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Feliz año nuevo aymara Yo opino

Feliz año nuevo aymara

Paula Jorquera
Por : Paula Jorquera Paula Jorquera es ariqueña, mamá, cuentacuentos, escritora y profesora de historia. Ama su norte y el mundo ancestral. En twitter es @paberjoli
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Me gustaría que todas y todos por alguna vez en su vida, se sentaran, cerraran sus ojos y se imaginaran a su yo pasado. Tengo la teoría que nuestros antepasados viven en nosotros como parte de nuestro ADN y eso se nota cuando a uno el corazón se le estremece y la piel se le pone de gallina cuando observas o vives o sientes algo que rescatan los pueblos originarios.

Me di cuenta hace mucho tiempo que lo mío era por el mundo aymara. Quizás mis ancestros son de más al sur de la comarca inca, pero nací y crecí viendo cómo mis hermanos aymaras se levantaban de la discriminación y la humillación. Desde los años 90’ el pueblo aymara ha buscado reinvindicarse con sus creencias y con su tierra a la cual le debemos todo.

Una de las ceremonias que han rescatado los aymaras y de la cual he sido participe es el Machaq Mara o Mara t’aka que en lengua aymara es el Año Nuevo. Se realiza en la víspera del 21 de junio coincidiendo con solsticio de invierno y con otras fiesta como el Inti Raymi en Perú y Bolivia y el Witripantu mapuche, de características similares. 5525 años han pasado desde que la tierra se formó y los cerros llamados mallkus nacieron como seres sagrados. Ahora que se aproxima un nuevo año, es momento de reflexionar, de poner en la mesa todo lo que hemos hecho y meditar sobre las consecuencias de ello.

Gran parte de la responsabilidad de volver a realizar este tipo de ceremonias tan importantes para las familias aymaras, son las mujeres. Sin una organización femenina sobre la marcha, organizando cosas tan básicas como la comida después de la ceremonia o las ofrendas que debe llevar el Aguayo ( una especie de mantel sagrado que se utiliza en todas las ceremonias) cosas que son indispensables y nos ayudan a trasmitir tradición y corazón. Son las mujeres, las warminaka (mujeres en ayamara) las que han dejado la vergüenza de lado y que luchan día a día por no ser pasadas a llevar no sólo por ser mujeres, sino por llevar los rasgos en su piel de ser mal llamadas indias. Conozco a varias que se han olvidado del estereotipo rubio caucásico que la publicidad nos ha querido vender por años y se han sentido satisfechas con sus logros y felices por conmemorar sus tradiciones, tan importantes como este Año Nuevo.

No es como el Año Nuevo occidental. El Machaq Mara es más que eso, es una forma de renovación, es un nuevo ciclo pero con sentido. El sol comienza a alejarse de nuestro hemisferio y estará alejado de nosotros por un tiempo, pues ahora esperamos que vuelva: esta fiesta íntima de recogimiento celebra que el sol iniciará su retorno luego de distanciarse de nosotros.

La ceremonia está llena de pensamientos y agradecimientos. En el norte, los aymaras suben a sus cerros sagrados. Para ellos los cerros son seres con mucha sabiduría que cuidan de nosotros. Allí en la cima del cerro esperamos que el alba del 21 de junio se presente ante nosotros. En el Aguayo se colocan las ofrendas que pueden ser parte de las cosechas que se han tenido, vino y pusi un alcohol de más de 90º porque ¡a la Pacha Mama le gusta el trago bien fuerte¡ Y, por supuesto, la hoja de coca, que también es sagrada. Todos los asistentes pasan al Aguayo para dar gracias por lo bueno y por lo malo, todos en silencio miran hacia el Este a la espera de la salida del Tata Inti (padre sol). Al aparecer los primeros rayos, todos levantan sus palmas y las dirigen hacia ellos en señal de recibir las nuevas energías para comenzar un nuevo año. Además cada uno asume compromisos que pactará para cumplirlos el año que viene.

Nada iguala a un amanecer y la mayoría de las veces uno no se percata de su existencia. En este ritmo urbano demencial, uno no se toma el tiempo de darse cuenta que un amanecer es un nuevo comienzo y, a pesar del frío que pueda uno pasar esperando en el cerro los rayos del nuevo sol, te da tanto sentido entregar tus manos para sentir como este nuevo ciclo comienza. No hay mejor época que esta para reflexionar sobre los ciclos que vivimos. Nosotras pasamos en ciclos mensualmente, nuestra vida es un ciclo constante que no nos damos cuenta cómo avanza sin detenerse. Por qué entonces, no detenerse una madrugada, subir a lo alto de un cerro y dar gracias por todo lo que vivimos y lo que aprendimos.

¿Será tan difícil que el 21 de junio sea un día de alegría y reflexión para todas nosotras que buscamos darle un sentido a esta vida más conectada con nuestro pasado? Piénsenlo, somos mestizaje, unión de varias partes y además de tener raíces europeas, lo más importante es que tenemos raíces aborígenes que nos llaman a meditar y nos hace sentido sobre esta ceremonia tan importante, el machaq mara.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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