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«Chile es como una pequeña Alemania»

Estuvo de paso presentando en la versión local de In-Edit un documental sobre su encuentro con Argentina, donde Luca Prodan se convirtió en leyenda. Eso,  mientras él hacia una respetable carrera como actor de cine junto a Peter Greenaway, Bruno Ganz, Ava Gardner  y Ornella Muti. Hasta que abandonó todo y se instaló en Argentina, donde intenta trazar su camino sin olvidar al más famoso del clan.


Es 1987 y  Andrea Prodan está preparando su personaje más importante en el cine: interpretará al físico italiano Ettore Majorana, desaparecido misteriosamente a fines de los años 30′. Es el primer rol protagónico de Prodan. El director Gianni Amelio se le acerca y le dice «Tu madre será Virna Lisi». No era la primera «diva» del cine que se convertía en su madre para la pantalla. Prodan, como dicen todos los actores, empezó  de casualidad. Había estudiado teatro en Inglaterra pero quería ser director de fotografía y a principios de los 80′ consiguió un puesto como asistente de Ennio Guarneri el fotógrafo, entre otras,  de «Medea» de Passollini y «Ginger & Fred», de Federico Fellini. En 1985 trabajaba en el set de «Anno Domine» una miniserie con características de superproducción, ambientada en el imperio romano, después de la muerte de Jesús. «Estábamos filmando en Túnez y al actor que hacía de «Britaniccus» le cayó mal la comida árabe y se enfermó. Susan Sarandon, que por otras circunstancias conocía a mi hermana, me dijo ‘tú tienes que actuar’ y me quedé con el papel. Ava Gardner, que hacía de Agripina fue mi madre», cuenta.

Sarandon lo ayudó a convencerse de que sería más fácil ser actor que director de fotografía. «Para ser director de fotografía en Italia tienes que tener la suerte de que se muera tu jefe o si no esperar años, porque en Italia los maestros son hombres de 60 o 70 años, los otros no tienen esperanza, además  el antiguo  elemento  mafioso de la cultura italiana era muy cansador. En cambio como actor vi que te trataban bien, hacías tu cosita, te pagaban y listo. Fue la tentación».

Los cassettes que cruzan el atlántico

Prodan tiene el acento y el aspecto de un pizzero italiano, sencillo y accesible. Pero en su época de actor  se inscribió en la agencia William Morris una de las empresas de managment más poderosas del mundo, pero a los seis meses nadie lo llamó y fue a buscar sus fotos. Cuando las retiraba, la encargada le dijo que la directora Liliana Cavanni lo quería para coprotagonizar «The Berlin Affair», estrenada  en 1985. En adelante su carrera fue en ascenso. El circuito de «cine arte» italiano empezaba a fijarse en él. Trabajó para los hermanos Taviani («Good Morning Babilonia») y en «El vientre del arquitecto», del  director inglés Peter Greenaway, conocido  masivamente por «El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante». Prodan tiene clara la explicación de su éxito. «Gracias al snobismo cinematográfico los directores acostumbrados a levantarse a los actores entre ellos, me empezaron a llamar».

Paralelamente, a  miles de kilómetros de distancia, su hermano Luca al mando de Sumo ya  tenía estatus aunque no comportamiento (hablaba con cualquiera que lo parara en la calle) de estrella  en Argentina, donde había llegado escapando de la heroína.

Luca Prodan era hijo de una familia acomodada conectada con el arte. El padre era comerciante de arte chino y productor en la Cinecittá. Los Prodan fueron educados en Gordonstoun, el mismo internado en el que se educó el Príncipe Carlos y sus hermanos. «Un lugar nefasto», dice Andrea, del que el legendario vocalista de Sumo se escapó. 

«Luca me mandaba cassetes contando cosas de un lado y con música del otro. Luego me empezaron a llegar discos de la CBS y ahí me di cuenta que iba en serio y después recortes de diario. Él era una mezcla entre el fanfarrón y que no le importaba nada».

