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El feminismo volvió para quedarse Yo opino

El feminismo volvió para quedarse

Sofía Brito
Por : Sofía Brito Estudiante Derecho Toma U Chile
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La cruda violencia que vivimos en nuestras instituciones es la punta del iceberg de un sistema estructural que nos sitúa en un rol secundario, donde existen carreras feminizadas y masculinizadas, siendo estas últimas las más valoradas socialmente y las que reciben mayores recursos para su desarrollo


El pasado miércoles 23 de mayo, el Presidente Piñera presentó un paquete de proyectos y urgencias legislativas que pretenden dar respuesta a las demandas que hemos puesto sobre la palestra pública desde el movimiento estudiantil feminista. El temor de la derecha a cometer los mismos errores que el 2011, no fue suficiente para comprender la profundidad de las demandas de este movimiento, puesto que el feminismo llegó para quedarse, y de este modo, interrogar cada uno de los supuestos que hoy nos relegan a un lugar secundario dentro de la sociedad.

La Agenda Mujer se centra en tres ejes principales del fortalecimiento de la mujer en base a una sujeta que posee “diferencias naturales” con los hombres, como sostiene el Presidente Piñera, lo que evidencia el ánimo de una igualdad formal, más que sustancial, que no da cuenta de las luchas que el feminismo ha dado históricamente: el mito de la realidad biológica estructura nuestras diferencias y vuelve también la violencia que se comete contra nosotras algo natural y obvio, puesto que es la naturaleza y no la sociedad la que nos ha dado este rol, y por tanto, desde esa lectura no se puede hacer más que reforzarlo. En esta línea, el primer eje, fortalece el rol de la mujer en tanto madre, estableciendo la posibilidad de derechos en tanto lo seamos, y guardando un silencio sepulcral sobre la demanda por un aborto libre seguro y gratuito, y una educación sexual, y sobre Derechos Sexuales y Reproductivos que ha sido sistemáticamente negada por la intromisión de la Iglesia en nuestra educación. Las feministas nunca hemos estado contra la maternidad, sino contra la imposición de esta, sin posibilidad de decisión sobre nuestros cuerpos y nuestros proyectos de vida.

El segundo eje, se enfoca en políticas de igualdad de género que desconocen la realidad que viven la mayoría de las mujeres chilenas. La Agenda se enfoca en una equiparación del cobro de los programas de ISAPRES entre hombres y mujeres, que acrecienta las utilidades de la salud privada, cuando el 77,5% de las mujeres hoy cotiza en FONASA, no contando con un Sistema de Salud Pública que se haga cargo efectivamente de la realidad que hoy tiene a miles de chilenas en largas listas de espera, sin una atención digna. En la misma línea, cuando se propone el derecho a sala cuna para las y los trabajadores con contrato, se pasa por alto que hoy muchas trabajadoras no tienen contrato laboral, y las precarias condiciones en que hoy deben enfrentar de empleo tanto formal como informal. Por otro lado, se omite el problema de las pensiones miserables que hoy reciben las mujeres jubiladas, y por las cuales se ha levantado desde los movimientos sociales la demanda de No más AFP. Así como tampoco existe referencia a los trabajos domésticos y de cuidados, que ni siquiera son considerados como trabajo propiamente tal, donde se expresa claramente la diferencia de los roles de género. Es por este rol de cuidado que el movimiento feminista ha hecho hincapié en la precarización de la vida de las mujeres, al contar con esta doble jornada laboral: en el trabajo y en la casa.

Por último, un tercer eje que se basa principalmente en sanciones y los protocolos para las instituciones educacionales, dando cuenta de la incomprensión a la demanda por educación no sexista. El movimiento estudiantil feminista ha levantado esta demanda dado que hemos experimentado en carne propia que ningùn protocolo es suficiente, si es que no cambiamos la forma en que hemos sido educadas. La cruda violencia que vivimos en nuestras instituciones es la punta del iceberg de un sistema estructural que nos sitúa en un rol secundario, donde existen carreras feminizadas y masculinizadas, siendo estas últimas las más valoradas socialmente y las que reciben mayores recursos para su desarrollo, donde el acoso se erige como la forma en que la masculinidad nos dice que podremos surgir en nuestras carreras solo si nos subyugamos a sus exigencias sexoafectivas, porque en este sistema, la posibilidad de una mujer de surgir, es solo bajo la tutela de un hombre. La demanda por educación no sexista se basa en la necesidad de acabar con la forma en que se reproducen los roles de género, ya que los procedimientos sancionatorios llegan tarde, cuando ya hemos sufrido todas estas violencias. En este sentido, el Ministro de Educación se ha mostrado como un actor incompetente para comprender la profundidad de las transformaciones que estamos impulsando, lo que hay tras de la frase de las “pequeñas humillaciones”, es una visión que subestima nuestra movilización y la problemática estructural a la cual nos estamos refiriendo.

Nuestra apuesta es hacia una educación que nos permita la emancipación, siguiendo a Julieta Kirkwood, la democracia en la casa, en la calle y en la cama. La profundidad de nuestras demandas apunta a la transformación radical de nuestras vidas, no a un maquillaje que equipare la cancha para una elite. El movimiento feminista está demostrando a nivel internacional la posibilidad de articularnos mujeres y disidencias de diversos movimientos y sectores sociales en pos de poner fin a la precarización de nuestras vidas. La toma de Universidad Católica demuestra la transversalidad de un movimiento, que ha logrado a interrogar a amplios sectores de la sociedad, en pos de cambios estructurales. El feminismo volvió para quedarse.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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