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Ser mujer y conductora de Uber: el trabajo ideal que hoy parece de alto riesgo por asaltos y ataques Destacado

Ser mujer y conductora de Uber: el trabajo ideal que hoy parece de alto riesgo por asaltos y ataques

Alejandra Valle
Por : Alejandra Valle Periodista, porteña. Conductora de televisión, editora de revistas, con un largo currículum en diversas plataformas de información. Directora en www.elmostrador.cl/braga @siliconvalle
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La semana pasada murió un chofer en Recoleta y otro recibió 16 disparos en su automóvil. ¿Qué piensan las mujeres que han decidido ponerse al volante de este servicio a pesar de los enfrentamientos con taxistas? ¿Siguen a pesar de esta nueva modalidad del efectivo? Aquí tres historias.


Lejos de terminarse los problemas entre los socios conductores de Uber y los taxistas, los enfrentamientos se han agudizado el último tiempo. Más aún desde que Uber empezó a aceptar efectivo. Y la semana pasada esta violencia parece haber llegado a su peak, con videos que comenzaron a dar vuelta a través de las redes sociales que demuestran que esto está lejos de estar bajo control. Vimos uno en Vitacura, donde una mujer que está a punto de subirse a un auto graba cómo éste es acorralado por un taxista que se baja con un bate y comienza a destrozar el vehículo que él supone es Uber.

Un poco más violento es el otro en que un taxista comienza a disparar al supuesto Uber. Y bueno, lamentablemente esta violencia ha escalado a nivel que un chofer murió en Recoleta producto de un asalto.

“Desde que apareció el Uber Cash empezaron los ataques a hombres y mujeres, a perseguirnos, a quebrarnos los vidrios, peleas, luchas en las carreteras. En las noches, hay muchos problemas con los taxistas. En el día también, pero menos. A las mujeres no nos tiran golpes, pero sí balines de acero para quebrar parabrisas y las lunetas traseras. Ahora nadie trabaja abajo, todos arriba”, cuenta Cristina Guíñez, vicepresidenta de los conductores de Uber. Ella es un ejemplo de las decenas de mujeres que salen a la calle a buscar pasajeros mediante esta aplicación, a pesar de los riesgos, a pesar de que se mantengan en la ilegalidad. Separada, con dos hijos, uno en el colegio y una niña en la universidad, este trabajo es ideal para compatibilizar ser madre sola y ganar un buen sueldo.

“Con la plata que gano, pago la mensualidad de la camioneta e infinidad de cosas más, toda la casa. De colegio y universidad se encarga mi ex. Paso a dejar a mi hijo a las 8 y después me voy a trabajar hasta las 9 o 10 de la noche, hasta que oscurezca. Los martes no trabajo porque sí lo hago todos los fines de semana, es la única manera de juntar la plata que necesito para vivir. Antes alcanzaba bien, ahora hay tantos conductores que es la única manera de juntar lo que necesito”, acota Guíñez sobre el panorama actual.

Y ella sí que sabe. “Trabajo en transporte hace 9 años. Primero trabajé como chofer para Chilevisión y productoras. Pero empezó esto del Uber y era fantástico, fabuloso. Puedes ir a dejar a tus hijos al colegio y te conectas, los vas a buscar y te conectas otra vez. Es un trabajo muy bueno para las mamás. Las que somos separadas podemos dejar a los niños con el papá y trabajar todo el fin de semana. Es súper cómoda para la mujer esta pega. Era tan relajada, tan buena gente se subía a los autos. Yo amaba Uber. Era de la que iba a reuniones con las gerencias. Hasta que apareció el Uber cash y eso cambió todo”, relata Cristina.

– ¿Qué es más riesgoso para las mujeres, la gente que los toma o los taxistas?

– Los que se suben a la camioneta te pueden matar, como acaba de pasar. Pero en la noche la lucha con los taxistas es feroz. Sales en la noche y te disparan balines, te tiran el auto encima, hay colegas que han chocado por culpa de que te acorralan.

