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El asunto del empacho Historias de sábanas

El asunto del empacho

Dablín
Por : Dablín Escritora de tiempos robados y anhelos ascendentes, equilibrándose entre lo políticamente incorrecto y lo descaradamente irreverente, ha logrado encender con sus letras más conchijuntas, más de una sonrisa.
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Ni tan delgada que asustara, ni tan gruesa como para rechazar una dieta larga.

Levemente rubia con algo de rojo y su buen poco de marrón.

Crespa los días de lluvia y chascona el resto del tiempo.

Mal genio y genial a partes iguales.

Estado civil, difícil de explicar, sencillo de entender.

Estado emocional, ingeniero.

Mujer equilibrada entre bella, atractiva, horrenda y lógica descreída, que haciendo uso de sus treinta y hartos se lucía en una empresa atestada de testosterona y números. Elevando los hombros cuando le preguntaban por sus romances y mandando a la mierda al que insistiera con el temita, especialmente a la parentela.

Agarrada de un puesto con suculentos ceros a fin de mes y una tonelada de responsabilidades y viajes agobiantes a lugares recónditos cuyos nombres ni se molestaba en memorizar, para ella los números eran importantes, el resto… paja molida.

Siete cafés al día, veinte minutos de trotadora a diario, aerobox una vez a la semana, sauna los sábados, bar y pub dos veces al mes, tiendas caras a menudo y listo; la vida casi perfecta, digna de ser vivida por una dama astuta, férrea defensora de su libertad y con la autoestima de un bulldozer, a toda prueba.

Y todo iba bien, muy bien, excelentemente bien y aburrido a morir hasta que la enviaron a Chaitén.

El mal clima, un avión pequeño y un piloto en exceso precavido hicieron el resto.

A las tres de la tarde figuraba sentada, entumida, hambrienta y furiosa en el pequeño aeródromo de Hualaihue. Un sitio que no tenía idea que existía y tampoco le importaba.

Y su mal genio llegó a límites nauseabundos cuando el encargado le informó, con una sonrisa como para asesinarlo, que la tormenta se iba a extender hasta el otro día y que mejor buscara donde pasar la noche porque en ese sitio hacía frío y se podía resfriar.

Se enojó tanto que le dio jaqueca, migraña y neuralgia al mismo tiempo y se desmayó de ira, frustración y también de hambre.

Cuando despertó, a su lado había un barbón vestido de blanco, con los ojos cerrados y las manos, demasiado cerca de su cara, aunque sin tocarla.

Durante medio segundo creyó que se había muerto y estaba en el cielo, o que la iban a embalsamar sin comprobar si seguía viva, pero cuando el tipo se movió un poco y sus manotas quedaron a la altura de sus senos, dio un gruñido y manoteó con fuerza, haciendo que todo se fuera al carajo, incluyendo al chascón.

—Calma…calma. Te hago reiki.

—¡¿QUÉ?! ¡¿DÓNDE ESTOY?! ¡¿Y MI ROPA?!

—¿Es una broma? ¿Cierto?

—Te juro que no, es la pura verdad.

—Empieza de nuevo y más lento. Una compañera tuya de la universidad…

—Sí, tú la conoces. La rubia, teñida. Esa que en mi cumpleaños de hace algunos años se disfrazó de astronauta.

—Ah, la loca que se tomó como diez “Satanás” y terminó durmiendo abrazada al perro.

—Esa fuiste tú.

—¿Yo? Chucha… no me acuerdo.

—Bueno, da lo mismo. Éramos compañeras de universidad, en ingeniería. Ella ama su carrera y odia todo lo demás. Por alguna razón esta mina me saluda en el WhatsApp todos los lunes y me cuenta las pelotudeces que hace en sus viajes de negocios. Puras mierdas aburridas.

—¿Y yo te estoy escuchando por qué…?

—Porque te va a encantar lo que le pasó hace poco. Está para incluirla en tu grupito de sexo en lugares raros con tipos freak.

—Donde eres presidenta honoraria, ¿o no, violadora de astrónomos?

—Dijo la profanadora de museos.

—Ya sigue.

—Se desmayó en el aeródromo de Hualaihue y cuando despertó, había un tipo chascón, vestido de blanco, con las manos sobre ella. Le preguntó con esa amabilidad que chorrea, qué estaba haciendo; y él, exquisito, le dijo que le hacía reiki.

—¿Y qué tiene eso de especial?

