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Reportaje revela nuevas acusaciones de acoso sexual de el ex embajador Patricio Hales Se sumaron 5 testimonios de mujeres

Reportaje revela nuevas acusaciones de acoso sexual de el ex embajador Patricio Hales

Ya había sido acusado de acoso laboral e insinuaciones sexuales en el 2016 donde resultó absuelto. Sin embargo Revista El Sábado reveló el testimonio de 5 mujeres entre las que se encuentran: ex colaboradoras cuando era diputado, una mujer que cuidaba a la madre de la esposa de Hales y hasta su hijastra. El PPD emitió un comunicado declarando que de ser confirmadas las denuncias por la justicia su permanencia en el partido es «inviable».


En junio del 2016 Patricio Hales  renunció a su cargo como embajador en Francia, asegurando que la investigación que se llevaba adelante en su contra, por supuesto acoso sexual, se había transformado en “un espectáculo público que ha amenazado la paz y el honor de mi familia”.

Hoy en un reportaje realizado por Revista Sábado de El Mercurio hablan las mujeres que lo acusan de acoso laboral e insinuaciones sexuales.

La primera en denunciarlo fue la masajista Carolina Cosmelli, sin mucha suerte, ya que ese sumario terminó absolviéndolo. Sin embargo, este año se sumaron nuevas denuncias en contra de Hales, entre las que se encuentran ahora en la Fiscalía, una por abuso sexual y amenazas.

Según relata la publicación, en el informe figuran otros testimonios que describen conductas similares, incluido el de una exempleada y su propia hijastra, quienes dan su testimonio por primera vez. Su defensa dice que se trata de «imputaciones que no tienen ningún sustento en la realidad».

Fue el 16 de junio de 2016,  cinco mujeres se reunieron en las oficinas de la Fundación para la Confianza, dirigida por José Andrés Murillo, uno de los querellantes del caso Karadima. Todas tenían algo en común: decían haber sufrido abusos por parte de Hales o presenciado estos como testigos. Se trataba de Elisa (33) e Isabel García-Huidobro (45), hijastras de Hales, Viviana Zapata (39), Marcela Díaz (47), ambas exsecretarias de la oficina distrital del exdiputado, y la propia Cosmelli.

Según relata Murillo: «Fue muy potente, porque personas que no se conocían, que nunca se habían visto en la vida, empezaron a contar cosas que habían vivido con Hales y fue casi como la experiencia de un grupo de sobrevivientes de alguna catástrofe».

Pese a que era para aportar mayores antecedentes en el sumario que la Cancillería había iniciado para investigar a Hales -proceso del cual finalmente salió absuelto-, esa reunión fue el punto de inicio de una acusación por presuntos abusos sexuales y amenazas contra el exembajador de parte de María Eugenia Soto (38): una nana que trabajó con Patricio Hales y su esposa, María de los Ángeles Swinburn, entre 2003 y 2012, cuando era diputado PPD por Recoleta e Independencia.

Esta fue presentada el 19 de enero pasado por el abogado Juan Pablo Hermosilla, en la Fiscalía Oriente. El fiscal Francisco Lanas tomó la investigación.
Puertas adentro.

La denuncia de María Eugenia Soto

El 31 enero de 2006, María Eugenia Soto tenía 26 años. En la cocina de su casa en Chillán dice a «Sábado» que trabajaba en Santiago, cuidando a la madre de María de los Ángeles Swinburn, esposa de Hales, cuando supo que su propia madre había fallecido. Una nota en El Mercurio, el 1 de febrero de ese año, recuerda lo que pasó: «Los cuerpos sin vida de una pareja fueron encontrados ayer en una vivienda de un sector rural de la comuna de San Ignacio (Octava Región).

Según los primeros antecedentes, Segundo Contreras Contreras hirió con arma blanca a su conviviente, Laura Sáez Navarrete, en el cuello y la cara causándole la muerte. Luego salió al patio y se ahorcó en un árbol».

-Don Patricio sabía lo que le había pasado a mi mamá. Él me propuso que fuera su empleada y que Matías se fuera a vivir conmigo a su casa, para poder estar con él. Me dijo que me ayudaba a buscarle un colegio. Así que acepté -recuerda ella a «Sábado».

