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El lado más oscuro de los videos en vivo que Silicon Valley prefiere omitir Redes sociales

El lado más oscuro de los videos en vivo que Silicon Valley prefiere omitir

Para Facebook, Google y Twitter no es solo una cuestión de ser moralmente responsable y de hallar una forma de evitar el abuso de los videos en vivo. Hay una verdadera necesidad comercial que busca solucionarlo, pero hay pocos indicios de que las compañías estén haciendo lo suficiente.


Silicon Valley está promocionando los videos en vivo como la próxima gran novedad. En los últimos meses, Facebook, Google y Twitter han creado herramientas para que las personas transmitan videos directamente desde sus smartphones, proclamándolos tanto como un beneficio para la democracia, así como también un simple medio de entretenimiento. Precisamente, la semana pasada los miembros del Congreso de Estados Unidos usaron sus teléfonos para difundir sentada que realizaron para protestar contra la falta de medidas de control de armas después de que las transmisiones de noticias de los canales de televisión fueron interrumpidas.

Como de costumbre, el objetivo en estos servicios de uso gratuito es vender más anuncios publicitarios. Los videos son mucho más rentables que los anuncios de búsqueda o que los banner.

Sin embargo, el optimismo californiano de estas empresas ahora enfrenta una dura realidad: tanto criminales como terroristas están usando estas herramientas para transmitir en vivo algunas cosas bastante horribles. Hace dos semanas, por ejemplo, un simpatizante del Estado Islámico publicó un video de 13 minutos de duración en el que aparece asesinando a dos policías en su casa en un suburbio de París.

Para Facebook, Google y Twitter no es solo una cuestión de ser moralmente responsable y de hallar una forma de evitar el abuso de los videos en vivo. Hay una verdadera necesidad comercial que busca solucionarlo, pero hay pocos indicios de que las compañías estén haciendo lo suficiente.

Todas estas empresas necesitan atraer anunciantes. El próximo año la inversión en anuncios digitales superará a la televisión a nivel mundial, y el umbral ya se ha cruzado en los mercados de Estados Unidos y el Reino Unido.

Algo primordial para los esfuerzos de Facebook, Google y Twitter es convencer a los comerciantes de que pueden construir sus marcas en línea; ese marketing difuso, que inspira emociones se ha hecho tradicionalmente a través de spots televisivos de 30 segundos.

Pero, tal como me dijo hace poco un ejecutivo responsable de invertir millones de dólares en la promoción de una popular crema para la piel, no hay forma en la que él autorizaría un video en vivo para sus marcas si estas se arriesgan a ser asociadas con la violencia o el crimen. Según sus palabras, envenena el medio ambiente.

liveHasta cierto punto, estos problemas no son nuevos. Los anunciantes durante mucho tiempo han tenido que hacerse camino a través de un material objetable a medida que siguen a las personas en línea, que es donde pasan más tiempo a la hora de compararlo con el tiempo que invierten en la televisión o en los medios impresos. No obstante, los videos en vivo – una herramienta que anteriormente se encontraba solo en manos de las grandes emisoras sujetas a regulación – son algo distinto. Se suman a la inmediatez del material y eso hace que sea mucho más difícil de controlar.

Actualmente, las compañías de tecnología dependen de las “normas comunitarias” – normas que describen el tipo de contenidos permitidos – así como de los usuarios que denuncian los materiales que traspasan los límites. Es ahí cuando los equipos de moderadores tienen la responsabilidad de eliminar el video. En un intento por prevenir el abuso, Twitter invirtió en una herramienta para supervisar los comentarios que la gente publica en su aplicación Periscope.

Lamentablemente, todo esto se queda corto. A Facebook le tomó 11 horas eliminar el video del reciente asesinato, según Agence France-Presse.

Aún queda mucho por hacer, y hay pocos indicios de que las empresas de tecnología estén priorizando a esto al poner a sus ejércitos de brillantes codificadores de cabeza en la tarea. Google y Facebook están utilizando herramientas automatizadas para identificar y eliminar algunos contenidos radicales de sus sitios, informó Reuters la semana pasada.

Escribir algoritmos para escanear el contenido en tiempo real no será fácil – tampoco asegura el éxito –, pero las empresas deben tratar de hacer aún más. De seguro es algo que pueden costear. Google y Facebook poseen sumas en efectivo de US$80.000 millones y US$21,000 millones, respectivamente.

A falta de una solución tecnológica, será necesaria una mayor supervisión humana. Las empresas no dan a conocer la cantidad de personas que emplean para controlar y bajar el material. (Sería interesante comparar esa cifra con el número de personas que participa en los equipos para la venta de anuncios).

Otra opción podría ser retrasar los videos en vivo en unos cuantos segundos, como hacen muchas emisoras de televisión como condición para obtener sus licencias de emisión. El argumento que dan las compañías de tecnología de que los retrasos podrían mellar el atractivo que tiene la libertad de los videos en vivo es poco convincente.

Cuando Mark Zuckerberg dio a conocer Facebook Live en Abril, dijo que los videos en vivo serían una “forma nueva, espontánea, personal y sincera en que la gente podría compartir contenidos”. No pudo haber estado más en lo cierto – a veces es así en extremo.

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