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Isabel Allende enamorada: «¡Volví a los 17!» Aunque no piensa casarse

Isabel Allende enamorada: «¡Volví a los 17!»

La escritora dio una entrevista donde habló de la etapa que está viviendo en su nueva relación, de enamorarse a los 75 años y de disfrutar la vida con entusiasmo y sin perder el tiempo.


Isabel Allende dio una entrevista a revista Caras donde demostró que pese a haber cumplido 75 años en agosto pasado se encuentra más entusiasmada que nunca y no solo por el lanzamiento de su último libro Más allá del invierno, sino por su nuevo y loco amor. “¡Volví a los 17!, siento que me queda tanto por vivir. Con esa felicidad, curiosidad, ganas de jugártela y de correr riesgos que te pasa cuando te enamoras”, sostuvo sobre su relación con Roger Cukras, el abogado neoyorquino con quien en octubre cumplirá un año de relación y con el que tiene proyectado vivir desde diciembre, en una nueva etapa que -asegura- no incluye casarse por tercera vez, pero sí construir un futuro juntos.

El romance partió por mail en mayo de 2016. Roger era viudo y había leído varios libros de ella. Allende se había separado después de 28 años de casados, de William Gordon y había tenido que vivir varias muertes cercanas.

“Fue una relación de 28 años y nos separamos bastante viejos. Me sentí en uno de esos inviernos por los que pasan los protagonistas de mi libro, pero sabiendo que saldría de ahí, porque nada se compara con lo que viví en el pasado. Ya me ocurrió lo peor, murió Paulita, lo que me pase ahora no es ni la mitad de lo que ya viví”, señala la escritora.

Se cambió de casa a una bastante más chica, se deshizo de muchos de sus muebles y se estaba acostumbrando a su nueva vida cuando los mails de su admirador se hicieron cada vez más constantes. “Tuvo la paciencia de escribirme cada mañana y noche durante cinco meses y sin conocerme. Se convirtió en algo adictivo. Lo primero que hacía al despertar era abrir el teléfono para ver si me había escrito; ¡ni un solo día dejó de hacerlo! Y no eran mensajes románticos ni me sentí acosada; era de una delicadeza y finura extraordinaria”, explica.

Luego de unos meses ella tomó la iniciativa y lo invitó a que la acompañara a una cena. “Ahí dije: ‘es hora de conocer a este señor’ y lo invité a la comida. Al día siguiente de ese primer encuentro, pensé: para qué darle más vueltas al asunto, ¡y lo confronté! Le pregunté sus intenciones y le aclaré que a mis 74 no tenía tiempo para perder. En inglés suena menos violento (ríe), pero él tuvo el valor de quedarse. En su caso, ¡yo habría salido corriendo!”.

Desde entonces no se han separado y la novelista se encuentra feliz y se siente más amada que nunca. «Este hombre está más enamorado de mí que yo de él. Es la primera vez que me pasa, ¡se volvió loco! Vendió su casa, se está deshaciendo de todo y en diciembre se viene a vivir conmigo a San Francisco. Roger estuvo casado 48 años con una mujer que adoraba, que murió de un cáncer largo y espantoso. Estaba muy solo, con un tremendo vacío en el alma. Es un caballero, con una vida organizada, ordenada, a quien de repente, ¡le cayó esta tromba latinoamericana encima! Y el tipo con el corazón abierto y valentía, decidió que era lo que quería hacer y con quien quería estar, ¡listo! Compré una casa chica pensando que viviría sola con mi nueva perrita, que tiene solo un dormitorio y que creí no compartiría con nadie», contó.

Allende reconoce que su carácter no es fácil, que le gusta su independencia y que uno de sus mayores temores es depender de alguien. «Eso para un hombre es duro, puede sentirse rechazado. Debo trabajar eso; abrirme, para que Roger pueda entrar en parte. Me cuesta pedir ayuda, consejos, porque aún puedo valerme sola. Más adelante cuando ya no pueda, tendré que hacerlo nomás».

Y agrega: «¡Me cuesta! Quizá porque desde muy chica tuve que valerme sola. El otro día le contaba a Roger que desde los 17 me mantengo sola, que nunca le he pedido nada a nadie y de eso me he sentido siempre orgullosa. Sin embargo, a mi edad eso no es tan importante. Ya no necesito dar batallas contra molinos de viento si nadie me está atacando».

Adaptarse y lograr conciliar sus vidas parece ser el nuevo desafío. «El riesgo que corro es traerlo e incorporarlo a mi vida que es súper ocupada y que no dejaré porque me encanta escribir, contar historias, aun cuando las personas de mi edad suelen estar más desocupadas. El seguirá trabajando desde San Francisco y viajará cada tanto a Nueva York. Tampoco pretende abandonar sus actividades y tiene razón. Yo vivo atareada, no podré contenerlo. Mira, no sé cuantos años me quedan. Mi mamá tiene 97, ¡ni Dios quiera yo llegue a esa edad! Tampoco sé cuántos años podré vivir con Roger, a lo más diez. Hay que sacarle el jugo a ese tiempo y no me refiero a irse a Hawaii, sino seguir con la vida que tienes, pero llena de entusiasmo, alegría y acompañada», reflexionó.

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