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Qué es Fanfiction

El fenómeno cultural, que ha cobrado fuerza en los últimos años, invita a «tomar la ficción por mano propia»: es un universo en el que cualquier aspirante a escritor puede crear y difundir historias originales, pero basadas en personajes o argumentos de otros autores reconocidos, publicados y generalmente masivos.


Había una vez un cuento en el que Romeo y Julieta no mueren de amor, sino que se escapan a una isla desierta para vivir lejos de sus familias rivales. Otro en el que el hijo de Harry Potter, mago por herencia, encuentra la receta para resucitar al maestro Dumbledore y la batalla contra el maligno Lord Voldemort continúa por generaciones. Y uno más, en el que la civilización de los Na’vi, triunfadora en el combate final del filme «Avatar», arruina la calma del planeta Pandora y se trenza en una guerra civil impensada.

Todas estas historias son reales… al menos en el mundo del fanfiction.

El fenómeno cultural, que ha cobrado fuerza en los últimos años, invita a «tomar la ficción por mano propia»: es un universo en el que cualquier aspirante a escritor puede crear y difundir historias originales, pero basadas en personajes o argumentos de otros autores reconocidos, publicados y generalmente masivos.

Así, el fanfiction transita todos los géneros, desde cuentos cortos a novelas, obras de teatro o historietas, escritos por los fans para otros fans con los que de antemano comparten la información de contexto: el universo de ficción creado por la obra en la cual se inspiran.

«Los escritores de fanfiction construyen sus propio universo pero basándolo en uno que ya existe y usan sus historias para reflejar su propia interpretación de sus personajes. Es una autoría compartida, no autorizada por los productores, que representa más bien una respuesta de la audiencia ante un producto cultural», le dice a BBC Mundo Henry Jenkins, profesor decano de comunicación en la Universidad del Sur de California, que lleva 25 años estudiando el fenómeno.

Desde las novelas de Jane Austen y la serie «Crepúsculo» al videojuego Tetris –en el que la ficha cuadrada vive una historia de amor con la rectangular-, las historias se multiplican por millones: sólo en FanFiction.net, el mayor sitio dedicado a la materia aunque uno de muchos, hay más de 2 millones de piezas listas para leer, incluidas más de 550 mil dedicadas a Harry Potter, uno de los favoritos del fanfiction.

Universo web

La reescritura creativa sobre la base de personajes ajenos está lejos de ser novedosa: «La Eneida» de Virgilio tomó a su protagonista de la «Odisea» de Homero, así como algunos personajes de Shakespeare, como el Rey Lear, estuvieron inspirados por la tradición previa. Del lado de los lectores, ya en la década de 1920 los fanáticos de Jane Austen hacían circular historias paralelas impresas en fanzines.

Pero ha sido internet la que le ha dado al fanfiction el estatus de fenómeno del que goza por estos días.

«El fenómeno se volvió digital y funciona cada vez más como una conversación, no sólo entre el escritor y el producto/autor original, sino también entre los distintos escritores interesados en los mismos temas, no importa qué tan lejos estén», señala Jenkins.

El carácter gratuito de la web, así como la posibilidad de fomentar la idea de comunidad intrínsecamente asociada a este tipo de escritura, hicieron lo suyo.

«Hay un sentido definitivo de comunidad, creo que una suerte de etiqueta o karma en la que uno, como escritor, es también un lector responsable que evalúa e interactúa con otros escritores a la espera de que los demás retribuyan del mismo modo», señala Kristall Hold, joven autora estadounidense con más de 60 publicaciones, en diálogo con BBC Mundo.

Funciona, dice Jenkins, tal como lo hizo, desde el comienzo de los tiempos, el relato oral alrededor de un fogón: con la repetición de historias que valían la pena ser contadas y que se pasaban de generación en generación con los aditamentos y cambios incorporados por cada nuevo narrador.

Deseo autoral

Detrás de millones de escritores (casi) desconocidos, hay razones compartidas para dedicar noches en vela a producir relatos secundarios a una obra famosa o una película taquillera.

¿Dinero? ¿Fama? Nada de eso, dicen los expertos. Muchos de ellos no reciben a cambio más que algún comentario virtual en los foros especializados, y la gran mayoría de sus relatos no pasará jamás a integrar un libro con tapa, lomo y solapa.

Para algunos, la reescritura es una manera de «arreglar errores».

«De hecho, se conoce como ‘fix-it fanfic’, algo así como arréglalo tú mismo. ¿Alguna vez viste una película o leíste un libro y pensaste ‘nunca debería haber terminado así’? Bueno, ahí está el origen de mucha de esta escritura», le dice a BBC Mundo Susan Hall, representante del sitio Fanfiction Alley.

Para otros, componer historias propias es una manera de sobreponerse a la frustración de la «muerte» de sus personajes favoritos, decidida unilateralmente por el autor original.

«Hay gente que simplemente quiere más de las obras populares y toma la decisión de hacer secuelas o precuelas por su propia cuenta», señala Hall.

No es casual que uno de los subgéneros más explorados en el fanfiction sea el erótico, donde cada quien imagina la historia sexual de los personajes que los autores originales dejaron sin contar. Por razones obvias, como las de preservar a Harry Potter para los niños o hacer de Avatar una película apta para todo público.

Ahora, ¿por qué escribir sobre personajes ajenos, en lugar de inventar los propios?

«Pienso que en mi caso podría sinceramente crear mis propios personajes, pero ya no serían ni la mitad de atractivos para al público al que quería llegar: no tenía un mundo propio, un ambiente donde pudieran tener lugar estas tramas», señala Sara Sánchez, una española que publica capítulos de un Harry Potter no autorizado en FanFiction.net.

¿Halago o robo?

Así como la distribución de música online divide las aguas en la industria discográfica, el fanfiction tiene amantes y detractores entre los escritores.

«Hay autores que lo rechazan de plano alegando que defienden su copyright, mientras que otros lo ven como una oportunidad para que su obra crezca y respire, para que otros exploren espacios de la historia que ellos no han tenido intención de explorar», comenta el académico Jenkins.

J.K. Rowling, la madre del mago Potter, ha defendido la sobrevida de sus personajes en las cabezas y las plumas de sus seguidores. George Lucas se opuso en principio a que sus películas fueran fanfictionalizadas, hasta que sacó la última de sus seis «Guerra de las Galaxias» en 2005.

Otros han tomado una postura combativa: Robin Hobb, autora de bestsellers como «Farseer» y «Towny Man», considera que el fanfiction es una forma de robo de identidad y ofende a la escritura original tanto como una torta sintética de caja ofendería a la cocina gourmet. Orson Scott Card, autor de «El juego de Ender», ha amenazado incluso con presentar demandas porque el fanfiction «atenta contra mis medios de vida».

Lo cierto es que el marco legal depende de cada país y, en Estados Unidos –donde se alojan los principales sitios especializados- existe un área gris que permite considerar al fanfiction como «escritura transformativa»: que cambia lo que toma prestado y que, en último término, no representa competencia para el original.

Hay, dice fanáticos y expertos, mucho espacio para seguir creando: quizás Romeo y Julieta regresen de la isla con un hijo en brazos; quizás la pareja del Tetris encabece una rebelión, cansados de tanto moverse; quizás el hijo de Harry Potter muera atropellado por un autobús para delicias de los «muggles». Y quizás el maravilloso Fitzwilliam Darcy se canse de Elizabeth y salga a buscar a alguien que quiera vivir con él en Pemberley.

Todo parece posible en la galaxia en expansión llamada fanfiction.

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