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Otilia Lux, activista indígena y feminista:  “El empoderamiento de la mujer latinoamericana se encamina a unir el poder político y económico”

Otilia Lux, activista indígena y feminista:  “El empoderamiento de la mujer latinoamericana se encamina a unir el poder político y económico”

Con una amplia trayectoria en la defensa de los derechos indígenas y de mujeres, la activista guatemalteca lidera el Diplomado para el fortalecimiento del liderazgo de la mujer indígena que se está realizando en nuestro país.


La educadora y política maya-quiché guatemalteca cuenta con un importante currículum: es directora ejecutiva del Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI), fue ministra de Cultura y Deportes de Guatemala y es integrante del Foro permanente sobre cuestiones indígenas de la ONU.

Ahora además, está a cargo del primer capítulo del “Diplomado para el fortalecimiento del liderazgo de la mujer indígena” en Chile, iniciativa pionera en la que 35 mujeres buscan convertirse en embajadoras en sus territorios y organizaciones sociales y fundar polos de lideresas a lo largo del continente americano con este currículum especializado e intercultural.

Durante dos semanas, la guatemalteca junto a académicos como el historiador José Bengoa, la antropóloga Francisca Fernández y la delegada presidencial para el tema indígena María Hueichaqueo compartirán diferentes cosmovisiones y su incidencia en las políticas públicas.

“Históricamente las mujeres indígenas, en su mayoría, no disponen de la titularidad de la tierra y eso las deja en condiciones muy desfavorables. Además, hay que ayudarlas para que tengan una vida libre de violencia y puedan acceder a cotas de poder”, dice Lux a las asistentes con tranquilidad milenaria y fuerza jovial.

Una audiencia que está compuesta por mujeres de pueblos originarios de toda Latinoamérica, entre ellas las mapuche, aymara, colla, diaguita, lickan antay, rapanui, kaweskar de Chile y de las etnias charrúa (Argentina, Uruguay), kankuamo (Colombia), guaraní (Paraguay), harakbut (Perú), terena (Brasil), kichwa (Ecuador) y wayuu (Venezuela). La activista indígena dice estar confiada en este grupo como terreno fértil para generar el cambio que a la larga incidirá en decisiones políticas, económicas y sociales relevantes de respectivas comunidades.

“Nuestra convicción no está puesta en los mismos valores coloniales. Debemos defender a capa y espada a la Pachamama, el viento, la tierra, el agua y el calor que nos da el sol con todo el aprendizaje de nuestras abuelas y abuelos, pero también las herramientas de la normativa internacional”, describe la relatora sobre un pluralismo cultural que espera regir el futuro.

“Para ello realizaremos una profunda reflexión sobre el conocimiento ancestral, que es lo que define esta reunión, al igual que las mujeres poderosas que participan y que han sido llamadas a transformar sus Estados y el mundo”, reitera durante la charla que es parte de la iniciativa del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC) a través de su Universidad Indígena Intercultural (UII), y que cuenta además con el apoyo de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y la Escuela de Antropología de la UAHC.

La activista lidera el encuentro con un particular acento en la urgencia por la integración de la mujer indígena en las agendas políticas. “El empoderamiento de la mujer latinoamericana se encamina a unir el poder político y económico”, dice sobre un llamado en el que mujeres parecen estar mejor preparadas que los hombres.

“En nuestra cultura se elige al representante que mejor cumple estas tres condiciones: ser honorable, cuidar la tierra y haber prestado servicios a la comunidad. En América Latina el petróleo, los minerales, el agua… están en territorio indígena, y no por casualidad, sino porque los campesinos han cuidado a la madre Tierra, no le han excavado el vientre, porque ella es la que nos alimenta y debemos tenerle respeto”, sostiene.

En ese sentido, ese respeto por la Pachamama se retribuye en una naturaleza generosa, dice la guatemalteca que enciende una vela roja para agradecer al fuego, una amarilla por el viento sin polución y una blanca por el agua permanente.

El siguiente paso es que las embajadoras que resulten de este diplomado -y los que vengan-, regresen a sus países de origen fortalecidas y como parte de un epicentro de cambio, dice sobre una proyección que espera integrar a nuevos actores del proceso como la Universidad Autónoma de México, la UNAM.

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