Tras eso fue cuando, según María Eugenia Soto, comenzaron los abusos. Y que no se detuvieron hasta que renunció, en 2012. Así explica ella a «Sábado» por qué permaneció trabajando en esa casa durante tanto tiempo:

-Mi mamá había fallecido, no tenía para dónde ir. Estaba con mi hijo. Ahí al menos le tenía la comida. Tenía una camita calentita. Yo pensaba, si me voy a Chillán, qué voy a hacer. Con puro cuarto medio no hago nada.

Luego de ser contactada por Isabel García-Huidobro, el l 6 de agosto de 2016, Soto viajó a Santiago. El relato que dio frente a Hermosilla permitía, a juicio del abogado, hacer una denuncia por abuso sexual y amenazas. Lo que diferenciaba el suyo de los otros testimonios era el tiempo. Los de Soto eran más recientes y como los abusos sexuales prescriben a los cinco años, eso importaba.

Un día más tarde, Patricio Hales le envió una carta a ese medio con sus descargos:

«Respecto de lo publicado en su medio, deseo expresar que no me extraña que se intente continuar por distintas vías el caso que se ha querido construir en mi contra.

«Como es de conocimiento público, la Cancillería realizó, durante meses, un sumario administrativo que dejó sin efecto todas las denuncias y antecedentes presentados respecto de mi persona, todas las cuales fueron desestimadas.

«Por tanto, estoy tranquilo y confío en que ello será ratificado en esta nueva instancia».El 7 de febrero, María Eugenia Soto fue a la PDI a entregar su declaración policial voluntaria. Este es un extracto de algo que, según ella, vivió alrededor de octubre de 2006:

«Después de que murió su suegra, don Patricio cenó y luego me dijo que fuéramos a la salita a ver un programa de Aero Perú, un accidente donde murió un primo de él. Yo fui obligada. Estábamos solos, la señora se había ido a Cachagua, estaba asustada […] él estaba sentado en un sillón, mientras yo estoy acomodando la televisión, dándole la espalda.

De repente él se para y me toma de las caderas, me rodeó con sus brazos, y me empuja hacia su cuerpo, cayendo los dos al sillón, yo sobre él, y ahí él empezó a frotarse en mi cuerpo. Sentía su (parte íntima) en mi trasero y él se movía de un lado a otro. Yo le tomé las manos, se las abrí y se las dejé sobre el sillón y arranqué de la pieza».

Ese año, según Soto, Hales y su mujer le regalaron una bicicleta para Navidad a Matías, su hijo. Esa fue la excusa que, según la declaración policial de Soto, Hales usó para llamarla a su pieza en marzo de 2007.»Él estaba en bata, con su bata blanca de siempre, mostrando su desnudez debajo. Yo le serví el desayuno, me quedó mirando y me dijo: ‘Quena, ¿cierto que le regalamos una bicicleta a Matías?’.

Yo le digo que sí, entonces dice ‘pero la bicicleta hay que pagarla’. Ahí me toma el hombro, yo doy dos pasos atrás y quedo con mis piernas chocando con la cama, como atrapada. Entonces él me empuja a la cama como para encimarse sobre mí, caigo, pero no sé de qué forma logro girarme, hasta que quedo con las rodillas en el otro lado de la cama. Me paro y me dirijo hacia la biblioteca y ahí salgo. Él iba a abalanzarse sobre mí, pero como yo hice ese movimiento tan rápido no alcanzó».

Soto sostiene que bajó a la cocina. Ahí estaba la cocinera Elena Huenuanca.»Sábado» contactó a Huenuanca, que hoy trabaja en la casa de Isabel García-Huidobro, para preguntarle qué le dijo Soto ese día. Esto respondió:

-Me dijo que la había tirado a la cama.

Según la declaración policial de Soto, no todos los episodios de abuso eran sexuales.

«En eso él empieza a llamar a mi hijo Matías. […] Le preguntó cómo estaba, si sabía leer. Luego le pregunta si sabía cómo había muerto su abuelita […] él le hace esta pregunta, la cual repitió como dos veces, ya que mi hijo se quedó callado. Entonces él insistentemente le dice ‘a tu abuelita la mataron con un cuchillo así de grande’, la degollaron le dijo.