—Que ella es la ama y señora del 2+2 es 4 y nada más. Sacó ingeniería con un 7.0. Es matemática pura. En la U le decía Newton… es loca de cuadrada. Imagínate que se despertó con un tipo que le hacía reiki, que habría sido lo mismo que le dijera vudú.

—¿Se molestó?

—Lo mandó a la mierda en tres tiempos y salió corriendo, totalmente desnuda, envuelta en la frazadita blanca que el tipo le había puesto, y se encontró con un montón de personas mirándola con cara de cuco en la sala de espera.

—Qué vergüenza.

—Y falta la mejor parte. El reikista la alcanzó y súper amoroso la fue a tomar del brazo para calmarla y ella le puso don aletazo en un ojo.

—OMFG.

—Yes… querida prima. Mi ex compañera de universidad, ingeniero eléctrico con master y MBA y no sé qué porquería más, hace aerobox y le puso don combo al tipo más pacífico de la galaxia.

—¿Ella te contó?

—Una parte, la otra me la contó mi astrónomo que es primo del reikista.

—No puede ser. ¿Y el sexo cuándo aparece?

—Ya va, ya va… Bueno, la loca de patio le pone el mangazo a mi primito político y… aquí hay controversia, ella me dijo que la maniataron como treinta viejas locas gritándole que era una asesina. Él dijo que cinco señoras le dijeron que se calmara.

—Promedio… ¿diez mujeres la retaron?

—Sí, no creo que en Hualaihue viva tanta gente como para decir que treinta viejas la atacaron.

—Esto más parece comedia de enredos.

—Espérate que viene lo mejor. Llegó la enfermera, digna hija de Hulk… ambos dijeron lo mismo, y la agarró de un brazo, la metió de regreso a la salita de reiki y le dijo que se calmara o la sedaba y que nadie venía a ponerle mangasos al médico jefe del cecosf de Hualaihue.

—¿Qué mierda es un cecosf?

—Ni idea, parece que así se dice consultorio en patagones.

—Ya… ¿Y la sedaron?

—Sí. Jajajaja.

—Jajajajajaja

—Le dio tal ataque de rabia, muy propio de ella, que la enfermera aplicó jeringa y la loca se durmió como quince horas. Harta falta que le hacían.

—¿Y cuando despertó estaba más calmadita?

—Nop… ella es así. Intensa.

—¿Y cuándo se acostó con el médico?

—Espérate. Tan apurada por el sexo.

—…

—Bueno, tienes razón. Él estaba allí y ella despertó embotada, lenta, la lengua traposa… ya conoces los síntomas.

—!!!

—Se despierta, el chascón está allí, le explica lo que le pasó, se presenta y la calma. Le dice que la tormenta va a pasar en unas horas así que aproveche de descansar porque parece que lo necesita.

—¿Y?

—Lo mandó a la mierda y le exigió su celular. Que para suerte del universo estaba descargado y sin señal.

—Chuuu

—Y amablemente, el médico le ofreció el teléfono del cecosf de Hualaihue para que le avisara a su esposo.

—¿Lo mandó de nuevo a la mierda?

—Sip… sin escalas. Aquí de nuevo hay versiones encontradas. Ella dice que él la amenazó con sedarla de nuevo. Él dice que le pidió que se calmara porque le subía la presión y se le desconfiguraba el aura.

—OMFG de nuevo

—Sí. Y ahí coinciden las versiones en que nuevamente el médico fue invitado amablemente a marcharse a…

—…La mierda

—Sí. A estas alturas, el pobre tipo que es más bueno que la miel, se aburrió y apareció otra enfermera. Vieja como el hipo y mal genio, peor que la loca de patio. Se las cantó tan claritas que por fin se calmó. Pidió disculpas y llamó a su empresa para explicar su ausencia. Se justificó con la enfermera de Matusalén y…

—¿Con el médico?

—No

—Huy… Con lo que le gusta a las enfermeras que les aporreen a los médicos jóvenes.

—Que a todo esto lucía un leve moradito en un ojo.

—¡Sigue, mujer…!

—Paciencia, aquí viene lo bueno, porque entró una machi a santiaguarla.

—Me estás…

—No. En varias regiones están trabajando con medicinas complementarias y las machis apoyan.

—Qué bueno, harto que saben las señoras, yo conozco a dos que son secas para sacar empachos.

