Publicidad
BBC News Mundo
Basta de hablar de revolución tecnológica

Basta de hablar de revolución tecnológica

Ya se el grafeno, la impresión 3D, el gas de esquistoo el bitcoin, cualquier descubrimiento nuevo e importante pasa a llamarse revolución. Pero ¿qué pasa con el derecho a dudar, criticar o simplemente rechazar una tecnología?


Si hay una idea asociada con la tecnología que hay que desterrar es que estamos presenciando o que presenciaremos una revolución.

Ya se trate del grafeno, la impresión en 3D, la biología sintética, el gas de esquisto, los grandes datos (big data) o el bitcoin, cualquier descubrimiento, técnica o invento nuevo e importante invoca la palabra con «R». Es el caballito de batalla de los proveedores del bombo tecnológico.

La idea de una revolución no solamente se utiliza para impulsar una tecnología en particular. Por ejemplo, en respuesta al cambio climático,políticos como Nicolás Sternpromueven una nueva revolución industrial con bajas emisiones de carbono.

Pero qué tecnologías se usarán y, fundamentalmente, cómo serán los procesos de toma de decisiones que las rodean, parece en gran medida irrelevante. El punto es que en una revolución está la salvación.

¿Pero es la revolución una manera adecuada de describir cómo se da el cambio tecnológico o cómo podría mejorar nuestras vidas? Y si no, ¿cómo debemos definir a estos procesos?

Es fácil comprender por qué aquellos que tienen un producto o una idea para vender o promocionar recurren a este lenguaje. Suena emocionante y progresista. Pero tiene menos sentido que los periodistas, los responsables de diseñar políticas y otras personas repitan esta frase propia de las relaciones públicas.

Los que están impacientes por ver el éxito de un nuevo elemento tecnológico podrían proclamar «Es el futuro, acéptalo”, pero ¿qué pasa con el derecho a dudar, criticar o simplemente rechazar una tecnología? Nuestro futuro no está tan limitado. Abrir espacios para hacernos preguntas y ver otras opciones (o como el académico de política científica Andy Stirling dice: «pluralizar el progreso») nos podría beneficiar a todos.

Esperanza

La idea de una revolución tiende a exagerar el poder de las tecnologías para impulsar un cambio por sí solas sin las ayuda de otros actores o fuerzas.

El grafeno bien podría tener un impacto enorme en nuestra vida, pero no lo va a hacer por sí mismo y no va a resolver todos nuestros problemas. La impresión en 3D solo será una revolución del consumismo si se lo permitimos.

La moneda virtual bitcoin, una de las "revoluciones" tecnológicas del momento.

La moneda virtual bitcoin, una de las «revoluciones» tecnológicas del momento.

Los grandes datos ya están teniendo un impacto significativo en muchas vidas y es probable que eso continúe, pero ¿hasta qué punto, precisamente, sigue siendo tema de debate? Las revoluciones tecnológicas y científicas son también revoluciones de la sociedad, la economía y la cultura.

Diversos factores influyen enla forma en que una tecnología termina forjando nuestras vidas, desde las normas sociales imperantes hasta las estructuras de poder existentes en la sociedad. Es peligroso esconder esos contextos debajo de la alfombra.

También cabe recordar que la Revolución Industrial no fue precisamente gloriosa para todo el mundo. Las personas sufrieron, muchos se opusieron a ella y además tuvo diversas consecuencias a largo plazo no deseadas, como las emisiones de carbono.

Actualmente estamos a mitad del bicentenario de las revueltas de los luditas (1811-1817). Más conocidos por destruir telares de vapor automatizados, tal vez no sorprenda que la palabra ludita se emplee comúnmente hoy en día para denominar a alguien que se opone y que posiblemente les teme a los avances tecnológicos.

Pero el activismo ludita en realidad se centraba más en quién debía controlar la tecnología que en estar en contra de cualquier tecnología en sí misma. Para repetir una frase muy citada del ludita George Mellor: «Dejen las máquinas, pero dispárenles a los amos». Lo que también se olvida muchas veces es el esfuerzo por sofocar este movimiento. Según el proyecto bicentenario ludita, el cuerpo de Mellor y muchos otros fueron donados a la ciencia médica como parte de su castigo.

El término "Revolución Industrial", nació 12 años después.

El término «Revolución Industrial», nació 12 años después.

Camino a seguir

Mientras desglosamos las historias poco conocidas de las revoluciones industriales, también debemos recordar algunos de los cambios a los que no se les da el estatus de revolución, pero que tal vez lo merecen.

Las naves espaciales y las máquinas de vapor pueden tener un lugar de honor en la mayoría de los museos de ciencia e industriales, pero innovaciones igualmente poderosas como laslavadorasy las bicicletas están relegadas a los rincones y los sótanos. No todas las revoluciones tecnológicas se destacan por igual.

Entonces, ¿cómo podríamos hablar de la tecnología? Una opción es acudir a la evolución o a la ecología para buscar metáforas que ayuden a centrar la atención en la forma en que interactúan las herramientas, los seres humanos y los entornos. Sin embargo, vale la pena recordar la política de esto. Investigadores de desarrollo sostenible de la Universidad de Sussex sostienen que con mucha frecuencia la forma en que hablamos sobre el cambio tecnológico refleja las perspectivas y los objetivos de aquellos que tienen riqueza y poder.

El grafeno, otra de las tecnologías calificadas como revolucionarias.

El grafeno, otra de las tecnologías calificadas como revolucionarias.

Ellos utilizan la metáfora de la autopista, en la que las ideas de los poderosos pueden invadir las perspectivas del ‘camino’ de los demás. Una forma más clara de expresarlo es que el dinero puede comprar gran bombo publicitario y este bombo puede actuar para silenciar otras visiones útiles, justas, sólidas e innovadoras del futuro. Después de todo, las revoluciones normalmente consisten en un punto de vista que domina a los demás.

También es importante tener en cuenta que las revoluciones industriales del pasado no fueron planeadas ni nombradas antes de tiempo. El historiador económico inglés Arnold Toynbee, que fue el primero en popularizar el término «Revolución Industrial», nació 12 años después de que finalizara la primera de ellas en 1840.

En lugar de eso, estos movimientos se desarrollaron y probablemente también podrían haberlo hecho con más espacio para desarrollarse; más espacio para entender los problemas y las posibles alternativas.

Precisamente debido a que las tecnologías tienen el poder de transformar nuestro mundo, todos deberíamos participar. Necesitamos que los periodistas, políticos y otras personas que hablan de tecnología -es decir, personas que no solo quieran vender cosas – ayuden a explicar las opciones implicadas en el impacto de la tecnología en nuestras vidas, no que nos limiten con charlas triviales sobre la revolución.

Publicidad

Tendencias