Publicidad

Madonna vs. Jackson

Fuera de consideraciones industriales, lo de Madonna tiene ese aire de eterno retorno. Music suena… contemporáneo, que es, a fin de cuentas, lo único que se puede decir de Madonna, hoy y en 1985.


El último disco de Madonna se llama Music pero hoy más que nunca el último lanzamiento de Madonna no se trata de música sino de dinero. El primer tema promocional se estrenó el miércoles recién pasado, pavimentando el camino a un álbum que tiene fecha para el 19 de septiembre, igual que su segunda guagua, la del padre inglés (¿qué habrá sido del entrenador latino, el papá de Lourdes María?). Es una canción alegre marchosa, bien producida. Cara, muy cara. Escúchela con atención si la tocan por ahí. Las radios le están haciendo el quite -no sólo en Chile, también en el mundo- porque es demasiado bailable. Pero "Justify my love" también era una canción bailable y ahí tienen. Fue uno de los grandes éxitos de Madonna. De vuelta a "Music", los mejores ingenieros, los más finos productores metieron allí su mano. El video, que estrenó la cadena MTV, es una gran pozo de oro y tenidas caras, mezcladas con bien elaborados clichés de la tan en boga cultura hip hop (dirigió Jonas Akerlund).

Pero nada de lo que se haya invertido en Music es mucho. Con este disco Madonna termina el contrato que tiene con Warner. Un contrato a su manera, como todo, porque Madonna además tiene su propio sello, Maverick (que todavía no etiqueta nada que valga la pena, a todo esto). De todas formas, la compañía madre es Warner, y a ella Madonna le está pidiendo unos 20 millones de dólares (según la revista Entertainment Weekly) para firmar contrato por otros cinco discos. Warner, a su vez, está afinando una asociación con la centenaria EMI que involucra unos 20 mil millones de dólares. Huelga decir que en esta vuelta todos tienen que hacer el mejor de los negocios. Un fracaso, a esta altura, es lo que menos conviene.

Fuera de consideraciones industriales, lo de Madonna tiene ese aire de eterno retorno. Music suena… contemporáneo, que es, a fin de cuentas, lo único que se puede decir de Madonna, hoy y en 1985. No es poco en todo caso. Como es no poco que siga viva después de todos estos años. Prince volvió hace poco, liberado del contrato con la misma compañía. A pocos le importó. Michael Jackson está botado, literalmente. Madonna sigue ahí.

Sobre Jackson, una de estas mañanas conversaba con un amigo del tema. ¿Quién te gusta más, Jackson o Madonna? No hay ninguna duda. En su larga carrera hacia el reino del nunca jamás, Jackson hizo muchas cosas, algunas de hecho probablemente ilegales, pero también hizo discos infinitamente mejores que los de Madonna. En términos estrictos, ni uno solo de los discos de la mamá de Lourdes es soportable sino como crónica de su época. Si hay que comprar sólo un álbum de uno de los productos mejor marketeados de los 80 es su colección de grandes éxitos, que se deja bailar sin problemas. En la discografía del rey dominó hay, en cambio, por lo menos dos placas imprescindibles para entender la historia del pop contemporáneo, ya no desde el punto de vista del marketing, ni de la industria, ni de la sociedad, sino simplemente de la música: Off the wall (1979) y Thriller (1982). No hay campaña promocional que supere la producción de Quincy Jones para esos dos placas. Eso es "Música".

Publicidad

Tendencias