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Hay que combatir la pesca excesiva y dejar el altamar a los peces Sustentabilidad

Hay que combatir la pesca excesiva y dejar el altamar a los peces

El beneficio para la humanidad –no sólo para los que pescan, ni siquiera sólo para los que comen pescado, sino para todo el que quiera que el planeta siga siendo un lugar sostenible- haría que valiera la pena.


Las aguas profundas más allá de las 200 millas náuticas de una costa- es la última frontera del planeta y, como todas las fronteras anteriores, es un botín codiciado. Pero podría haber una solución muy simple al flagelo de la pesca excesiva en altamar: la prohibición de la pesca comercial en aguas internacionales.

La propuesta podrá parecer radicalizada, pero cuenta con el respaldo de científicos que han demostrado en qué medida una prohibición podría restablecer la pesca costera y el sector pesquero global. En realidad, podría elevar en US$13.000 millones el valor de la pesca mundial.

El mundo ha dado una tácita aprobación a la pesca en altamar porque hace ya mucho tiempo que admite que de lo contrario la pesca global no podría cubrir la demanda. Todos los años se obtienen en mar abierto unos 10 millones de toneladas, alrededor de 12 por ciento del total global. Los pescadores han dejado atrás las zonas de pesca costeras agotadas para lanzarse en busca de grandes cantidades de atún, tiburón y pez espada.

Pero las reservas se reducen, y el atún y la caballa han declinado 60 por ciento en los últimos 50 años, y ahora dos científicos de California han demostrado que prohibir la pesca en altamar haría que las poblaciones de peces migratorios crecieran un 42 por ciento, más que suficiente para que se recuperara la pesca costera.

La altamar se convertiría, como dijo un grupo de investigadores, en el banco de pescado del mundo.

La idea podrá ser simple, pero su instrumentación no lo sería. Un problema es que los beneficios no se distribuirían en el mundo de forma pareja y recaerían sobre todo en la mayoría de los países costeros que no pescan en mar abierto. (La cantidad relativamente pequeña que lo hace –apenas 10 países representan el 62 por ciento de la pesca en altamar- comprende a países tan poderosos como los Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur y España.) Pero los países que pescan en mar abierto también tendrían más pesca cerca de sus costas, y los gobiernos podrían eliminar los subsidios a la pesca en altamar, que exige barcos más grandes y más combustible.

Instrumentar esa prohibición también sería un desafío. Ningún país tiene jurisdicción, de modo que sería necesario un proceso de las Naciones Unidas. Los países ya han creado zonas marinas protegidas que cubren casi el 4 por ciento de los océanos del mundo cerca de sus costas. Una prohibición en altamar sería como una gran zona marina internacional protegida.

Otra opción sería que los países acordaran una serie de zonas protegidas más pequeñas que cubrieran áreas de mucha pesca pero no todo el mar abierto. Velar por su acatamiento no sería tan difícil como podría parecer dado que la tecnología ha facilitado el seguimiento de los barcos pesqueros en todo el mundo.

De cualquiera de las dos formas, el beneficio para la humanidad –no sólo para los que pescan, ni siquiera sólo para los que comen pescado, sino para todo el que quiera que el planeta siga siendo un lugar sostenible- haría que valiera la pena.

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