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Karen Espíndola en la promulgación de ley aborto 3 causales: «Es una reparación para mí por tanto sufrimiento» Testimonio

Karen Espíndola en la promulgación de ley aborto 3 causales: «Es una reparación para mí por tanto sufrimiento»

Loreto Santibáñez
Por : Loreto Santibáñez Editora de Agenda País y Revista Jengibre. Periodista PUC con experiencia en prensa escrita, radio y TV, tanto en Chile como en el extranjero.
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Karen Espíndola se hizo tristemente conocida por ser un caso emblemático en la lucha por conseguir la aprobación de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales. Golpeó cientos de puertas para impedir que naciera su hijo diagnosticado tempranamente con una grave malformación. Ella no pudo conseguir lo que quería en su momento pero siguió luchando. Hasta que lo logró.


Karen era una mujer desconocida hasta el 2008, cuando empezó a aparecer en los medios de comunicación. Con 12 semana de embarazo, a su hijo le diagnosticaron una grave malformación cerebral, llamada holoprosencefalia alobar. Es por eso que ella inició una dura batalla para lograr un aborto terapéutico por inviabilidad fetal. Pero no lo logró.

En febrero de 2009 dio a luz al pequeño Osvaldo, quien alcanzó a estar dos años y cuatro meses en este mundo. Para Karen, sin embargo, su hijo no tuvo realmente una vida pues él no se daba cuenta de su existencia.

La condición del pequeño era tan crítica, que Karen no podía trabajar y tenía que dedicarse exclusivamente al cuidado del menor. Lo malo, es que con una gran deuda por los gastos, que poco ayudaron a mejorar realmente la calidad de vida de Osvaldo. Ella se sintió sola, sin una red de apoyo, con un Estado que la obligó a tener a su hijo, pero que no se hizo cargo de ayudarlo a vivir bien con su grave condición. Y peor aún, un Estado que la obligó a ver morir a su hijo, porque su sobrevivencia era muy baja.

Sin embargo, este 14 de septiembre para Karen no fue un día cualquiera. Por fin veía realidad que su lucha, esa que vio tan lejana en su momento, se transformaba en una realidad gracias a mujeres como ella. Y ahí, en primera fila, asistía al acto donde se promulgaba la ley de interrupción voluntaria del embarazo en tres causales.

«Esta lucha fue muy larga. En el proceso, muchas mujeres fueron víctimas de una ley medieval que les trajo dolor, sufrimiento y tortura. Pero hoy, Chile dice basta», sostiene. «Y en lo personal, esto es un tipo de reparación para mí después de tanto sufrimiento que cambió mi vida para siempre», agrega.

Ella recuerda cómo pidió ayuda y golpeó muchas puertas. «En un principio cuando acudí al congreso cursando un embarazo tan trágico, nadie me escuchó, solos los diputados Marco Enríquez Ominami y Álvaro Escobar. Y con ellos comenzamos una larga lucha», explica.

De a poco Espíndola se transformó en uno de los símbolos de las mujeres que pedían que se aprobara la interrupción del embarazo bajo algunas causales, todas dolorosas y dramáticas, y lejos de ser por «libertinaje», como han planteado algunas personas.

Para Karen, hay un gran cambio y avance. «Votamos un poco de hipocresía a la basura y nos convertimos en un país más justo con nuestras mujeres», sostiene. Además, explica que debemos valorar no solo el resultado, sino también el proceso de esta ley. «El cambio más grande se dio en la ciudadanía. Antes era tabú hablar de aborto. Por eso menciono que debemos valorar el proceso. Hoy tenemos una ciudadanía más informada, que no ve el aborto como sinónimo de pecado o culpa. Hay, en definitiva, un mayor entendimiento de la importancia de un Estado laico».

Espíndola recalca que esta ley no obliga a nadie. «Y aunque a muchos pastores y fundamentalistas religiosos les moleste, hoy Chile es un poco más democrático».

«Haber dado a conocer mi historia era necesario para incentivar la empatía de la ciudadanía, algo muy difícil ya que nuestra sociedad estaba dominada por una élite conservadora y muy alejada del sentir de la ciudadanía, que ahora entiende la tortura que significa que un Estado te obligara a llevar a término un embarazo inviable en contra de tu voluntad», reflexiona.

Para Karen fue un camino difícil y doloroso, que la convenció más aún de seguir dando la pelea tras la muerte de su hijo. «El costo de exponer mi vida no fue menor, fui atacada por casi 10 años por estos grupos minoritarios, pero la fuerza de la injusticia me llevo a seguir hablando. Ojalá que mi caso anime a cualquier ciudadano que vea pisoteados sus derechos a alzar la voz y seguir luchando por un país más justo con todos», afirma.

Y recalca ante quienes la han juzgado: «En mi caso, que fue una inviabilidad diagnosticada a las 12 semanas de gestación, es fundamental entender que nada puede hacerse para remediar la situación. Es imposible hacerle el bien al ser en gestación . Y que en el caso de mi hijo tuvo una sobrevida de dos años sumergidos en el dolor y el sufrimiento sin ningún sentido para él. Y en ese escenario es la mujer la que bajo sus creencias personales o religiosas debe tener la opción a decidir y no el Estado actuar de tutor en un momento tan significativo como es la maternidad»

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