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Una Mujer Fantástica: Chile mirándose al espejo Yo opino

Una Mujer Fantástica: Chile mirándose al espejo

Alessia Injoque
Por : Alessia Injoque Directora de Fundación Iguales. Ingeniera Industrial, mujer transgénero, En twitter @ale_injoque
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Le agradezco a Lelio que nos regalara la autenticidad de Daniela Vega en un rol que toda la comunidad trans siente propio, porque supo plasmar nuestros miedos, nuestro dolor y nuestra dignidad en 104 minutos que le abrieron los ojos a la sociedad y renovaron nuestras fuerzas para seguir empujando que las cosas cambien.


Confieso que no había visto Una Mujer Fantástica hasta hace unas pocas semanas, estrenó cuando yo estaba transitando y no la fui a ver por miedo a encontrar demasiadas situaciones duras que me afectaran y diluyeran esas fuerzas que estaba reuniendo para enfrentar yo misma al mundo. Al salir del cine ese día, después de sentir la película en carne propia, me alegré de haberlo postergado.

Lo bello del arte es que se atreve a desafiarnos, mueve los límites de lo cotidiano y nos trae realidades que muchos ignoran o prefieren ignorar porque resultan incómodas. Sebastián Lelio desafía a la sociedad a abrir los ojos y que vea lo que las personas trans vivimos, lleva a ponernos en el lugar de Marina y también a ver dentro de nosotros y hacer consciencia de todas las veces que tomamos el rol de la familia de Orlando, mirando con prejuicios a una Marina que no reconocían como igual, querían mantener oculta por vergüenza y trataban con desprecio.

La fuerza de esta cinta es que retrata la sociedad Chilena y esto se notó desde que empezó a ganar nominaciones y premios, en ese momento aquella emoción y unión nacional que se generó esperando que ganara Historia de un oso fue reemplazada por la misma división que Lelio denuncia.

Imaginemos un momento a la selección chilena en la final del mundial y que, estando a punto de conseguir la máxima gloria, comenzaran a circular comentarios en su contra: son malos, no merecen estar ahí, llegaron por un lobby, árbitros comprados y sólo están ahí por defender una agenda. Esa ha sido la mezquindad que convivió y entró en conflicto en las redes sociales con todos aquellos que esperamos con entusiasmo que ganen, una horda de personas frustradas ante el éxito de una película que los señala con el dedo y que cuyos argumentos no pueden refutar, porque nacen de las emociones que genera, de la dignidad y el dolor de vivencias personales en una obra maestra donde la única ideología es la empatía humana, sentir a Marina.

Toca preguntarse ¿qué lleva a una persona a frustrarse por el éxito ajeno? ¿Qué es lo que puede llevar a la mezquindad de preferir que pierda Chile antes de que gane alguien trans? Deberíamos ser capaces de darnos cuenta de que ninguna sociedad en la que valga la pena vivir se construye desde ahí.

Y así mientras esperaba los premios Oscar me alegré por el impacto que generó Una Mujer Fantástica, le agradezco a Lelio que nos regalara la autenticidad de Daniela Vega en un rol que toda la comunidad trans siente propio, porque supo plasmar nuestros miedos, nuestro dolor y nuestra dignidad en 104 minutos que le abrieron los ojos a la sociedad y renovaron nuestras fuerzas para seguir empujando que las cosas cambien.

Importó lo que sucedió en los premios Oscars, quería que ganaran y que Daniela brillara en un momento de gloria que me hizo llorar de emoción; pasó.  Pero si su meta era indignar, cambiar corazones y abrir mentes: ya habían ganado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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