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Manspreading: La actitud de los hombres que violenta en el transporte público Se abre el debate

Manspreading: La actitud de los hombres que violenta en el transporte público

Ingrid Garces
Por : Ingrid Garces Periodista, penquista, ex Sub gerente de contenidos de La Red, experta en marketing digital. Directora en www.elmostrador.cl/braga En Instagram @ingridgarces En Twitter @ingrid_garces
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Parece un tema poco serio e incluso exagerado que se haya convertido en un concepto y que varias organizaciones pro derechos humanos alzaran la voz para generar el debate. Por qué los hombres, en general, se sientan con las piernas abiertas en el transporte público invadiendo la zona donde está sentada otra persona. Muchas mujeres han denunciado fotografiando esta actitud y subiéndolas a las redes sociales.


En el mundo entero ya se puso la alarma para evitar que los hombres dejen de sentarse con las piernas abiertas. Muchos activistas a favor de los derechos humanos afirman que esta acción de los varones, y en casos menores de mujeres, es un tipo de violencia. ¿Será una exageración?

Manspreading es un término que se incorporó al diccionario de Oxford en agosto de 2015 y significa algo así como “desparramarse”, es la actitud masculina que invade el espacio de otras personas en el transporte público. Este concepto se refiere a un hecho que no por ser simple es menos molesto: la exagerada apertura de piernas que casi siempre realiza todo hombre cuando toma asiento. Lo cual, claro, podría ser una conducta indiferente, de no ser por las circunstancias públicas en que puede presentarse. Por ejemplo, en la sala de espera de un consultorio o de una oficina de servicio público, en la banca de un parque o, el caso más usual, en el transporte público.

María Francisca Valenzuela, presidenta del Observatorio Contra el Acoso Callejero Chile, explica que «es bueno cuestionarlo y decir en realidad que ambos deberían usar el espacio de igual forma. Las mujeres no deberían estar arrinconadas en el espacio público y los hombres mucho más cómodos. Está bien problematizarlo, pero también es importante cómo entregamos el mensaje porque es probable que muchas personas no lo entiendan de buenas a primera o no lo vean como un acto de maldad, porque en realidad no lo es. Es la forma en que nos enseñan. Lo que tenemos que hacer es cuestionar el tipo de educación que recibimos toda la vida y entender que debemos tener una disposición a construir igualdad».

Valentina Donoso toma todos los días la línea 1 desde el metro Los Dominicos hasta estación República y debe lidiar con los hombres que incluso utilizan más de un asiento, sin pudor a estirar su cuerpo y abrir las piernas. «Lo peor es el contacto físico y que deba ir incómoda, invaden mi espacio casi con la pierna encima. Claro que eso te violenta», relata la estudiante.

Pero no sólo a Valentina le sucede si no que a muchas otras mujeres, como a Cecilia Vega que explica, «una cosa es ir parada en el metro o en el bus y que tengas que tolerar los empujones, pero una vez que logras sentarte no falta el hombre que no le importa incomodarte con sus piernas abiertas dejándote en un rincón del asiento o casi colgando de éste cuando vas en el pasillo».

Este hecho fue denunciado por medio de fotografías en la redes sociales por varias mujeres usuarias del transporte público en algunos países, lo que generó rápidamente un debate entre los que minimizan el problema, y los que pelean por eliminarlo. Pero en Estados Unidos e Inglaterra, desde hace algunos años, incluso se han colocado anuncios con el objetivo de erradicar el manspreading. La consigna es «Dude… stop the spread please!«(Amigo… para el desparramo, por favor).

¿Y por qué motivo los hacen los varones? En este punto nadie se pone de acuerdo, pero a juzgar por la historia milenaria de las relaciones entre el hombre y su entorno, la evolución del así llamado macho de la especie humana lo llevó a requerir holgura y amplitud para mantener cómoda la también así llamada “genitalia masculina”, conocida asimismo en otras épocas como «virilidad» y aun «hombría».

La sicóloga Alexandra Vidal señala que «es un tema sociocultural que tiene que ver con las mujeres que desde niñas tienen que cruzar las piernas, no pueden mostrar la ropa interior y deben estar bien sentadas. Por el contrario, el hombre como usa pantalones se puede sentar con las piernas abiertas tranquilamente y eso lo hace ser masculino. En segunda instancia es un tema de espacio, tampoco pueden cruzar las piernas por un tema de masculinidad por lo que se muestran utilizando el espacio inconscientemente y no menos importante, por la comodidad de sus partes íntimas. Es la libertad social de las que hacen uso los hombres y que las mujeres no lo hacen».

Sin duda, todas hemos visto o experimentado esta situación. Viajamos con tanta comodidad como permiten el Transantiago, el bus o el metro, pero de pronto sentimos la invasión de un cuerpo extraño en ese pequeño territorio que creíamos que nos pertenecía por el breve período que dura nuestro trayecto. Según defienden los hombres, es por causa de la exterioridad naturalmente necesaria de sus testículos y de su “miembro viril” que, al sentarse, lo hacen de tal modo que ni la temperatura ni el aprisionamiento molesten las denominadas “partes blandas”.

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