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El paraíso perdido: la crisis en la Gran Barrera de Coral FT Weekend

El paraíso perdido: la crisis en la Gran Barrera de Coral

El científico marino John ‘Charlie’ Veron ha dedicado su vida a estudiar el coral. Ahora lo está viendo morir. «Si usted regresa dentro de 100 años, no creo que vea un coral vivo», es su sombrío pronóstico.


Hay un día soleado y el mar alrededor de la isla Orfeo, una estación de investigación científica en la Gran Barrera de Coral de la costa noreste de Australia, está tan cálido que alivia muy poco el intenso calor.

La temperatura del agua no es inocua. John Veron, apodado el «Padrino del Coral» de Australia, parece ansioso mientras se aproxima después de bucear por un arrecife. «Está completamente blanqueado», dice, sosteniendo una pieza rota de coral cuerno de ciervo. Tiene un brillo blanco pálido al sol, en lugar de su típico color azul o marrón. «Es como cuando un incendio destruye un bosque. Esta parte del arrecife está simplemente irreconocible en comparación con cuando ayudé a fundar esta estación hace tres décadas».

Veron, ahora de 71 años de edad, es una de las principales autoridades del mundo en sistemas de arrecifes de coral. En 1972 fue nombrado por la Universidad James Cook como el primer investigador dedicado a tiempo completo al estudio de la Gran Barrera de Coral.

Ha buceado allí más de 6 mil horas, más que cualquier otro científico, ha estudiado más de los 2.300 km de la gran estructura que cualquier otro ser humano y ha catalogado y nombrado alrededor de una quinta parte de las especies de coral del mundo. Ahora tiene un nuevo enfoque: nos advierte que el cambio climático está matando los corales y todo lo que albergan.

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John Veron.

Los corales son los arquitectos de los arrecifes, brindan los escondites que albergan una deslumbrante variedad de vida animal y vegetal. La Gran Barrera de Coral es el hogar de 30 especies de ballenas y delfines, 1.625 especies de peces, tres mil especies de moluscos y una de las poblaciones más importantes del mundo de dugones, el mamífero marino que a veces se conoce como «vaca marina». Pero el sistema de arrecifes más grande del mundo está sufriendo la peor crisis de su historia.

A comienzos de este año, las temperaturas del mar en la parte norte del arrecife aumentaron en 2ºC ó 3ºC sobre el máximo normal de aproximadamente 30ºC, debido al fuerte sistema meteorológico de El Niño y una persistente tendencia al calentamiento global. Este intenso calor hizo estragos en los corales. El Centro de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral del Consejo Australiano de Investigación (ARC, por sus siglas en inglés) de la Universidad James Cook publicó en noviembre un informe que muestra que dos tercios de los corales en una parte del arrecife habían muerto. Hasta ahora esta parte norte del arrecife, que se extiende desde el pueblo de Queensland de Port Douglas hasta Papúa Nueva Guinea, era la sección más límpida de esta maravilla natural, pues disfruta de la protección del patrimonio mundial de la Unesco.

Pero incluso estas zonas remotas, que están en gran parte libres de contaminación, no pueden escapar al calentamiento global. Los científicos advierten que el año 2016 está en camino de ser el año más caluroso desde que se iniciaron los registros de temperatura; si ese es el caso, 16 de los 17 años más calientes en la historia han ocurrido en este siglo.

«El ritmo del calentamiento global actualmente es tan rápido que probablemente es demasiado tarde para salvar la Gran Barrera de Coral», dice Veron, cuyas sombrías predicciones han irritado a algunos científicos. Pero él asegura que el arrecife no será el único afectado. La muerte de muchas de las especies de coral del mundo tendría un impacto devastador sobre la humanidad, dado que los sistemas de arrecifes albergan casi un tercio de la vida marina. Advierte que el cambio climático podría precipitar una «extinción en masa» en el planeta, un evento que la última vez que se produjo fue hace 65 millones de años.

Veron creció en Sydney, donde pasaba horas recogiendo animales marinos en la plataforma rocosa llamada Long Reef Rock para poner en su acuario casero. Su padre era un general de brigada del ejército, mientras que su madre trabajaba en casa. A pesar de tener dificultades en la escuela, obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Nueva Inglaterra, en la localidad de Armidale. Allí desarrolló una pasión por el buceo. «Me ponía aletas y un tubo respirador y me sentía como el hombre en la luna», dice.  Su experiencia práctica lo ayudó a conseguir un trabajo en la Universidad James Cook como el primer investigador a tiempo completo del arrecife.

La doctora Mary Stafford-Smith, su segunda esposa, también es una autoridad mundial en coral. Los dos han colaborado en la redacción de un libro de tres volúmenes, «Corales del Mundo», y han colaborado en numerosos proyectos. En 1997  Veron se unió al Instituto Australiano de Ciencia Marina en Queensland, donde más tarde fue nombrado científico jefe, escribió libros sobre la taxonomía de los corales y comenzó a trabajar en la conservación de los sistemas de arrecifes.

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Acaparó los titulares internacionales cuando identificó el triángulo de coral, un área que se extiende desde el centro de Indonesia hasta Filipinas al norte y las Islas Salomón al este, como el epicentro de la evolución marina.

«Causó muchos problemas porque todo el mundo pensaba que la Gran Barrera de Coral era el centro de la biodiversidad coralina. Esta nueva área no tenía protección legal», dice. Seis países de la región crearon posteriormente un parque marino de 600 km para proteger a la denominada “Amazonas de los mares” del saqueo.