Justo en una de esas cintas, Luca contaba que había visto en televisión la película «Como Matar a la propia esposa», con Virna Lisi y Jack Lemmon. «Me dijo: ‘Andrea, la vi salir de una torta y me enamoré». La actriz, cuando Andrea filmó «El hijo de la calle Panisperna», en 1987  ya estaba en retirada, pero cuando la tuvo en el set  Prodan se acercó y le contó que su hermano era famoso en Argentina y le había hecho una canción . «Al día siguiente llega muy emocionada y me dice ‘nadie me hizo un tema, está buenísima, muy extraña y bastante erótica». Virna Lisi le  dio una foto de ella veinte años más joven, autografiada   y Andrea la guardó. No le contó nada a Luca. Lo vería en algunas semanas en Argentina para pasar la Navidad. Al día siguiente de comprar el pasaje a Buenos Aires se enteró que  el hombre de  «La rubia tarada» moría de un ataque, producto de una cirrosis crónica. La ginebra fría y su vida de pinchazos en Roma le pasaron la cuenta.

«Logramos ver lo que era Sumo cuando vinimos con mi madre al funeral. Creo que tuvo tanto éxito porque llegó justo en una época que la gente necesitaba sacudirse de la represión y él aterrizó con su frescura, con  su libertad asumida y su destino marcado, porque él sabía que se iba a morir. Antes de irse cantaba ‘Five Years’, de Bowie y justo cinco años después se murió. No tenía nada que perder  Vio que en Argentina tenía un espacio para tocar el rock setentoso con ideales, con locura, con mucho de Zappa de Ian Dury, que en Inglaterra ya no podía tocar: Luca captó eso inmediatamente porque era como un gato el chabón».

Al poco tiempo el gerente del cementerio lo llamó para que cambiaran la tumba a otro lugar del cementerio de Avellaneda porque los fans eran demasiados y causaban destrozos. Hoy en vez de una cruz hay una un bolón de piedra  del río cordobés de Traslasierra donde Luca vivía. Ahora la lápida está transformada en una cabeza blanca con anteojos. 

La camisa de fuerza

Entre Sumo e Ian Dury está clara la similitud . De hecho en la misma época en que Andrea (47) y Luca (que tendría 55) veían a The Clash , trabajaron en el equipo de seguridad de Stiff Records, la compañía de discos a la que pertenecía Dury. «A Luca le gustaba, de hecho se parecen en la forma de pararse en el escenario, en el bajo muy funky y en el sentido del humor mezclado con música, pero es una de las tantas influencias que tenía».

Andrea Prodan siguió trabajando en cine, filmando en  locaciones exóticas como Rusia y el norte de África. Compartió créditos con, entre otros, Richard Harris, Ornella Muti, Bruno Ganz y Charlotte Gainsburg, en una película de 2006 sobre inmigrantes italianos. «Estuve en la decadencia del cine italiano, cuando los viejos que me inspiraban como Scola  ya estaban gagá». Hizo películas de corte bíblico para la televisión.  Decidió quedarse en Argentina donde armó una banda, «Romapagana», que prepara su primer disco. «Me sentía más cómodo  en Argentina. Es cierto que mi hermano puede abrirme puertas pero en Europa  hay como una camisa de fuerza que no te deja hacer. Un nudo. He notado eso también en Chile, basta ver el tráfico y la gente conduciendo sus autos nuevos para darse cuenta del exitismo. Chile es como una pequeña Alemania. En Argentina está todo hecho mierda y va cada vez peor. Es un país de sobrevivientes y eso te da un espacio de tranquilidad».

El próximo lunes 22 de diciembre, cuando se cumplen 21 años de la muerte de su hermano, no participará en la tradicional procesión a la tumba. «Va gente de Santiago del Estero en micro, yo no celebro la muerte, voy solo otras veces y siempre hay un par de locos fumándose unos porros».

 

 

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