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Monja violada ya habría sufrido acoso sexual en el claustro anteriormente Destacado

Monja violada ya habría sufrido acoso sexual en el claustro anteriormente

Dos años antes de la violación acreditada y sentenciada por la justicia civil, la Hermana Francisca habría sido víctima de otro trabajador en el monasterio. Según consta en la denuncia, la superiora de esa época habría dicho que «este hombre era así, cariñoso».


Esta semana salió a la luz el caso de la Hermana Francisca, monja de claustro, que fue violada en octubre del 2012 dentro del Monasterio de la Santísima Trinidad de la orden de las Clarisas Capuchinas. El violador, Hernán Ríos, estaba trabajando en el monasterio realizando arreglos eléctricos y Francisca era la encargada del trato con los trabajadores, incluyendo su alimentación.

Pero anteriormente, Francisca ya habría sufrido acoso sexual dentro del monasterio. Así consta en la demanda presentada contra el Arzobispado de Santiago que se puede leer en el sitio del poder judicial.

Fue en el año 2010 cuando T.C. fue autorizado a entrar al recinto como trabajador por la madre superiora. «En una fecha que ella no recuerda con precisión, sino únicamente que fue después del terremoto de ese año, este hombre, aprovechando que no había otra persona en el lugar, la violentó, se abalanzó sobre ella y trató de besarla a la fuerza, debiendo ella defenderse», señala el escrito.

Además se narra que tras el episodio, la Hermana Francisca «se sintió muy mal, asqueada y consternada, pero no lo comentó con nadie debido al temor y la vergüenza que tenía. Temía a este hombre y cuando él venía al monasterio ella se escondía».

Sin embargo, le aconsejaron que contara a sus superiores lo que había pasado. «Pasado un tiempo comentó los sucedido a una mujer laica consagrada que prestaba trabajos en el Monasterio de la Santísima Trinidad, quien consideró muy grave lo ocurrido y se lo comunicó de inmediato a la Abadesa de entonces, la Madre Julieta. La superiora no le dio ninguna importancia a la agresión sexual, minimizándola, señalando que este hombre era así, ‘cariñoso’, y que de ninguna manera podía ser cierto lo que la hermana decía», se lee.

También se explica que pese a tomar conocimiento de lo sucedido, no se tomó ninguna medida para proteger a las religiosas  y que «de ninguna manera se buscó indagar o conocer lo sucedido, menos aún se adoptó alguna medida en contra de este trabajador, quien por el contrario, siguió desempeñando trabajos en el Monasterio pues contaba con la confianza de la Superiora». Según se explica en la demanda, T.C. era pariente de la Madre Julieta.

El caso de violación

La Corporación Humanas, organización dedicada a la defensa de los Derechos Humanos y a la justicia de género, presentó una demanda civil de indemnización de perjuicios por el grave daño provocado a la monja de claustro, ya que desde el primer momento en que la Hermana Francisca informó que fue violada por Hernán Ríos el año 2012, se le culpabilizó por lo ocurrido y se le marginó de la vida religiosa.

“Me dijeron que yo era la culpable de todo, que yo lo hice a propósito”, relató la Hermana Francisca respecto a la reacción que tuvieron sus compañeras de claustro al enterarse de que había sido violada y que estaba embarazada.

La noticia de embarazo llegó cuando Francisca, después de sentirse enferma, con vómitos y dolor de estómago, concurrió en enero del 2013 al Hospital Barros Luco y a la Clínica de la Universidad Católica. Allí los médicos le indicaron que tenía 13 ó 15 semanas de embarazo.

En aquella oportunidad, la mujer estaba acompañada de la Hermana María Olga, quien la increpó inmediatamente al enterarse e informó sobre la situación a la superiora cuando llegaron al monasterio, quien tuvo la misma reacción y, sin preocuparse por el estado emocional y físico de la Hermana Francisca,  sólo se dedicó a exigirle que firmara cartas de renuncia a sus votos religiosos para enviarlas al Arzobispado y al Vaticano, a lo que la monja se negó, según se narra en el expediente.