– ¿Bajaron la cantidad de mujeres desde Uber cash?

– Sí. Hay muchas colegas que antes trabajaban y ahora no. Un 30 o 40% han preferido abandonar. Y el resto aperramos no más. Ayudándonos con grupos de hombres. Antes teníamos nuestros grupos de whatsapp, ahora tuvimos todas que emigrar a grupos de hombres. Antes nos poníamos de acuerdo para tomar café, hicimos un paseo, nos dedicábamos a vender cosas. Ahora ya no. Ahora es todo el rato cuidado con esto, fíjate que está pasando esto otro.

Sobre este cambio de panorama, Cristina está consciente de que “hay personas a las que les gusta tener cash. Si hubiese una forma de regular eso sería fabuloso. Los pasajeros podrían inscribirse con su rut, por ejemplo. Y lo otro es que el Estado regule las aplicaciones pronto, para que podamos trabajar tranquilos con nuestros permisos y así nos dejen de molestar los taxistas. Ésas son las dos cosas más importantes, que el Uber efectivo tenga una manera de registrar a los pasajeros y que el Estado nos regule como conductores que somos. Ésas son las dos cosas que estamos siguiendo. Necesitamos que la Ministra del Trabajo nos reciba como gremio”.

– Dirías que las mujeres ¿andan con miedo manejando?

– Sí. Completamente. Por el Uber Cash porque nos pueden asaltar, por los taxistas.

Para aumentar los ingresos

En la actualidad, Mónica Traslaviña usa Uber como un complemento de sus ingresos. Sale en las horas que tiene espacios vacíos, tratando de ajustarse a los horarios que son de alta demanda. En las mañanas, maneja a partir de las 7 y hasta las 9 y media más o menos. “El otro horario punta es en la tarde cuando la gente sale del trabajo, desde las 6 hasta las 9 ó 9 y media de la noche. Y los fines de semana, trabajo las noches enteras viernes y sábado. Se gana más y son las horas en que más manejo. Empiezo entre 9 y media y 10 y termino 5 y media a 6 de la mañana”.

– Esas son las horas de más riesgo, ¿no te intimida ver los videos de lo que pasa?

– Intimida. Son variables difíciles de manejar, pero se puede. Esto se supone que pasa en el barrio Bellavista y otros barrios más marginales de Santiago. Yo me voy a manejar a La Dehesa, ni siquiera me voy a Vitacura porque ahí hay un foco peligroso los fines de semana con respecto a los taxistas. Pero mira, siempre con el tiempo y la experiencia uno puede vivir acomodándose. Aunque no se puede negar que últimamente han estado mucho más agresivos.

– ¿El cambio vino con lo del efectivo?

– Hubo un cambio importantísimo en la relación con el gremio de los taxistas. Una vez que estás cobrando en efectivo, le estás metiendo la mano en el bolsillo al gallo, independiente de que el servicio que entrega Uber es superior al de muchos taxistas. Pero sí, se agravó la situación con los taxis.

– ¿Cómo llegaste a Uber?

– Siempre me gustó manejar, pero cuando llegaban las vacaciones. Llegué por necesidad. Debía aumentar mis ingresos y yo llevo a mis hijos a sus carretes los fines de semana en las noches y quedaba muchas horas en vigilia. A través de una amiga supe de Uber y me conectaba en esos tiempos muertos unas cuatro horas por noche y las lucas se notaban, no era menor. Pero llegué por necesidad básicamente.

Incluso, Mónica relata que “durante unos meses solamente viví de Uber. Me adapté y manejé jornadas completas como si estuviera en una oficina y el resultado equivalía a un trabajo asalariado bien pagado. Además es plata instantánea porque se paga semanalmente. Por eso hoy lo trabajo como un salvavidas. Cuando van a estar las vacas flacas, salgo a manejar”. Como hoy, el rubro para el que trabajó Mónica durante años no está alto, el riesgo de manejar Uber vale la pena.