‘¿Tú sabes lo que es eso?’. A mí hijo le corrían las lágrimas. Yo fui hasta allá para detenerlo, pero él me dijo ‘ay, a los niños hay que hablarles así, con la verdad’ […]. Yo tomé a mi hijo y me lo llevé. -Fue bien desagradable para mí. Si te cuentan de una forma tan gráfica eso, no es lindo -confirma al teléfono Matías Valdebenito Soto (20), el hijo.

Ese fin de semana, Soto afirma que renunció a trabajar con Hales y Swinburn. Se fue a Chillán con su hijo. Estuvo donde una tía seis meses. En algún momento, confiesa a «Sábado», empezó a faltarle la plata y que llegó un día en que ni siquiera tenía para comprarle zapatos para el colegio a su hijo. Su testimonio en el documento de la denuncia presentada por Murillo y Hermosilla dice: «(María de los Ángeles Swinburn) me llamaba llorando porque me necesitaba, estaba sola, su hija Elisa se había peleado con ella, su hijo Nicolás no quería verla, no le llevaban a los nietos. Yo de verdad lo hice por ella, ya estaba establecida en Chillán hace seis meses».

Soto acordó volver. Lo hizo en septiembre de 2007.-Don Patricio habló conmigo y me dijo que me quedara tranquila, que todo iba a cambiar. Pero pasó una semana y volvió con lo mismo; el sobajeo, los agarrones. Y así me fui quedando -cuenta a «Sábado».En su declaración a la PDI, María Eugenia Soto reconoció un acoso más después de su retorno.

«Un día me pidió agua en la biblioteca. Él estaba desnudo con su (genital) erecto. Le dejé el agua en la bandeja, pero él me dijo que no, que se la dejara más cerca, para conseguir que me acercara más hacia su cuerpo. Hasta que él abre las piernas, con su (genital) a la vista y me atrapa con las piernas. Me deja al medio y me dice ‘ya, ahora sírveme’. Entonces yo le empiezo a servir y se me da vuelta el agua botándola sobre él. Ahí se molestó y me gritó que lo hice a propósito, que tenía caca en la cabeza».Soto, según su declaración policial, trabajó con ellos hasta diciembre de 2012.

«Lo que hice fue pedir permiso para viajar a Chillán, pero no volví más. Era de llorar todos los días, andaba mal, mi hijo me veía todo el tiempo mal, más llorando que sonriendo. Entonces decidí que tenía que irme, y simplemente no volví. La señora Mary me llamó muchas veces, le dije que no iba a volver. Me preguntaba qué le habíamos hecho, pero yo no decía nada. Me trató de malagradecida».

Las acusación de Soto contrastaba con la imagen que Hales, paralelamente, mostraba en su vida como diputado: estuvo en la Cámara entre 1998 y 2014, período en que se transformó en uno de los rostros emblemáticos de la Concertación. El 7 de noviembre de 2000 en la Cámara de Diputados, cuando intervino en la discusión de la normativa sobre acoso sexual en relaciones laborales, dijo:

«Ciertamente, resulta difícil establecer el límite entre el flirteo o coqueteo con la aceptación voluntaria, o no, de la mujer cuando el hombre manifiesta interés. No existe ley que pueda regular esa sutileza, pero si hay algún grado de presión o chantaje en las condiciones laborales producto del pretexto del interés natural, entonces se está cometiendo un abuso.

«Incluso está instalada la idea de que la secretaria es una mujer objeto de presión, de acoso sexual. Creo que no es para castigarlas. Sinceramente, no es que esto haya sido una cosa premeditada de la cultura masculina para decirles a las mujeres ‘no se metan en el ámbito de mi poder’. Pienso que es algo menos perverso, pero más brutal y profundo. Quizás es esta cultura del desprecio, de la visión minusvaloradora de la mujer».

Esa vez las palabras de Hales en el Congreso terminaron con aplausos. No fue su única intervención en el marco de esa ley. Volvió a hacerlo el 4 de junio de 2002:

«En la definición de conductas de acoso sexual, sugiero sustituir la frase ‘entendiéndose por tal un comportamiento unilateral de carácter sexual’ por ‘expresado en forma de presión de carácter sexual’. O sea, se trata de un comportamiento unilateral expresado en forma de presión. «Aquí, el tema central es el poder ejercido como forma de presión sobre las mujeres con una intención de carácter sexual».

