin, su tradición es tratar de hacer feliz a la gente.

Cuando se trata de convocar multitudes por medio de la tecnología moderna con la meta de dar alegría, nadie ha hecho más que Charlie Todd.

El residente de Nueva York de 32 años de edad es el fundador de Improv Everywhere que, desde 2001, ha producido más de un centenar de espectáculos públicos para sorprender a transeúntes.

«Me entusiasmó la idea de producir proyectos que crearan una realidad falsa pero divertida, que termina siendo una experiencia positiva para todos y una gran historia que contar», le dice Todd a la BBC, en vísperas de lanzar su más reciente proyecto, la movilización relámpago «Black Tie Beach» (Playa en traje de etiqueta).

De payasear a tomárselo en serio

Todo empezó de una manera muy sencilla. Poco después de que Todd llegara a Nueva York en 2001, un amigo de la universidad le dijo que se parecía al músico Ben Folds. Poco convencido, Todd decidió poner a prueba la teoría.

En un café del West Village, se sentó en el bar y su amigo en una mesa. Cuando su amigo terminó de comer, se acercó al bar, «vio» a Todd y exclamó en voz muy alta: «¡No puedo creerlo! Soy uno de sus fans, ¿me puede dar su autógrafo?».

El intercambio atrajo la atención de otros y pronto se congregó una pequeña multitud que pedía autógrafos. Hubo fotos y tragos gratis.

Esa noche nació Improv Everywhere, cuyos eventos más grandes ahora atraen a miles de participantes. Sus videos más populares en YouTube han sido vistos por más de 28 millones de personas.

Lo que empezó con un grupo de amigos y voluntarios es ahora una empresa plenamente financiada y un trabajo de tiempo completo para Todd, principalmente gracias a la publicidad que aparece en su canal en YouTube.

Parecido no es igual

Sus espectáculos -o «misiones» en el argot de Improv Everywhere- son legendarias.

Frozen Grand Central, por ejemplo: en una ajetreada mañana neoyorquina de 2008, 200 participantes (o «agentes») se paralizaron en exactamente el mismo segundo, y se quedaron quietos durante cinco minutos, sorprendiendo a la apurada multitud de la estación de trenes más grandiosa de la ciudad.

Las misiones de Improv Everywhere tienen una dinámica similar: convocan a decenas, cientos o miles de personas que aparecen en espacios públicos, se involucran en una actividad previamente planeada y desaparecen repentinamente.

Eso puede sonar como la descripción de un «flash mob» o movilización relámpago, pero no para Todd.

Para él, el término casi que ha perdido su significado, pues se usa para describir cualquier reunión no publicitada: desde jóvenes reuniéndose para delinquir en Filadelfia hasta un grupo de gente bailando una coreografía de Katy Perry en un centro comercial.

De hecho, Improv Everywhere fue creada en 2001, dos años antes de que el término «flash mob» fuera acuñado.

Diversión global

El movimiento empezó en 2003, cuando a Bill Wasik -editor de la revista Wired e inventor de las movilizaciones relámpago conocidas como «flash mob»- se le ocurrió la idea de hacer un espectáculo usando correo electrónico para congregar a la gente.

«Luego se me ocurrió otra idea: ¿qué pasaría si no hubiera un espectáculo… si uno sencillamente convocara a la gente sin razón alguna, sólo para ver qué pasa?».

Lo que pasó es que cientos de personas acudieron para una semana de movilizaciones relámpago en la ciudad de Nueva York.

La idea se esparció por el globo. Apenas unas semanas después en Roma unas 150 personas fueron juntas a una librería a pedir libros inexistentes.

En Londres, una mueblería de repente se llenó de gente que hablaba inglés sin pronunciar la letra «O». Pronto, estaba ocurriendo en todo el mundo.

No tan gracioso

«Si internet le muestra a la gente algo entretenido que ellos mismos pueden hacer, lo harán», señala Wasik. «Es una manera nueva de actuar y encontrar una audiencia en el mundo real y el virtual: un nuevo escenario divertido».

No es, dice, un catalizador para eventos destructivos como los disturbios en Londres, en los que parte de la violencia fue organizada valiéndose de redes sociales y teléfonos móviles.

«La gente está descubriendo que la tecnología es lo suficientemente poderosa como para convocar multitudes», añade Wasik.

«Los chicos en todas partes tienen teléfonos inteligentes. Se pueden hacer cosas divertidas o ilegales con ellos. No es que alguien ve un video de Improv Everywhere y entonces organiza un motín».
Con permiso, por favor

Mientras que las movilizaciones relámpago recientes han usado Twitter, Facebook y mensajes de texto para convocar a al gente, Charlie Todd e Improv Everywhere siguen dependiendo del correo electrónico, en parte para mantener el elemento sorpresa de los eventos.

Pero incluso eso se está volviendo más difícil: su lista de correos de Nueva York tiene 50.000 direcciones.

En el «No Pants Subway Ride» (Viaje en el metro sin pantalones) -un evento anual en el que cada agente entra al metro, se quita sus pantalones y continúa su viaje sin comentarios-, al cinematógrafo de Improv Everywhere, Keith Haskel, le quedó difícil captar la sorpresa de los pasajeros pues había casi tanta gente participando en la misión como gente boquiabierta.

Pero no todas las misiones involucran a masas de voluntarios. En «Star Wars Subway Car» (El vagón de la Guerra de las Galaxias) una escena de la clásica película es recreada en detalle en el vagón del tren número 6 del metro. La misión es escenificada por unas pocas personas y para una audiencia reducida. (Luego, por supuesto, más de seis millones de personas lo ven en YouTube).

Y, a diferencia de otras movilizaciones relámpago, Improv Everywhere está empezando a solicitar permisos.

«Yo creo en la libertad de expresión», declara Todd. «Pero si uno va a traer a 4.000 personas a un parque de repente, pedir permiso es una cuestión de cortesía».

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