“Uber fue una terapia”

Para la que no valió la pena fue para Ignacia, quien nos pide que resguardemos su nombre. Ella es de las que prefirió retirarse cuando vino lo del pago en efectivo. Cuando comenzó Ignacia, no había dramas con los taxistas ni era un servicio tan masivo. Ella trabajaba entre 8 y 12 horas diarias los fines de semana en que su hijo se iba donde el papá.

“Con eso me hacía un sueldo de más de un millón de pesos y a veces más de un millón y medio”, cuenta.
Ignacia trabajaba en el área comercial y de servicio. De un día para otro la despidieron y tenía que cubrir un sueldo de dos millones y medio. “Jamás tuve ningún problema, jamás corrí riesgos. Porque paso piola y pongo al servicio de Uber mis conocimientos, así que sé tratar al empresario, al gringo, a la señora con guagua y a la viejita. Además pongo la aplicación con poca luz para pasar piola. Nunca me vestí de chofer tampoco, sino como ejecutiva. Si me mandaban a buscar a un niño al colegio, llamaba a los papás para que supieran que estaba bien. Yo daba servicio y eso hizo que mis calificaciones fueran altas. Fui jugando y cuando me mandaban a otras partes también y en la noche aprendí a parecer más hombre, en fin. Hice este trabajo lo más eficiente posible para poder ganar mis lucas, que era lo que necesitaba para poder sacar adelante a mi hijo que depende de mí 100%”, detalla.

Por eso, Ignacia se siente “una defensora de Uber. Le debo suplir nuestras necesidades durante un año sin bajar el nivel y trabajar en los horarios en el que él estaba en clases o en cumpleaños. Yo creo que nosotras las mujeres debemos sacarle partido a Uber y nosotras, que somos astutas, debemos saber hacerla. Tenemos un sexto sentido que baja el riesgo”, reflexiona.

Sin embargo, Ignacia renunció igual. “Desde que salió el efectivo dejé de salir. Primero porque soy tremendamente distraída y de repente salía y no tenía vuelto y como eres honesta, redondeaba hacia abajo y salía para atrás. Luego suspendí noches por lo mismo. Pero también por los precios, porque entre el alza de la bencina, el desgaste de tu auto que tiene que estar como chiche, no conviene ganar 1.500 pesos en dos horas.

– ¿Lo del efectivo mató Uber?

– Así es. Un gallo con trago, por ejemplo, que se queda dormido en el auto, es muy distinto si la tarjeta se te carga igual que si tienes que despertarlo jugoso y traposo para que empiece a sacar las lucas. Uno decide entonces no trabajar en las noches por el tema del efectivo. Ahora cuando se regule esta cuestión, que es lo que entendemos que va a pasar, es perfecto. Uber tiene que tener nuevamente sólo la tarjeta de crédito como medio de pago. Porque eso te restringe mucho. Eso evita que la gente saque teléfonos con prepago, te hagan encerronas y no te paguen o te roben.

Ignacia no ve otra salida para volver, pero a ella le encantaría poder hacerlo y aboga para que las cosas se solucionen porque “la verdad” es que todos usan Uber. “Yo tomé ministros, gente de la PDI. Es más seguro si uno quiere mandar un hijo, si quieres monitorear a un empleado de una empresa. En ese sentido, Uber es lo máximo. Y para mí, como mujer, Uber fue una terapia. Después de que me despidieron estaba con una depre espantosa, urgida por las lucas y estuve un año mal. Tenía que salir adelante como fuera. Creo que la empresa debería preocuparse por el bienestar de los choferes o los socios conductores y subir un poco los precios y volver a dar un buen servicio”, termina. Todo para lograr que Uber vuelva a ser ese trabajo ideal para las mujeres.

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