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La miopía de los salmoneros no se cura con antibióticos

El uso excesivo de antibióticos en la industria es el resultado de la  incapacidad de los salmonicultores para disminuir la enfermedad y la mortalidad en las poblaciones de salmones cultivados, provocadas por las incorrectas condiciones higiénicas de los métodos productivos.  


En uno de los ensayos satíricos más famoso de la lengua inglesa, el gran escritor irlandés Jonathan Swift propone como un método para aliviar la pobreza en Irlanda y disminuir el número de niños indigentes y abandonados, la comercialización de la carne de ellos como alimento para las clases acomodadas de la sociedad.  El objetivo de la sátira llamada A Modest Proposal (Una propuesta modesta)   ha sido ampliamente discutido por críticos literarios, sociólogos y filósofos  sin que se llegue a un total acuerdo sobre el objetivo que tuvo J. Swift al escribir esta magnifica e irónica crítica sobre la hipocresía de las  sociedades inglesas e irlandesas del siglo XVIII.   Una de las interpretaciones alternativas de esta sátira concluye que ella representa una crítica a políticos y gente de poder e influencia que proponen solucionar problemas sociales y económicos con los más abigarrados e  ilógicos programas, sin atender a las causas reales y teniendo como objetivos solamente a sus miopes y mezquinos intereses.

Es esta última interpretación la que viene a la mente al interiorizarse de los pronunciamientos de las autoridades gubernamentales y de los personeros de la industria privada de la salmonicultura que tratan de los problemas sanitarios de ese sector. En ninguno de estos elaborados y complejos pronunciamientos pareciera advertirse la resoluta voluntad de solucionar de manera directa y eficiente estas dificultades, ya que, por ejemplo, no se dirigen a solucionar drásticamente una anacrónica práctica que a mi juicio se encuentra en las raíces de los problemas sanitarios que la industria experimenta: el  indiscriminado y excesivo uso de antibióticos y antiparasitarios.

Este es sin lugar a dudas un síntoma más de las precarias condiciones sanitarias y técnicas en que la industria se desenvuelve en Chile. El control estricto del uso de estas substancias en la salmonicultura y otras industrias de crianza de animales,  sería una contribución extraordinaria y efectiva para estimular el mejoramiento de estas menoscabadas condiciones sanitarias de producción. El uso excesivo de antibióticos en la industria es el resultado de la  incapacidad de los salmonicultores  para disminuir la enfermedad y la mortalidad en las poblaciones de salmones cultivados, provocadas por las incorrectas condiciones higiénicas de los métodos productivos. Pero al aumentar el uso de estas drogas, no se percatan de que el crecimiento de las enfermedades bacterianas que la industria experimenta es el claro resultado de las deficiencias higiénicas del  proceso productivo. 

Esta práctica previene, hasta cierto punto y por tiempos variables, la aparición y la diseminación de infecciones en los peces cultivados. Sin embargo esta falaz certidumbre es más temprano que tarde destruida sensacionalmente por la aparición y la diseminación rápida de infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos o por las infecciones producidas por parásitos y virus,  sobre los cuales los antibióticos carecen de efecto.

En este sentido es muy instructivo observar que entre 2003 y 2007 en Chile las importaciones de florfenicol, un antibiótico usado mayoritariamente en la acuicultura del salmón, aumentaron más de 200 veces, de menos de una tonelada a más de 200 toneladas al año.  Similares aumentos fueron observados para este periodo en el consumo de otros antibióticos usados por la industria como tetraciclinas y quinolonas.  Esto probablemente refleja el deterioro de la situación sanitaria en la industria y la impotencia de los salmoniculturores para reparar o detener una acelerada  y descendente espiral de mengua  de estas condiciones sanitarias y de la productividad.

Esta situación precedió a la  explosiva aparición y diseminación de las epizootias producidas por el piojo de mar y el virus de la anemia infecciosas del salmón (ISA). Procesos que fueron sin duda amplificados  por las deficiencias sanitarias  que el excesivo uso de antibióticos en la industria pretendía erróneamente modificar como es demostrado por la continúa e ilimitada expansión geográfica de estos procesos. La historia de estas cuestiones en la salmonicultura chilena confirma el concepto elaborado hace ya muchos años atrás en la crianza industrial  de animales terrestres, y  que indica que industrias de crianza industrial de animales que usan los niveles de antibióticos que tiene la salmonicultura en Chile, son industrias en permanente crisis sanitaria, la cual a la larga mengua su productividad y reduce los resultados económicos de ellas.  

Este concepto, y la repetida demostración que el uso excesivo de antibióticos en la crianza industrial de animales tiene efectos nefastos para la salud humana han  obligado a la Comunidad Europea y a EE.UU. a limitar la cantidad y  el número de diferentes antibióticos a usar en estas industrias, incluyendo la acuicultura. La transmisión de los genes de resistencia a antibióticos de bacterias de animales a patógenos humanos y la infección de humanos con bacterias resistentes a los antibióticos de origen animal,  son algunos de los serios problemas de salud que este excesivo uso de antibióticos genera.

La presencia de antibióticos residuales en peces cultivados y en peces silvestres y la exposición física de los trabajadores de acuicultura a los antibióticos son también problemas de salud pública cuya solución requiere de la restricción del uso de antibióticos en la acuicultura del salmón. El paso de grandes cantidades de antibióticos al medio ambiente lacustre y marino, que produce aumentos de la resistencia bacteriana a esos niveles y una disminución de la biodiversidad, son también procesos que afectan negativamente la salud humana y animal. La importancia y lo beneficioso del control y la restricción es manifiestamente ilustrada por la experiencia noruega donde desde hace ya varios años la industria ha alcanzado niveles de producción mayores que los chilenos con un uso mínimo de antibióticos.

El control del uso de antibióticos por parte de los organismos reguladores del Estado noruego además de controlar el uso de estos fármacos juega un rol importantísimo de manejo y de registro de las condiciones sanitarias de la industria acuícola. Por ejemplo, el  organismo regulador de dicho país puede casi instantáneamente detectar un aumento del consumo de antibióticos como resultado de un  aumento de enfermedad. Inmediatamente la detección de este aumento desencadena la puesta en marcha de un aparato de alarma sanitaria destinada a identificar las causas responsables del aumento de enfermedad.  Es indudable que la existencia de un sistema de control de este tipo en Chile habría detectado precozmente los substanciales incrementos en el consumo de antibióticos en la salmonicultura durante los años 2003 al 2007 descritos más arriba, investigado sus causas e implementado medidas sanitarias que probablemente pudieran haber prevenido la aparición incontrolada del piojo de mar y del virus ISA en la industria. Es en este contexto histórico, y aludiendo al ensayo de J. Swift pero sin un asomo de sátira,  que el proponer el control y la restricción del uso de antibióticos para la salmonicultura chilena aparece como una propuesta modesta, basada en la mejor ciencia, pero necesaria y de una gran efectividad tecnológica para comenzar a corregir los desmejorados aspectos sanitarios de la  industria en Chile.

*Felipe Cabello es profesor del Departamento de Microbiología e Inmunología del New York Medical College.

 

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