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La travesía cubana de Max Raide Vida Opinión

La travesía cubana de Max Raide

En este relato, Max Raide(*), cuenta los detalles de su viaje a Cuba el año 2010, quien al poner un pie en la Habana, fue detenido por portar entre sus cosas de viaje, el libro “Cuba Libre” de Yoani Sánchez.


Lo que parecía ser un viaje tranquilo, con el objetivo de conocer la realidad de uno de los países más controvertidos de América Latina en los últimos 50 años, terminó por convertirse en una historia inolvidable, con situaciones al límite del surrealismo y la locura.

La llegada al aeropuerto de la Habana parecía normal, agentes de la policía revisaban sin mayores problemas los pasaportes y papeles de ingreso, siendo éste un trámite similar a la mayoría de los países del mundo. De igual modo –pensé- sería con la revisión de las maletas.

Sin embargo, estando en el proceso de revisión de equipaje, -rayos x-, se me acercan unos tipos que a primera vista creí eran turistas, preguntando quién era yo, cuál era el motivo de mi visita y qué traía en mi maleta. En ese instante me di cuenta que eran policías de civil, quienes iban acompañados también por otros vestidos de Oficial. Ante la pregunta, respondí: “Ropa, vino y algunos libros que me acompañarán en este viaje”. Esto último fue lo que más tensionó a los policías. Uno del grupo sacó varios textos que traía, entre ellos “Cuba Libre” de Yoani Sánchez.  Le comenté que la entrevistaría y ahí empeoró la situación… Cómo era posible que anduviera con un libro prohibido en Cuba,  que la autora era una agente del imperialismo yanqui, mal agradecida y traidora de su patria.

Lo extraño en todo esto, es que iban llegando más y más policías que no tenían interés en resolver mi situación, sino que más bien buscaban poder tomar y leer algunas páginas del libro de Yoani que, para los que aún no lo conocen, es un resumen de su cotidiano de los últimos años, experiencia que publica casi todos los días en su Blog llamado Generación, conocido también como  «La voz de los sin voz».

Cinco horas fueron las que estuve en el aeropuerto de la Habana detenido, hasta que finalmente  me dejaron ingresar  a Cuba, pero sin el libro. Éste lamentablemente fue requisado, con una citación a 30 días por si quería intentar recuperar. Y he aquí un punto que merece la pena destacar: la fuerza de las redes sociales ya en el año 2010. Recuerdo haber escrito en mi Twitter personal lo que estaba ocurriendo y sólo en un par de minutos cientos de mensajes se fueron viralizando y haciendo parte de lo que estaba sucediendo, de hecho El Mostrador publicó un Sin Editar con la confusa situación que viví en la tierra de José Martí.

Los días que siguieron recorrí varias ciudades de Cuba, estuve en Birán, en la casa familiar donde nacieron los hermanos Castro, también conocí  el  sistema de salud, el cual ha sido reconocido internacionalmente, pero in situ les advierto que es muy distinta.  Muchos jóvenes cubanos me comentaban que para optar a un servicio de salud óptimo hay que tener mayores ingresos. No así ocurre con la educación, que a diferencia de la salud es completamente gratuita e infinitamente superior a la que existe en algunos países latinoamericanos, incluido Chile.

Con Yoani Sánchez nos reunimos para conversar, junto a su marido Reinaldo, en un restaurante de comida local cerca de una de las casas del Che. En esa conversación hablamos no sólo de los hermanos Castro, sino que también del chileno Max Marambio, y del sueño de Yoani de crear el  primer medio digital cubano independiente, sin intervenciones del Estado y abierto a todos los cubanos.

En Cuba se ha formado un tremendo capital humano en los últimos años, algunos se han ido del país en busca de mejores oportunidades, generalmente a través de matrimonios simulados y contratos de trabajo con Ecuador, pero también hay muchos jóvenes que se han quedado y están esperando que la Isla se renueve.  Con Raúl Castro algo se ha hecho,  ya que a diferencia de su hermano Fidel, ha flexibilizado el empleo y junto con la inversión francesa, española e italiana, y en mayor medida con la importación de productos chinos, han logrado capear una de las peores crisis económicas. Como diría Ernesto, un joven Ingeniero cubano, quien en Chile probablemente estaría liderando alguna Gerencia pero que allá trabaja como taxista: “Los Castro nos liberaron de la corrupción de las mafias norteamericanas y de la dictadura de Batista, pero nos terminaron vendiendo a los rusos y chinos…, y sólo nos falta que vuelvan de Miami, los malditos gringos”.

(*) Max Raide es Publisher de El Mostrador

 

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