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Igualar la cancha para universitarios y técnicos: la cruzada meritocrática de Ricardo Paredes Educación

Igualar la cancha para universitarios y técnicos: la cruzada meritocrática de Ricardo Paredes

El rector de Duoc UC salió hace un año a levantar la voz después que los institutos y centros de formación técnica fueran marginados de la gratuidad. Fue a su entender una «injusticia» que el Parlamento corrigió y que beneficiará a los jóvenes de estos centros a partir de este año.


Ricardo Paredes Molina (60) cree firmemente que lo que requiere Chile es una política de educación superior que integre a las universidades de investigación, a las universidades docentes y a los institutos técnico profesionales, y que éstos últimos dejen de ser considerados como el camino para los jóvenes de sectores de más bajos ingresos a los que no les quedó otra alternativa.

En su rol de rector de Duoc UC, el economista ha sido uno de los pocos que, en medio del debate de la reforma educacional y de la gratuidad, ha sacado la voz por un sector que considera clave para la productividad del país y que en las últimas décadas ha sido postergado y relegado, como él mismo lo expresó, a “una educación remedial, estrictamente orientada a dar mejores posibilidades de trabajo y fundamentalmente dirigida a los más pobres, a los que no quedaron en la universidad”.

Ha sido una cruzada compleja, pero que igualmente rindió frutos cuando a fines de noviembre del año pasado, en medio de la tramitación de la Ley de Presupuesto de 2017, el Parlamento aprobó la extensión de la gratuidad de la educación superior a los alumnos de los institutos profesionales y centros de formación técnica (CFT).

[cita tipo=»destaque»]Está consciente de que aún resta mucho por mejorar para que Chile tome la senda de países que “lo están haciendo bien” como Canadá y Finlandia, donde la educación técnica profesional es un camino diferente al universitario, pero igualmente rentable socialmente, donde prima una visión menos elitista y más acorde a los tiempos.[/cita]

Paredes había señalado algunos meses antes, en una entrevista con El Mostrador, que en el propio Gobierno había quedado la sensación de que se había cometido una “injusticia” al dejar fuera de la gratuidad a estas instituciones. Por ello, tras la decisión de los legisladores, no dudó en afirmar que se había roto “una inercia de derechos históricos” y que por fin se estaba valorando la enseñanza técnico profesional (TP)”.

“Desde 2017, al igual que con las universidades, alumnos vulnerables de instituciones TP de acreditación de cuatro o más años y que no tengan fines de lucro, o que teniéndolo inicien un proceso de transformación para constituirse en fundaciones sin fines de lucro, serán elegibles para la gratuidad”, manifestó, enfatizando que se trataba de una decisión que “aumenta la credibilidad en la clase política. «El discurso transversal de querer situar a la educación TP en un nivel relevante como la universitaria, carecería de coherencia si no hubiera habido un financiamiento sustancialmente mayor para los alumnos del sector”.

Paredes está consciente de que aún resta mucho por mejorar para que Chile tome la senda de países que “lo están haciendo bien” como Canadá y Finlandia, donde la educación técnica profesional es un camino diferente al universitario, pero igualmente rentable socialmente, donde prima una visión menos elitista y más acorde a los tiempos.

La suya es una visión que cree firmemente en la meritocracia, que por cierto es la base de su propia biografía: cursó su educación secundaria en el liceo José Victorino Lastarria de Providencia y estudió ingeniería comercial en la Universidad de Chile, convencido que era el camino correcto para “ganar plata” y ayudar a resolver la compleja situación económica por la que atravesaba su familia.

De ahí en adelante realizó postgrados en Chile y en exterior, desempeñándose como asesor y experto en distintas organizaciones púbicas y privadas tanto nacionales como extranjeras. Y en el terreno público integró hace pocos años la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, más conocida como la “Comisión Bravo”.

Al revisar su trayectoria, afirmó que en este país “uno viene muy marcado por la cuna, por los contactos, por la forma de hablar y expresarse que marca diferencias; pero a diferencia de la generación de mis padres, yo veo hoy día un cambio de mentalidad, donde nos transformamos tal vez en un país de nuevos ricos, donde yo me incluyo, porque mis aspiraciones materiales le dieron seguridad a mi vida a y mi entorno”.

Por eso su interés en terminar con una política que, en la acción, dista mucho del discurso bien asentado sobre la importancia de la educación técnico profesional, y que se expresa en hechos tan puntuales como “las brechas de financiamiento estudiantil que encarecen para los alumnos la opción por el camino técnico profesional de lo universitario”.

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