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Premio Nobel de la Paz pide “educar a los hombres en el poder para respetar a las mujeres” BRAGA Crédito: EFE

Premio Nobel de la Paz pide “educar a los hombres en el poder para respetar a las mujeres”

El ginecólogo Denis Mukwege se ganó en su país el apodo de «el hombre que salva a las mujeres» porque, desde 1999, se calcula que ha tratado -tanto física como psíquicamente- a más de 85.000 víctimas de violación.


El ginecólogo congoleño Denis Mukwege, recién galardonado con el Nobel de la Paz, sostiene que debe trazarse «una línea roja» contra la violencia sexual en el mundo y educar a los hombres en el poder para respetar a las mujeres.

«Creo que hay que trazar una línea roja contra la violencia sexual educando a la población», declara Mukwege en entrevista con la agencia Efe.

A su juicio, «educar a los hombres en el poder para respetar a las mujeres, educar a los soldados que van al frente en no violar a las mujeres en los conflictos, también es luchar contra la desigualdad entre hombres y mujeres».

Mukwege, de 63 años, es cirujano en el hospital Panzi, radicado en la ciudad de Bukavu, en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC).

En su país se ganó el apodo de «el hombre que salva a las mujeres» porque, desde 1999, se calcula que ha tratado -tanto física como psíquicamente- a más de 85.000 víctimas de violación.

Esa labor le valió el pasado viernes uno de los premios más importantes del mundo, el Nobel de la Paz, en reconocimiento a toda una carrera dedicada a combatir el uso de la violencia sexual contra la mujer como arma de guerra.

Mukwege, que recibió la noticia mientras operaba entre gritos de júbilo de sus compañeros del hospital, recalca que es fundamental «educar a los líderes» para que «comprendan que si usan la violencia sexual para ganar una guerra, nunca tendrán una alfombra roja delante de ellos».

«La comunidad internacional -sostiene- no les dejará tranquilos y no permitirá vivir en paz a quienes hayan cometido estos crímenes contra la humanidad».

El nuevo Nobel de la Paz -que le fue concedido junto a la activista yazidí iraquí Nadia Murad, exesclava del grupo terrorista Estado Islámico (EI)- tuvo palabras críticas con el Gobierno de la RDC por no hacer lo suficiente para prevenir la violencia sexual en el país, especialmente en las provincias orientales de Kivu del Norte y Kivu de Sur, donde operan decenas de grupos armados.

La falta de una presencia firme del Estado deja, según Mukwege, vía libre a los insurgentes para sembrar la desolación entre la población civil.

Estas fuerzas, recuerda el ginecólogo, carecen de educación y matan a discreción noche y día.

«El mal está en todos los conflictos pero se exacerba en la República Democrática del Congo. La responsabilidad es global pero es el Estado el que tiene que dar seguridad a la población del país», señala.

En su opinión, resulta «inconcebible que los crímenes continúen cometiéndose bajo la barba del Ejército y sin que el Gobierno diga una palabra».

El daño tiene que solucionarse antes de que se produzca, incide el célebre médico, y eso solo puede lograrse si las autoridades congoleñas empiezan a invertir realmente en evitar los estragos inhumanos infligidos a las mujeres.

«Debemos poner fin a un mal que se comete en Irak, en Siria, en Palestina y también en la República Democrática del Congo. Debemos romper el tabú, el silencio y llamar al mal por su nombre», zanja el cirujano congoleño.

Tras saberse ganador del Nobel de la Paz, Mukwege dedicó el pasado viernes su premio a todas las mujeres víctimas de la violencia sexual y subrayó que el galardón es un reconocimiento a su lucha.

Además, añade, el galardón les da esperanza ante la necesidad de reparación física y judicial, y de reintegración en la sociedad.

La RDC lleva años inmersa en un frágil proceso de paz tras la segunda guerra del Congo (1998-2003), lo que provocó la creación de una fuerza de la ONU (MONUSCO) en 1999 para contribuir a la estabilización de este país.

El noreste del país, donde Mukwege realiza su labor, padece especialmente el azote de un largo conflicto alimentado por decenas de grupos rebeldes, pese a la presencia del Ejército congoleño y los efectivos de la MONUSCO.

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