Veron enfocó su atención en la amenaza que plantea el cambio climático. «Yo estaba cada vez más alarmado por la basura que decían los escépticos del cambio climático. Así que me tomé un retiro en las montañas en Francia, pasé un año y medio leyendo todo lo que pude sobre el tema y escribí un libro».

El resultado — A Reef in Time: The Great Barrier Reef from Beginning to End (2009) — es un apasionado llamado a la acción política para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Advirtió que, sin una respuesta, los arrecifes de coral morirían en el siglo XXI y el mundo enfrentarían otra extinción masiva.

No se trata sólo de la Gran Barrera de Coral lo que se encuentra en peligro. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA, por sus siglas en inglés) informó en junio de que el mundo está experimentando el «mayor y más generalizado blanqueamiento coralino que se haya registrado», pues más del 70 por ciento de los arrecifes se encuentran expuestos a temperaturas que causan blanqueamiento, el cual ocurre cuando los corales se estresan a causa de los cambios en las condiciones como temperatura, luz o nutrientes. El blanqueamiento severo ha sido reportado desde el Caribe hasta Fiji. En abril, los científicos informaron que el atolón de coral más grande del mundo en Kiritimati, cerca del ecuador en el Pacífico, había perdido el 80 por ciento de su cobertura de coral debido al blanqueamiento.

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«Es una crisis mundial. Es el tercer blanqueamiento masivo del mundo después de los de 1998 y 2002, pero es por mucho el peor. El blanqueamiento ha ocurrido en el pasado en los años de El Niño, cuando aumenta la temperatura del mar, pero, con el calentamiento de los océanos, ahora podría ocurrir cada año», dice Veron. «Esto deja a los arrecifes de coral sin tiempo para recuperarse».

La tendencia al calentamiento global es ominosa, pues las temperaturas del mar se han mantenido por encima de los niveles normales durante tres años consecutivos, según la NOAA.

El blanqueamiento no es la única amenaza a los corales, aunque se considera el riesgo número uno. Durante el último medio siglo, la Gran Barrera de Coral ha sufrido cuatro grandes infestaciones de estrellas corona de espinas, un agresivo depredador que come corales. El deterioro de la calidad del agua, los ciclones y la sobrepesca también dañan el arrecife y pueden dificultarles aún más a los corales regenerarse después del blanqueamiento.

Este año el blanqueamiento se ha convertido en un símbolo conmovedor para los ambientalistas, quienes argumentan que se debe hacer más para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El debate es especialmente intenso en Australia, dadas la responsabilidad de su gobierno de proteger el arrecife y su posición como el segundo mayor exportador de carbón.

Australia exportó casi 400 millones de toneladas de carbón el año pasado, por un valor de unos A$33.9 mil millones (US$25 mil millones). El combustible es uno de los principales contribuyentes al calentamiento global, pues una sola tonelada de carbón produce aproximadamente tres veces más dióxido de carbono cuando se quema.

«Los peores políticos son los que saben la verdad, pero no hacen nada», indica Veron. «Yo los desprecio totalmente». Dice que la demora de los políticos en el combate contra el cambio climático es la principal razón por la que él ve pocas esperanzas para la supervivencia a largo plazo del arrecife. Advierte que la elección de Donald Trump, quien ha amenazado con retirar a EEUU del acuerdo de París sobre la reducción de las emisiones y apoyar la industria del carbón, es un desastre para el planeta. «Esto pondrá al mundo en un camino hacia la destrucción», advierte.

El gobierno australiano rechaza las críticas de que no está haciendo lo suficiente para frenar la producción de carbón, luchar contra el cambio climático y proteger el arrecife. Afirma que su plan de reducir las emisiones en por lo menos del 26 por ciento al 28 por ciento para el año 2030, en comparación con los niveles de 2005, es «líder a nivel mundial», aunque se encuentra en el extremo inferior de las promesas hechas por otras naciones desarrolladas.

En junio, Canberra reveló un plan de A$1,000 millones (US$730 millones) para mejorar la calidad del agua del arrecife y apoyar la energía limpia durante un plazo de 10 años. Pero, aunque la mayoría de los especialistas en corales dicen que el plan sería bienvenido, advierten que no tiene suficientes fondos para alcanzar sus objetivos.

No todos los especialistas en corales comparten las predicciones catastrofistas de Veron sobre el coral, aunque la mayoría coincide en que el cambio climático está provocando una grave crisis. Sin embargo, algunos advierten que su mensaje pesimista podría socavar los esfuerzos para estimular el apoyo público a las medidas para combatir el cambio climático. Paul Marshall, profesor de la Universidad de Queensland, dice que no apoya la tesis deVeron de una extinción masiva de corales, pero que sí coincide en que el blanqueamiento causado por el aumento de las temperaturas del mar causará un daño severo.

El profesor Terry Hughes, director del Centro de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral del ARC, dice que la Gran Barrera de Coral existirá en las décadas venideras, pero que su condición dependerá de la trayectoria del calentamiento global. «En el futuro veremos menos coral y una mezcla diferente de especies».

Mientras Veron inspecciona una marisma estéril en la Isla Orfeo, que solía ser un arrecife sano, baja la cabeza. «Si usted regresa dentro de 100 años, no creo que vea un coral vivo».

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