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Valor Empresario: Cardinale, la empresa familiar de calzado fruto del «rigor del inmigrante» Emprendedores destacados

Valor Empresario: Cardinale, la empresa familiar de calzado fruto del «rigor del inmigrante»

Su gerente general, Antonio Gil, tomó con sus hermanos el control de la empresa que en los ’60 fundó su padre y que bautizó con el apellido de una diva italiana de la época. Han logrado sacar adelante el negocio anticipándose a las tendencias de la moda, manteniendo la producción nacional, pero también cerrando acuerdos con fábricas en el exterior, conscientes de la necesidad de responder a la variedad de productos que demanda el mercado.


Mantener siempre la sintonía con los clientes e innovar, son las claves del éxito de Cardinale, una de las más importantes marcas de calzado nacional que supo entender que los tiempos habían cambiado y que  la producción local debía necesariamente compatibilizarse con alianzas para satisfacer la gran variedad de productos que demanda el mercado.

“Lo más importante para poder mantenerse en el tiempo es siempre buscar cuáles son las necesidades de tus clientes, es estar siempre conectado con ellos para saber qué quieren y tratar de anticiparse”, dijo el gerente general de esta empresa familiar, Antonio Gil, cuyo caso de emprendimiento fue seleccionado este año por el programa Valor Empresario, una mirada diferente de Bci.

Para tal efecto, dijo que “lo que hacemos es siempre estar en contacto con los centros de moda, viajando a Europa y viendo las últimas tendencias. Y de ese abanico gigantesco encontrar cuales son las que calzan con el mercado chileno”.

Esa es precisamente la mayor demostración de que el mercado del calzado, como muchos otros, ha experimentado importantes cambios con respecto a lo que ocurría hace algunas décadas. “Antiguamente la moda era una sola tendencia,  los zapatos o eran puntudos o eran cuadrados. Pero hoy día el mercado se abrió a una gran variedad  de productos”.

Cardinale cuenta con una fábrica en la comuna de Huechuraba donde trabajan 120 personas y que tiene la capacidad de producir mil pares de zapatos al día. Se trata de los de estilo formal que caracterizan a la marca desde hace más de cuatro décadas. Sin embargo, para poder incorporar nuevos productos, debieron también abrirse al mundo y reducir esa producción.

[cita tipo=»destaque»]»Lo más importante para poder mantenerse en el tiempo es siempre buscar cuáles son las necesidades de tus clientes, es estar siempre conectado con ellos para saber qué quieren y tratar de anticiparse»[/cita]

“La fábrica la tuvimos que ajustar a 400 pares de nuestra especialización de zapatos de vestir. Y toda la otra variedad la buscamos en socios externos. Tenemos un departamento en China buscando proveedores de acuerdo al tipo de construcción que queremos hacer para atender a los clientes de acuerdo a lo que buscan”.

Toda esta estrategia también ha requerido mucho trabajo. “Consolidar a todos estos socios externos es complejo. Nosotros hemos llegado a exportar el cuero a China para hacer nuestros zapatos. Si ves un zapato no sabes su origen, si es chileno, chino o de la India. Lo importante es que está desarrollado por nosotros”.

Por ahora, dice Antonio, están abocados a “consolidar ese departamento de desarrollo con la marca en Chile. Y nuestro siguiente paso es consolidar la marca a nivel regional, en Sudamérica. Esa es nuestra apuesta”.

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Una diva italiana

Antonio es ingeniero comercial, al igual que sus hermanos Manuel, Juan Carlos, Francisca y María Paz. Todos ellos viven día a día e función del negocio que su padre,  Manuel Gil Cacho,  inició en 1964, siete años después de llegar a Chile tras haber crecido en medio de la Guerra Civil española.

Manuel conoció el negocio trabajando en la zapatería que habían montado unos tíos suyos que ya estaban asentados en el país. Más tarde hizo carrera en una empresa más grande, de la que fue vendedor y jefe de de distintos locales, a la que renunció cuando sus jefes no aceptaron su petición de ser trasladado a la capital.

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Fue en ese momento que tomó la decisión de independizarse. Gracias a su espíritu de inmigrante había logrado ahorrar lo suficiente para aventurarse en la compra de un local de zapatos que estaba a la venta en el centro de Santiago. No tenía todo el dinero, pero se las arregló para inventar una liquidación con el stock que que había en el propio local para reunir lo que le faltaba.

También se dio cuenta de las complejidades del calzado femenino y resolvió que lo suyo eran los zapatos de hombre. Después de contactar a pequeños productores, incluso consiguiéndoles máquinas para lograr la calidad y los diseños que él quería, se sintió capaz de montar su propia fábrica. Fue así como nació Cardinale, que bautizó así por la admiración que sentía en esos años por la actriz italiana Claudia Cardinale.

“Lo normal es que de una fábrica surjan las tiendas, pero aquí fue al revés: de una tienda mi padre puso una fábrica sin saber nada de zapatos. Tuvo que aprender a hacerlos, contrató un jefe de fábrica, fue a las curtiembres a conocer los materiales, debió hacerse cargo del manejo de los inventarios y a  aprender de moda”, recordó Antonio.

[cita tipo=»destaque»]»Nosotros hemos llegado a exportar el cuero a China para hacer nuestros zapatos. Si ves un zapato no sabes su origen, si es chileno, chino o de la India. Lo importante es que está desarrollado por nosotros».[/cita]

También destacó que Manuel Gil fue “pionero en los 70”, con sus viajes a Europa para observar las nuevas tendencias y también por apostar fuertemente en la publicidad.

“Tenía solo una tienda en una época donde el único centro comercial que existía era el centro  de Santiago, y contrataba una página completa en los diarios de la época. Fue muy agresivo en el tema comercial, lo que permitió hacer conocida la marca. Tanto así que fueron las multitiendas las que se acercaron a comprarle”.

Actualmente, las tiendas suman 17 y están presentes en prácticamente todo el país.

Antonio reflexiona que su padre “nos dio todo el tema del rigor y del trabajo duro que se transmite en una empresa familiar, que en buenas cuentas es la cultura del inmigrante, y por otro lado nosotros nos profesionalizamos, todos los hermanos somos ingenieros comerciales. Entonces combinando el rigor del inmigrante, del trabajo duro, de la perseverancia, de la austeridad, con los conocimientos que nos permiten estar al día, es que hemos logrado mantener esta empresa hasta el día de hoy”.

filete#ValorEmpresario

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