—Exactamente eso fue lo que le dijo, que le iba a sacar el empacho que tenía y prácticamente tuvieron que amarrarla para que no decapitara a la señora, le bajó todo lo que es la rabia, y las emprendió en contra de la machi gritándole que brujerías de gente inculta a ella no le iban a hacer, que era ingeniero y una sarta de pelotudeces intercaladas con garabatos de grueso calibre, que hicieron que una enfermera se persignara y le mostrara un crucifico diciendo que estaba poseída por el cola de flecha.

—No te creo.

—Si quieres te presente a médico. Mejor testigo no hay.

—Y…

—Pues, la machi hizo algo y la loca de patio se calmó, se durmió, le hicieron medicina ancestral y cuando despertó, al otro día, era un corderito suavecito. Ella me dijo que la había dopado, él que la habían sanado. La cosa es que compartieron unas agüitas de hierba que la machi le dio y se acostaron. Y ahora ella se va a ir a vivir al sur.

—Mentirosa.

—Bueno, no fue tan rápido…

—Cuenta bien la historia, pesada.

—Te gustó… pillina. Compartieron las agüitas, eso es verdad. Y algo deben haber tenido porque ella recién ahí miró al chascón y él la miró de regreso. Resultó ser un tipazo, trigueño, ojito claro, buen ph, alto, guapo y amable. Y la bruta le preguntó si era médico de verdad o sólo curandero. Él se rió, le mostró una corrida de dientes perfectos y su diploma. Está haciendo zona porque quiere ser geriatra y además es maestro reiki.

—¿Bombón?

—Sí, con todo y cerebro.

—Sigue.

—Compartieron las agüitas, conversaron, la invitó a cenar a su casita, al lado del cecosf… unos increíbles tallarines con huevo y acompañados con un efervescente jugo en polvo, y de postre, sopaipillas pasadas.

—Esa cena erotiza a cualquiera.

—A mí sí.

—A mí también.

—Y conversaron, conversaron… y en algún momento las manos se les fueron y cuando iban por las amígdalas del contrincante, llegó una parturienta y hasta allí le llegó la inspiración al doctorcito. Partió a atender el parto y ella se quedó dormida en el sofá.

—¿Y qué tiene de sexual esa historia?

—Espérate un poquito. Ella despertó en la mañana y sintió unos adorables ronquidos a su lado. Imagínate la de películas que se pasó hasta que descubrió que a su lado dormía un perro gordo que roncaba como león. Se levantó medio ahuevonada, y comprobó que estaba sola, acompañada del perro y dos gatos. Se duchó. Tímida nunca ha sido, y se vistió jurándose que nunca más tomaba nada que le diera una machi. Fue al cecosf… y quedó mojada como diuca porque llovía con escándalo. Buscó al médico. No estaba porque lo habían llamado para certificar una muerte y se encontró con otro médico. Feo, viejo y pesado. Le pidió a una secretaria una dirección de un lugar donde quedarse y adivina qué… La machi tenía un hostal donde la loca de patio llevó su maletita LV.

—Ya pues, córtala con hacer misterio.

—Déjame tomar café, apurona. La machi la agarró, la hizo bañarse con sal de mar y unas hierbas.

—¿Y le hizo caso?

—La machi es tremenda, nadie le dice que no. Esa mujer es mágica. Seca para tratar a minas desquiciadas. La cosa es que en la noche llegó el médico a verla, cenaron y cuando se dio cuenta, estaba sin sostén besuqueándolo de lo lindo.

—La machi la embrujó.

—Al otro día le preguntó qué le había hecho y le contestó que le había sacado el empacho que tenía. Y que ya era hora que la cortara con ser tan pesada y se dejara amar y aprendiera que su ombligo no era el centro del universo, que el mundo no giraba en torno suyo y que se iba a poner vieja lueguito y necesita dar amor.

—A ese discurso nadie le dice que no

—Y espérate lo que le dijo después. Que tenía mucha energía de mujer apretujada entre las piernas y que tenía que soltarla o le iba a podrir la matriz, y que la espada de un hombre era lo mejor para limpiar esas rabias.

—El médico le prestó la espada.

—Se la puso a su disposición, según ella dos veces, según él, como seis. Llegó una semana después a la empresa sonriendo y hablando lindo. Ahora se va a vivir al sur y va a poner una pyme de turismo o algo así.

—Wow… dame la dirección de la machi, conozco a varias con energía atascada.

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