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La «pulga en el oído» que complica la presidencia de Coloma en la UDI

Durante estos meses el diputado ha mantenido un protagonismo que no parece estar dispuesto a soltar, lo que no facilita la gestión del timonel gremialista. En este escenario, da la impresión de que lo que parecía un trámite, como era el hecho de que Sebastián Piñera fuera proclamado por el Consejo General del partido, no será tan fácil como se suponía, porque Kast no muestra disposición a entregar un cheque en blanco al abanderado, con quien se ha trenzado en disputas públicas.


Tal como se veía venir, a Sebastián Piñera le está costando más de lo calculado ordenar a la UDI detrás de su candidatura presidencial. Se agrega a ello las «tremendamente desafortunadas» intervenciones de dos de sus más cercanos colaboradores, Rodrigo Hinzpeter y Alberto Espina, quienes «redesordenaron» el mapa. El primero reflotó la calidad de empresario del abanderado de la derecha, pero criticando que Frei está en la misma condición de hombre de negocios ligado a la política, mientras que el segundo propuso que los parlamentarios podían congelar sus puestos para asumir cargos en el gobierno.

Este escenario tampoco es fácil para el presidente del gremialismo Juan Antonio Coloma, pues la definición de apoyar a Piñera en su camino hacia La Moneda, abrió un espacio político para la disidencia interna, liderada por José Antonio Kast.

Si el viernes 12 de diciembre Piñera respiró tranquilo cuando desde las Termas de Colina le comunicaron que la UDI había aceptado por unanimidad respaldar su candidatura, no imaginó que tal decisión generaría una pugna soterrada -y a ratos

definitivamente abierta- en sus vecinos de la Alianza. La contradicción se produce porque un sector del gremialismo no está dispuesto a entregarle un cheque en blanco al empresario, mientras que otros sostienen que el tema ya está zanjado.

Kast -y otros- convirtieron este dilema en una oportunidad y construyeron más poder interno. Lo hicieron en el último Consejo Directivo Ampliado, cuando aceptaron dar la unanimidad al voto político de la instancia, siempre y cuando sea el Consejo General del próximo año el que ratifique la decisión y que el dueño de Chilevisión haya cumplido con una serie de exigencias, por ejemplo, desprenderse de sus empresas.

El documento que emanó de ese encuentro, no hace alusión explícita al tema, sino que se daba por entendido, transformándose en un problema al interior de la UDI. Y esto porque si bien los líderes más importantes del partido sostienen que Piñera está consciente de que debe «aclarar» esa situación, figuras como Kast o Evelyn Matthei -por nombrar algunas- lo han emplazado públicamente en tal sentido para que apure su decisión.

La situación deja en evidencia la división gremialista, algo nada bueno para Coloma, porque existe la posibilidad de que en 2009, casi a la mitad de su mandato, el Consejo General (CG) le revoque la resolución al presidente. Esta chance trae a la memoria lo sucedido en mayo del 2005 cuando el CG de RN hizo exactamente lo mismo, retirando el apoyo a Joaquín Lavín y levantando a Piñera como su opción propia. En su momento, muchos militantes de la UDI, incluso algunos dirigentes, juraron venganza.

Rechazo a las sillas musicales en la Constitución

Kast se está convirtiendo así en la «pulga en el oído» para la gestión de Coloma. Y aunque el primero asegura que nunca aspiró a convertirse ni liderar la disidencia, lo cierto es que lo está haciendo.

Para terminar de enrarecer el escenario político al interior de la UDI, la estrategia del piñerismo de sacar a flote la calidad de empresario de Eduardo Frei Ruiz-Tagle puso en duda la capacidad de los equipos del empresario para enfrentar una elección presidencial. Peor aún resultó el efecto que provocó la iniciativa propuesta por Alberto Espina, que termina con la prohibición que existe actualmente de que los parlamentarios puedan ocupar cargos ministeriales.

Esa fue la gota que desbordó el vaso. Para peor, la directiva gremialista no reaccionó lo suficientemente claro, a juicio de algunas figuras de su partido, sobre todo considerando que lo propuesto por Espina, impide lo que la UDI siempre le ha criticado a la Concertación, es decir, que puedan surgir caras nuevas y que no sean siempre los mismos los que se reparten los cargos.

«Las sillas musicales» le llamaron Kast, Darío Paya y otros a la iniciativa planteada por el senador de RN. El autor de este concepto fue Coloma, pero no ahora, sino hace varios años. Y lo hizo para escenificar el hecho de que, en su opinión, durante los gobiernos de la Concertación en los principales cargos siempre se reconocen los mismos nombres.

De hecho, Kast y Paya fueron los primeros en salir al paso anunciado su voto en contra para la propuesta de modificación a la Constitución, señalando que «además de ser un error para el país, contribuiría a agravar todavía más la sensación de descontento, con una clase política apitutada, apernada y que parece legislar, por sobre todo, pensando en defender sus propios privilegios y cargos».

Kast recordó que la renovación de la política «pasa precisamente por abrir la cancha y presentar nuevos liderazgos», quedando de manifiesto que la pequeña disidencia gremialista no está dispuesta a transar con todo.

Crisis de unidad

Para terminar de romper la tranquilidad del sector y en particular la de la UDI, está el hecho de que sus socios no se resignan a entregarle al gremialismo las presidencia de las dos cámaras en el Congreso, desconociendo un acuerdo alcanzado en enero de este año. En RN se niegan a que sus aliados tengan el monopolio del Congreso el 2009, año de elecciones tanto presidenciales como parlamentarias.

Uno de los más fuertes detractores del acuerdo es el senador Sergio Romero, quien deberá defender su cupo parlamentario en la Quinta Cordillera con el aspirante gremialista Marcelo Forni. Pero eso no es todo, ya que además de Romero otros cuatro senadores de la tienda de Antonio Varas, deberán intentar mantenerse en la Cámara Alta, tarea difícil si no se llega a algún tipo de acuerdo con la UDI.

Así las cosas, no faltan los que estiman que la presidencia del Senado sería una plataforma nada despreciable para mostrarse durante un año especialmente álgido. Pero lo peor de todo es que estas pequeñas disputas corroboran que para la derecha sigue siendo difícil mantener la unidad y que no será fácil seguir mostrando gobernabilidad.

Para la UDI la situación es especialmente complicada, porque Coloma deberá gobernar bajo la permanente y estricta vigilancia de Kast, quien en las últimas semanas tiene a su favor pequeñas victorias. Y en política, todo suma.

 

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