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Hipermaternidad: ¿Se convirtió el apego maternal en una posverdad? Yo opino

Hipermaternidad: ¿Se convirtió el apego maternal en una posverdad?

Evelyn González
Por : Evelyn González Profesora de filosofía
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Desde que fui madre, muchos cuestionamientos interrumpen mi cabeza, algunos asociados al colecho, la lactancia, el porteo y últimamente también el apego. Muy pronto cesará mi postnatal y una amiga asevero: «¿Con quién dejaras a tu hija y como lo harás con el desapego?». ¿Desapego? Comencé a indagar entre mis amigas y muchas me hablaban de la importancia que posee para el bebé el que su madre este con él/ella el mayor tiempo posible, la importancia de acogerlos, tomarlos en brazos, acunarlos, quererlos y amarlos. Hasta aquí me pareció hermoso, pero algo no me calzaba ¿por qué ninguna cuestionaba el estar «apegada» al niño/niña 24/7? Mi bebé tiene cuatro meses y a pesar de poseer todos los aspectos nombrados por mis amigas, no me gusta estar 24 horas del día «apegada» a mi bebé y si lo hago, porque no hay de otra, termino ¡agotadísima!, cansada y despotricando el por qué la maternidad es una actividad tan en solitario.

Investigué un poco más y di con lo siguiente:

La mujer históricamente ha sido confinada a lo doméstico, por un convencionalismo bien instaurado que dicta que desde allí, somos mejores protectoras de la infancia sin cuestionar si quiera su acometido inicial. Sin embargo, y a pesar de la cantidad de mujeres que intentaron revertir lo naturalmente impuesto, hoy prolifera la idea de apego como sinónimo de casa, hogar, hijo 24/7, colecho, porteo, etc. dejando bien poco espacio para la discusión.

Es así como la hipermaternidad se ha convertido en un fenómeno que ha vuelto a las mujeres directamente al lugar de donde por años habían querido arrancar: el hogar. Esto, como consecuencia de lo que se conoce como  teoría del apego que inyecta la idea en mujeres a sentirse y verse a sí mismas como madres orgullosas del rol que poseen en sus casas, buscando promover el cuidado afectivo – emocional de sus hijos, pero que las aísla completamente del espacio público, comprendiendo mínimamente que dicha acción es una trampa más del patriarcado.

Si volvemos la mirada y analizamos su contexto, nos encontramos  que dicha teoría aparece en el siglo XX donde muchas mujeres  debieron de volver a sus hogares para entregar los puestos de trabajo que los hombres habían abandonado para enlistarse en las filas de la Primera y Segunda Guerra Mundial. De este modo, prolifera una estrategia social que idealiza la maternidad e impide abordar los verdaderos sentimientos que aparecen en este periodo, reprimiéndolos por temor a ser juzgada antes que comprendida, ejecutando una crianza en el hogar, sin percibir que lo que se buscaba en realidad, es volver a la mujer al espacio para el que siempre ha debido de mantener: la casa, o sea, el espacio privado porque el público es competencia del varón,  manipulando sus emociones, organizando su realidad de manera afectiva y por tanto poco productiva.

Asimismo, existen muchas mujeres que desobedeciendo al rol que les toca jugar en una sociedad patriarcal, buscan ejercer otro tipo de crianza,  ligada no necesariamente al hogar, pero se encuentran que finalizado el postnatal, son juzgadas por sus propias congéneres quienes las acusan de desnaturalizadas por -ojo- abandonar a sus bebés en sala cuna.

Yo me pregunto: ¿es la madre la desnaturalizada o es la institución la que impide otras formas mucho más amables de vinculación con los hijos? Porque cabe mencionar que además, esas mujeres que se atreven y vuelven al espacio público (que son sus trabajos), sufren el menosprecio en su actividad, siendo calladas por el excesivo machismo que circula en su entorno -comentarios sexualmente ofensivos, indiferencia al momento de emitir comentarios,  bajos sueldos, etc.- obligándolas entonces a guardar algunos meses más en la soledad que les otorga el hogar, no por opción sino mas bien por idealización, que esconde una elitización de un sector que no ve, y solo mantiene una postura arraigada a una creencia sin reflexión. Porque… ¿pueden  las madres que poseen menos recursos, darse el lujo de un apego efectivo con sus hijos? ¿qué pasa cuando se posee  un salario de hambre y se debe volver al trabajo? ¿Dónde aparece y dónde termina la sororidad, si solo se acuña una idea desde un lugar privilegiado y se abandona a las mas desvalidas?

Es curioso entonces que aquello que entendemos como verdad, solo se arraiga en un grupo que necesita mantener opiniones similares, conectadas con poca fuente de información, reproduciendo solo a cabalidad la desinformación, sin dar acogida a la reflexión que hoy por hoy pareciera ser una acción poco difundida.  El dispositivo de control que solo visualiza a la mujer en su rol reducido a la maternidad, impone un vaciamiento de la identidad femenina impidiendo su devenir, subyugando su ser a un estado naturalizado de mujer que sacrifica su vida por un otro, sus hijos.

Por tanto si históricamente la mujer ha sido confinada a lo doméstico, que utilice ese lugar como espacio de emancipación, haciendo de lo personal, íntimo, algo político, desmontando ese rol de subordinación, pensado por el poder, para atacar desde allí, las prácticas de control que hoy se intensifican en la maternidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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