El relato de Marcela Díaz y Viviana Zapata

Marcela Díaz dice que comenzó a trabajar para Patricio Hales en 2003, como su secretaria en la oficina distrital que el diputado tenía en Recoleta. Llegó gracias a su amiga Viviana Zapata, que también trabajaba ahí como secretaria. Ellas estaban ahí cinco días a la semana, pero, dicen, solo había un día que realmente las preocupaba. Esos eran los jueves. Patricio Hales, aseguran a «Sábado», normalmente aparecía los jueves.

-Teníamos reuniones de equipo y nos hacía pasar a su oficina. Nos decía: «Venga, siéntese aquí, en mis piernas». Con la Marce era especialmente insistente -recuerda Viviana Zapata a «Sábado».Cuenta Marcela Díaz, en una sala de la Fundación para la Confianza, que pensó en irse. Pero, agrega, después se acordó del arriendo que debía, del colegio de su hija y que, con 33 años, se acababa de separar. Todo eso, dice ahora, tenía que costearlo ella. Por eso llegó a la idea de que tal vez también compartía la culpa, porque su forma de vestir lo provocaba:

-Si yo estaba con falda me decía: «¿Qué es lo que tiene ahí abajo de la faldita?».Lo peor, confiesa, pasó en mayo de 2006: cuando el diputado, según el recuerdo de ella, regresaba de un viaje a París.

-Yo había ido a entregar unos proyectos y me llamó la compañera que hacía el aseo -cuenta Viviana Zapata-. Me dijo: «Vino don Patricio y me pidió que me fuera para la casa y que se iba a quedar con la Marcela en la oficina para revisar algo».

Ahí fue cuando, según la versión que Marcela Díaz da a «Sábado», esto sucedió:-Don Patricio me llamó porque quería que viéramos los temas pendientes. Yo me arranqué y me fui a contestar los teléfonos. Él me dijo: «Deje los teléfonos ahí, que suenen nomás».

Me dijo venga a sentarse acá y como que me tiró. Me obligó a sentarme en sus piernas. Me sentó encima y empezó con esa cochinada de respirarme fuerte en mi oído. Me apretaba de la guata y le sentía que tenía duro el (genital) porque como que más me trataba de apretar. Yo le decía, don Patricio, por favor déjeme tranquila. Yo tiritaba y el viejo lo único que hacía era respirarme en el oído y tocarme el cuello con la mano y me apretaba, me agarraba el cuello. Trataba de abrazarme y me apretaba. De repente trataba de darme besos en el cuello y yo lo empujaba. Hasta que de repente sentí la puerta y el viejo se paró como loco. Saltó. Fue un alivio.

Era Viviana Zapata:-Subí y pegué un portazo fuerte -dice Zapata a «Sábado»-. Él venía saliendo por el pasillo. Le expliqué que venía a buscar algo que se me había olvidado. Él me dijo mira lo que te traje. Era una torre Eiffel en miniatura.

Marcela Díaz sostiene que trabajó en esa oficina hasta ese año. Viviana Zapata lo hizo por tres años más, hasta 2009. Cuando se fue y se unió a la campaña de otro candidato del mismo distrito, Hales la denunció por robo de información a la PDI. De acuerdo a ella, declaró voluntariamente y entregó su computador para que fuera periciado.

El caso nunca fue formalizado y terminó sobreseído.-Cuando me fui les conté a mis amigos lo que él me hacía -dice Marcela Díaz a «Sábado»-. Y ellos se reían. Pensaban que era un chiste.Ni Díaz ni Zapata han declarado aún como testigos ante la PDI.

Las hijastras de Patricio Hales

La hijastraElisa García-Huidobro, hijastra de Patricio Hales, también declaró en su contra en calidad de testigo. Para entender su relato, antes hay que explicar un poco su historia familiar.

En 1989, María de los Ángeles Swinburn y Jorge García-Huidobro se separaron tras 18 años de matrimonio. La pareja tenía tres hijos: Isabel, Nicolás y Elisa, la menor. Según recuerda Elisa, un año más tarde su madre comenzó una relación con Patricio Hales: un arquitecto militante del PPD y que sería diputado por cuatro períodos. Tiempo después, en 1994, Swinburn y sus tres hijos se fueron a vivir con él a su casa en La Reina.