La Hermana Francisca ingresó a los 16 años al claustro, primero en Bolivia, su país de origen, y desde el 2002 en Chile. Llevaba 15 años viviendo entre religiosas y es la única forma de vida que conocía hasta aquel momento, por lo que abandonar su condición de religiosa le parecía inconcebible.

A pesar de ello, Francisca fue responsabilizada y se le exigió la renuncia sin presunción de inocencia, como ha sucedido en otros bullados casos que involucran a miembros de la Iglesia.  Tampoco se le brindó asistencia legal.

Camila Maturana, abogada de la Corporación Humanas y quien ha llevado adelante la demanda civil, es quien está representando a la Hermana Francisca.

– ¿Contra quién se presentó la demanda?

– La demanda se dirige contra el Arzobispado de Santiago, representado por Ricardo Ezzati, y contra el Monasterio de la Santísima Trinidad de la Congregación Clarisas Capuchinas.

– ¿Qué tipo de demanda y por qué razón se presentó?

– Se presentó una demanda civil de indemnización de perjuicios por el grave daño causado a la Hermana Francisca, monja de claustro que sufrió violencia sexual dentro del monasterio y fue culpabilizada por la violencia que sufrió desde el primer momento y en adelante marginada de la vida religiosa y dejada en estado de abandono y desamparo.

– ¿Qué plantea la demanda?

– En la demanda se plantea que la Iglesia Católica no adoptó ninguna medida para proteger a las mujeres religiosas ni prevenir la violencia sexual, a pesar de que en diversas ocasiones hombres trabajadores fueron autorizados a ingresar al monasterio, lo que generó un contexto de riesgo. Además, los hombres fueron autorizados a quedarse a dormir en el monasterio, lo que es una infracción a de todas las reglas canónicas que rigen los recintos de clausura. Esta situación posibilitó que ella fuera violada.

– ¿Cuál fue la reacción de la Iglesia Católica cuando se enteró de la violación?

– La Iglesia Católica, en lugar de ampararle, defenderle y prestarle orientación profesional para denunciar el delito que ella sufrió al interior del monasterio, desde un principio dudó de su palabra, la responsabilizó de la violación y la expulsó.

– ¿Qué hizo Francisca cuando fue expulsada del monasterio?

– Después de que Francisca tiene a su hijo y lo da en adopción, se mantiene desde la iglesia la expulsión. No le permitieron volver ni siquiera después de haber dado al hijo en adopción, a pesar que ella lo solicitó formalmente a la Abadesa del monasterio y también al Arzobispado, específicamente al Vicario para la Vida Consagrada, Aldo Coda. Ella le entregó una carta en la que, por supuesto, lo puso en conocimiento de todo lo que le había ocurrido y le pidió volver. Esa petición no fue acogida.

– ¿Y qué reacción tuvo Francisca luego de que se rechazó su petición?

– Como nadie le creyó lo que le había ocurrido, la Hermana Francisca puso una denuncia que llevó a una investigación en el Ministerio Público, el que determinó que ella había sido, efectivamente, víctima de agresión sexual y el agresor fue condenado. Cuando la justicia condenó al agresor, la decisión de la iglesia no fue revertida. Eso, a juicio de nosotros y esperamos que así lo determine la justicia, constituye un daño de carácter permanente que le está generando la iglesia a Francisca

– ¿Creen que la Iglesia Católica no apoyó a Francisca por ser mujer?

– Yo no soy la indicada para responder esa pregunta, pero sí planteamos en la demanda que la iglesia presta apoyo incluso a sacerdotes que enfrentan procesos judiciales por abuso sexual. En cambio, Francisca, que era la víctima, ni siquiera tuvo apoyo para enfrentar la denuncia. Al contrario, fue dejada desamparada. Además, la iglesia no participó en la investigación. La superiora fue llamada a declarar y simplemente no se presentó.

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