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ONU Mujeres identifica obstáculos y propone medidas para fortalecer a la mujer en la economía Desigualdad

ONU Mujeres identifica obstáculos y propone medidas para fortalecer a la mujer en la economía

Pese a que las mujeres aumentaron su participación laboral a nivel latinoamericano y a que el número de graduadas superó al de hombres, siguen siendo afectadas por exceso en la carga de labores domésticas y de cuidado no remunerado, bajos salarios en comparación a los hombres, dificultades para acceder a puestos de toma de decisión, etc.


ONU Mujeres Chile lanzó este miércoles 5 de julio su informe Progreso de las Mujeres en América Latina y el Caribe 2017: Transformar las Economías para Realizar los Derechos, que llama a proteger los avances alcanzados en materia de género, superar los obstáculos y seguir avanzando hacia el cumplimiento de los derechos de las mujeres.

La actividad se llevó a cabo con la presencia de la Directora Regional de ONU Mujeres en las Américas y el Caribe, Luiza Carvalho, la Ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Claudia Pascual,  la Ministra de la Secretaría General de Gobierno, Paula Narváez, el Ministro Desarrollo Social, Marco Barraza y Joseph Ramos, Presidente de la Comisión Nacional de Productividad, entre otras personas destacadas.

En el informe destacan claramente las limitaciones que enfrentan las mujeres que tienen su origen en desigualdades históricamente enraizadas en la sociedad. Las normas de discriminación social y los sesgos de género en las políticas macroeconómicas, fiscales, comerciales y laborales limitan las posibilidades de inclusión de las mujeres, siendo éstas últimas diferenciadas con menores sueldos para labores iguales, concentradas en el sector informal con sobrecarga en trabajo doméstico y de cuidados y privadas de tener acceso a los sistemas de seguridad.

Las mujeres continúan subsidiando la economía de mercado mediante el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, dedicando más del triple de tiempo que los hombres (hombres, 12,7%; mujeres, 37,9%) a las labores domésticas.

Otro de los hallazgos señala que la participación laboral sigue siendo desigual: en la actualidad, alrededor de 60% de las mujeres de América Latina y el Caribe participa en el mercado laboral, comparado con el 85% de los hombres. El desempleo entre las mujeres es 50% mayor que entre los hombres, la proporción de mujeres que no cuenta con ingresos propios es dos veces mayor que la de los hombres y la brecha salarial de género persiste incluso cuando las mujeres han alcanzado mayores logros educativos (20% en promedio). Estos números se agravan en el caso de mujeres con hijos, donde casi el 60% de las mujeres en los niveles más bajos de empoderamiento económico han sido madres a los 19 años.

En cuanto al empleo, la calidad al que acceden las mujeres sigue siendo deficiente: casi el 60% de la fuerza laboral femenina se ubica en la economía informal y persisten las diferencias de ingresos incluso en el sector formal y con mayor nivel de instrucción. Casi el 90% de las personas que realizan trabajo doméstico remunerado en la región son mujeres, mientras los hombres representan solo el 1%.

A pesar de la disminución de la pobreza y de la contribución de la participación laboral femenina, la pobreza se feminizó drásticamente a lo largo de la última década. Entre 2002 y 2014, la pobreza disminuyó casi 16 puntos porcentuales, sin embargo, durante el mismo período, el índice de feminidad de la pobreza (porcentaje de mujeres pobres de 20 a 59 años con respecto a la proporción de hombres pobres de ese mismo rango etario) se incrementó 11 puntos.

Hasta hace solamente tres años la cantidad de mujeres pobres era 18 % superior al de los hombres y es urgente prestar atención detallada a las evidencias que empiezan a llegar sobre un nuevo aumento de la pobreza en la región.

Luiza Carvalho, Directora Regional de ONU Mujeres en las Américas y el Caribe destacó durante el lanzamiento del Informe en Chile que “los retos no deben desanimarnos a alcanzar nuestra aspiración en común: seguir avanzando hacia el empoderamiento económico de las mujeres. Las rutas para el empoderamiento económico de las mujeres son diferentes como han de ser las soluciones, no existe una solución única para el empoderamiento económico”.

Realidades Desiguales

Para una mejor explicación, el informe identificó tres realidades de mujeres definidas por factores estructurales, como niveles de ingresos, educativos, edad del primer embarazo, etnicidad y raza las cuales son: pisos pegajosos, escaleras rotas y techos de cristal.

En un extremo están las mujeres en “pisos pegajosos”, quienes tienen educación primaria baja e ingresos familiares bajos y cuya participación laboral es limitada y significativamente menor que la de los hombres.

En el otro extremo se ubican las mujeres con “techos de cristal”, quienes cuentan con educación terciaria e ingresos familiares altos, pero que ven limitado su crecimiento y acceso a posiciones de toma de decisiones. Aunque se encuentran en una situación más positiva, estas mujeres se desempeñan en contextos laborales de discriminación y de segregación ocupacional que se manifiestan en la brecha salarial y otros factores.

Y finalmente, entre los dos extremos se encuentran las que sufren de “escaleras rotas”, que son quienes cuentan con educación secundaria e ingresos familiares intermedios. Aunque las mujeres de este grupo están insertas en el mercado laboral, carecen de redes de protección que les permitan avanzar significativamente hacia el empoderamiento económico y son vulnerables a caer en la situación de “pisos pegajosos”.

ONU Mujeres espera que este informe pueda contribuir a la sociedad en su conjunto a tomar de consciencia sobre lo urgente que sigue siendo luchar todos juntos por la igualdad de género.

Recomendaciones del Informe Progreso de las Mujeres en América Latina y el Caribe 2017:

• Reconocer, reducir y redistribuir el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.
• Avanzar en la construcción de sistemas de protección social universal con enfoque de género.
• Crear más y mejores empleos y transformar el trabajo en favor de los derechos de las mujeres.
• Fomentar relaciones de familia igualitarias que reconozcan la diversidad de los hogares en la
región y los derechos y deberes de las partes.
• Crear las condiciones para el goce efectivo de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
• Contener los efectos adversos de la desaceleración económica en la igualdad de género.

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