En esa casa, dice Elisa García-Huidobro a «Sábado», «Patricio Hales abusó de mí».-Estábamos en el living de la casa de La Reina, viendo televisión. Todo estaba oscuro y él ahí, con bata. Me toma y se le empieza a agitar la respiración. Me empieza a sobajear y yo sentí que había algo raro. Mi recuerdo es que me paré y me fui. Yo no lo recordaba porque era una niña. Mi terapeuta me dijo que es muy difícil para un niño tener ese tipo de recuerdos, porque no pueden asimilarlo. Yo no sabía lo que era. Tenía 10 años.

Esa misma escena está en su declaración policial voluntaria. También contó otros episodios como el siguiente: «Me acuerdo que una vez, estando mi mamá presente, [Hales] me invitó a bañarme al jacuzzi con él. Él estaba desnudo, se paraba desnudo y se ponía espuma […]. Lo hacía como juego, mostrándose frente a mí. Él se reía, con ese estado que ahora reconozco como medio eufórico».Este fue el último ejemplo que dio:

«En el baño había una ducha, la que no tenía cortinas, solo un vidrio, transparente, y mi mamá me dijo que por qué no me duchaba en su baño. Yo me acuerdo bañándome y Pato entrando al baño, diciendo que encontraba muy bueno que yo me duchara ahí y que tuviera la confianza para hacerlo. Todo esto lo decía mientras me miraba desnuda a través del vidrio.

Otra vez recuerdo que estábamos con una amiga, en la salita. Él estaba viendo una película de Sharon Stone en la que la temática es que el hombre observa a través de cámaras a los huéspedes de un hotel. Entonces nos invitó a ver la película con él. Nosotros no teníamos más de 12 años. Estaba oscuro, de día, pero con las cortinas cerradas. Me acuerdo que la película tenía contenido sexual y fue una situación incómoda […] cuando salía la escena de sexo, él nos decía que miráramos».

En 2003, Elisa García-Huidobro entró a estudiar Periodismo. Dos años después, cuando Hales ganó su primera reelección, ella se fue un año a Europa. Dejó la casa de Hales, en La Reina, a su regreso. Aun así, cuenta que siguió visitando a su madre y Hales los fines de semana.

En 2012, dice que volvió a terapia. Esta vez con la psicoanalista Carla Fischer. García-Huidobro describe que una primera parte del proceso fue alejarse de Hales y su madre. Cuenta a «Sábado» que lo hizo a través de un mail, fechado el 29 de julio de ese mismo año.

La terapia, dice Elisa García-Huidobro, fue ahondando en su autoestima. En los problemas que tenía para relacionarse con sus parejas. Ahí fue cuando recordó el abuso que, en su versión, sufrió de parte de Patricio Hales. Elisa dice que solo le contó a su hermana Isabel y a su cuñado sobre este recuerdo sumergido. No sabía si era abuso. Tampoco si alguien más le podía creer. Todo eso le causaba vergüenza, relata. Por eso no se atrevió a denunciarlo antes.

-En ese entonces pensé en contarle a mi mamá, pero creía que no tenía sentido. A mí me costó asumir que esto era real. En el momento pensé que tal vez había sido un cariño que había ido un poco más allá, o algo que me había imaginado. Pero con el trabajo con mi psicóloga, el tiempo y los efectos que tuvo en mí, empezaron a haber muchas señales de que esto efectivamente había sido así: real.La denuncia de Elisa García-Huidobro, por tratarse de hechos ocurridos en 1995, debería ser tramitada por el sistema antiguo de justicia.

El 8 de diciembre de 2014, Elisa García-Huidobro asegura que volvió a contactarse con su madre. La llamó por Skype a Francia, según su versión, mientras Hales era embajador. Dice que quería contarle sobre el recuerdo escondido que había rescatado durante su terapia.

-Mi mamá se puso a llorar. Me dijo que cómo podía ser cierto, que qué es lo que yo recordaba. En un minuto me dijo, llorando, que me tenía que cortar y que esto era demasiado fuerte para ella. Después me volvió a llamar y me dijo: «¿Sabes qué?, lo hablé con Patricio y él me dijo que esto no era verdad». Yo le dije entonces que no tenemos nada más que hablar y le corté. Obviamente que quería que me creyera. Es mi mamá. Yo quería tener a mi mamá de vuelta.

