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La verdad sobre los niños y las redes sociales Tecnología

La verdad sobre los niños y las redes sociales

Para ellos, es una manera de descubrir, cristalizar y afirmar las partes más íntimas de su identidad .


Por Madhumita Murgia*

Hace unas semanas, un informe sobre el impacto de las redes sociales en la salud mental de los niños británicos me llamó la atención. En una encuesta realizada a 1,500 jóvenes de todo el Reino Unido, la Royal Society for Public Health (RSPH) exploró cómo las plataformas como Instagram, Snapchat y Facebook alimentaban la ansiedad, la depresión y la falta de sueño de los niños.

La encuesta me llamó la atención porque, en los últimos meses, he estado hablando con niños y jóvenes adolescentes sobre sus vidas digitales para comprender mejor lo que significa nacer en un mundo en línea.

Los jóvenes son ‘expertos’ en el uso de la tecnología, pero en un sentido muy diferente de quienes acostumbro entrevistar. Son críticos de los medios sociales, conocedores del contenido digital, y son los nativos originales del mundo móvil. No son leales a los grandes gigantes de la tecnología como Facebook o Microsoft. Tienen un conocimiento enciclopédico del catálogo de YouTube y de los atajos de Snapchat, y son los críticos más duros y los primeros en adoptar nuevas aplicaciones de consumo.

Mi proyecto todavía está en curso: acabo de empezar a desentrañar lo que significa vivir tu vida en línea. Uno de los principales impactos — como lo muestra el estudio de RSPH — es su efecto sobre la salud mental. La encuesta descubrió que la ansiedad y la depresión en particular se exacerban con el uso intensivo de aplicaciones de medios sociales como Instagram, Snapchat, Facebook, Twitter y YouTube.

«Nuestra principal recomendación fue introducir una advertencia de «uso constante». Si los jóvenes usaban las redes sociales durante dos o más horas al día, había una correlación significativa con una mayor tasa de ansiedad y depresión», me dijo Matt Keracher, el autor del informe. «Si alguien llega a ese límite, se les notificaría que han estado en línea por un período prolongado, lo cual podrían ignorar o tomar en consideración».

A pesar de las desventajas, he encontrado en mis entrevistas que hay razones para tener esperanza en la relación entre los niños y el mundo digital. Los medios de comunicación social no son simplemente una conexión virtual como lo fueron para mis amigos y para mí cuando Facebook inició en 2004 y como lo siguen siendo para los adultos de la generación de mis padres. En cambio, los niños que entrevisté eran grandes usuarios de Snapchat e Instagram, pero no necesariamente sólo para conectarse con amigos. Para ellos, es una manera de descubrir, cristalizar y afirmar las partes más íntimas de su identidad, incluyendo la sexualidad, la ascendencia racial o la imagen corporal.

El estudio de la RSPH coincidió en este punto: encontró que las cinco plataformas estudiadas tuvieron un impacto muy positivo en permitir que los niños se expresaran y formaran su identidad. Un joven de 14 años de edad de género fluido me dijo que Instagram fue el lugar que le ayudó a encontrar a otros que se identifican de manera similar y a encontrar una comunidad de apoyo. Dos niñas diagnosticadas con anorexia como adolescentes utilizaron Instagram para documentar su proceso de recuperación y conectarse con otros niños con problemas similares, ayudándoles a retroceder del abismo.

Por otro lado, muchos de los niños encuestados por el RSPH también calificaron a Instagram como la plataforma con el impacto más negativo en la imagen corporal. «Un hallazgo importante del estudio fue la conexión de estos medios sociales con los problemas de imagen corporal. Están viendo imágenes creadas y procesadas con filtros que no necesariamente representan la realidad», dijo Keracher. «Hemos notado una división de género, especialmente con respecto a Instagram; las niñas, más que los niños, expresaron que los medios sociales tienen un impacto mucho más negativo sobre su imagen corporal”.

Más ampliamente, los chicos con los que hablé estaban híperconscientes de la existencia de una brecha generacional, un abismo que significa que sus padres constantemente se quejan de que sus hijos están utilizando demasiada tecnología, porque los padres no tenían Internet cuando eran niños.

Uno de cada cinco jóvenes, según el RSPH, confesaron que revisaban sus teléfonos de noche en secreto para ver si había sucedido algo nuevo. Muchos prefieren ver, comentar y compartir los vídeos de extraños de YouTube con los que se identifican en lugar de hablar con alguien en la escuela sobre un problema. Tal vez lo que los adultos necesitan entender es que para los niños de hoy en día, los espacios en línea no son una distracción, sino un lugar donde establecen relaciones en el mundo real y experimentan con quienes son.

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