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«Soy un discípulo de Silvio Rodríguez»

Con un disco en vivo, una actuación en el Teatro Municipal de Santiago y en diversas ciudades del país, Alberto Plaza celebró durante el 2000 sus 15 años de carrera. Ciclo que cerrará el 17 de enero con una actuación en la Quinta Vergara, el mismo escenario que lo vio nacer. De su evolución personal y musical, de su opción por la creación romántica y otras yerbas conversó con El Mostrador.


El cantautor romántico chileno por excelencia, ese que muchos escuchan en sus horas sentimentales o corean al ritmo de una guitarra, está de fiesta. Alberto Plaza cumplió 15 años de trayectoria musical y con la distancia que da el tiempo recuerda al muchacho que en 1985 subió al escenario de la Quinta Vergara para obtener el tercer lugar en el Festival de Viña con su tema "Que cante la vida", hace una revisión de su carrera y, de paso, de la sociedad chilena.

"Hemos hecho un trabajo muy sólido que ha ido mejorando a través de los años. Mis primeras canciones eran bonitas, muy buenas, me encantan, pero técnicamente el concepto discográfico no estaba a la altura de las canciones, en la última etapa de mi carrera hemos tenido una producción como corresponde", es una de las primeras apreciaciones que el cantautor hace a El Mostrador.



-De hecho, tus últimos discos se han vendido mucho más que los primeros, generalmente cada nueva producción supera en ventas a la anterior.
-Eso es cierto, creo que eso pasa por muchas cosas. En el último disco grabamos con ingenieros que están a la altura de los mejores del mundo como Mauricio Guerrero, mezclamos en Estados Unidos. Mi productor, Juan Carlos Duque, le ha dado a mi trabajo una dimensión muy atractiva, un impulso muy grande. Además el equipo humano con el que trabajo es de primera categoría, todas esas cosas se fueron configurando. La gente valora el trabajo musical sólido.



-La evolución de tu imagen, aunque paulatina, ha sido notoria. Desde el chico de camisa informal y jeans al caballero de smoking que canta en el Municipal, ¿cómo has vivido estos cambios?
-Uno tiene que ir con los tiempos, evidentemente yo a los 22 años era muy distinto a lo que soy hoy. A los 22 soñaba con dedicarme a la música, era un trovador como hoy, pero con el entorno de un joven. Con el tiempo he ido evolucionando de acuerdo a la edad y las cosas que me pasan alrededor, y mi música fue creciendo conmigo. Los textos que yo escribo y los temas que abordo fueron desarrollándose con mi crecimiento y mi edad. Y bueno, para llegar al Municipal hay que vestirse de etiqueta. Además, es una fiesta de 15 años y las fiestas de 15 son de gala. Había que estar a la altura.



-Cuando alguien habla de un trovador viene a la mente la figura de Silvio Rodríguez, Pablo Milánes, gigantes de la música popular latinoamericana. A ti también se te señala como trovador, tú mismo lo haces, ¿no lo sientes como una gran responsabilidad o una etiqueta muy grande?
-Yo creo que hay ciertas distancias. A nivel latinoamericano, en algunos países, se me identifica dentro del espectro de los trovadores. Yo me siento un trovador, soy un trovador romántico, quizás más volcado a los temas del alma, la pareja y no tanto al lado político. Pero creo que hay enormes distancias con un gigante como Silvio a quien admiro y respeto muchísimo porque considero que él es el punto más alto de la trova latinoamericana, el mejor matrimonio entre la música y la poesía para mí está en Silvio Rodríguez, soy un discípulo de Silvio. Sin embargo, creo que mi trabajo ha ido logrando una dimensión que en algunos lugares se inserta dentro de ese estilo, pero guardando toda comparación.



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