En marzo de 2016, Elisa García-Huidobro se juntó con Carolina Cosmelli, la masajista que Hales llevó a la Embajada de Francia como asistente, en un café de Providencia. Esta última aún no denunciaba a Hales por lo ocurrido, pero se lo había contado a Isabel García-Huidobro, la hermana de Elisa que, dice, quería saber de boca de la masajista lo que había ocurrido. Tras ese encuentro, el 18 de abril de 2016, Cosmelli decidió denunciar a Hales.

Pocos días antes de la denuncia de Cosmelli, Elisa había recibido un mensaje de texto de su padrastro. Según ella, llevaban cuatro años sin hablar. El mensaje, que García-Huidobro mostró a «Sábado», dice: «Cómo no vamos a poder hacer algo que resuelva esta distancia. Estoy abierto y disponible».

Luego de la reunión con Cosmelli, Elisa García-Huidobro se juntó con José Andrés Murillo, director ejecutivo de la Fundación para la Confianza, para ver si podían ayudar a la masajista en su denuncia. Durante los primeros días de junio, Isabel García-Huidobro contactó a Viviana Zapata, la exsecretaria distrital de Hales, quien había dado una entrevista a El Ciudadano, asegurando que había recibido malos tratos de parte del exdiputado y que por eso le creía a Cosmelli.

Ahí Zapata le contó a Isabel el caso de la otra secretaria de Hales, Marcela Díaz. Isabel la llamó, le dijo que quería escucharla y que se juntaran en las oficinas de la Fundación. Fue en esa reunión, el 16 de junio de 2016, que se enteraron de la renuncia de Hales a la embajada a través de una declaración pública que decía: «La Cancillería, sobre una denuncia falsa, ha abierto un sumario que dejó de ser secreto y ha sido filtrado a la prensa. El proceso de investigación se ha transformado en un espectáculo público que ha amenazado la paz y el honor de mi familia. Por tanto, no cuento con las condiciones institucionales para seguir representando a Chile.

«He decidido renunciar a mi cargo de embajador en Francia sin esperar el resultado del sumario que debería librarme de todos los falsos cargos.

«No quiero ser embajador mientras mi mujer y yo empezamos a ser el blanco público de cualquiera por cualquier motivo o sin motivo. Tengo a mi lado a miles de personas con las que he construido mi vida haciendo el bien».

Por último, Hales señaló: «Acusar a alguien cercano al poder es casi un placer masivo. Es bueno que se democratice el control del poder, pero es malo cuando sirve para condenar antes de investigar. Hacer eco público de cualquier denuncia es casi condenar antes de juzgar y se está haciendo una practica aceptada […]. Renuncio por respeto a mí mismo y a mi país».
El informe de la PDIIsabel García-Huidobro, hermana mayor de Elisa, dio su testimonio a la PDI, el 21 de febrero de 2017. Su relato dio un matiz sobre la figura de María de los Ángeles Swinburn, esposa de Hales.

«Desgraciadamente, mi madre no ha podido protegerse ni protegernos. Ella es una víctima más. Recuerdo una vez que iba en el auto con ella y Patricio Hales la llamó. El altavoz del teléfono se activó, cosa que él no sabía, y él empezó a gritarle: ‘Y vos huev… cómo no invitaste a mi hermana’. Yo, impresionada, le pregunté después a mi mamá que cómo permitía ese trato. A lo cual ella me contestó: ‘Ya tengo el cuero de chancho'».

A la declaración policial voluntaria también fue Carolina Cosmelli. Allí, reiteró las acusaciones que hizo contra Hales y que fueron desestimadas por la Cancillería.

 

Revista «Sábado» se contactó en varias oportunidades, desde julio de 2017, con Hugo Rivera, el abogado de Patricio Hales, para solicitar una entrevista en la que tanto Hales como su esposa, María de los Ángeles Swinburn, pudieran dar su versión de los hechos.

Comunicado PPD

Tras la publicación de las denuncias, el Partido por la Democracia (PPD), de cual formaba parte Hales, realizó un comunicado público.

 

 

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