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Transmiten la biografía del jazz

La cadena pública de televisión estadounidense (PBS) comenzó a emitir una serie de diez capítulos donde recoge la historia de esta música que nació en los barrios negros de Nueva Orleans hace ya cien años.


La serie titulada titulada escuetamente como Jazz, que comenzó a ser exhibida desde el lunes pasado, fue filmada el documentalista Ken Burns, un experto en grandes epopeyas televisivas.



Jazz es el primer trabajo audiovisual de tanta extensión -casi 18 horas de duración- que busca entregar una mirada de este único aporte genuinamente estadounidense a la cultura universal.



Ken Burns aseguró que el jazz es «una justicia poética» porque devuelve a los afroamericanos el orgullo y la dignidad que les quitó la esclavitud.



Wynston Marsalis, el principal asesor musical del proyecto, considera que el jazz nació de la necesidad que tiene el esclavo para improvisar y de la lucha del individuo para hallar su voz en un mundo opresivo y temible. El jazz surgió de los cantos espirituales y laborales de los esclavos del sur y del clasicismo musical blanco. Una combinación que confirma las enormes tensiones que ha tenido que soportar desde su génesis.



Burns expone estas tensiones y contradicciones atravesando los grandes temas del siglo XX. No sólo el racismo -que lo impregna todo-, sino también las dos guerras mundiales, la gran depresión y las drogas.



Louis Armstrong es el gran protagonista de la serie. Marsalis llega a decir que es el mejor compositor que ha habido en Estados Unidos, por encima de gente como Aaron Copland, Irving Berlin y Leonard Bernstein.



Sus impresiones y las del resto de los protagonistas de la serie convierten a Jazz en un documental cargado de pasión e intimidad. Se recuerda, por ejemplo, que el padre de Benny Goodman ahorró 50 centavos que no tenía para que su hijo estudiara música y murió atropellado antes de poder oírle tocar.



Ahí están, también, Ella Fitzgerald y Billie Holiday, dos niñas pobres, violadas y maltratadas, y Charlie Parker o Miles Davis. La fama, tampoco entonces, era un pasaporte a la felicidad. Holiday murió de una sobredosis y Fitzgerald, siempre fue exuberante, murió de cáncer en la cama de un hospital, escribiendo música.



Armstrong domina la serie porque Marsalis opina que el jazz es grande gracias al swing, a las grandes orquestas, como la de Count Basie, que, en los años 30, convirtieron al jazz en una música de entretenimiento y baile aceptada por todos, tanto por los blancos como por los negros.



Este énfasis en el clasicismo impide que la serie profundice en el jazz moderno. El capítulo sexto, por ejemplo, está dedicado a los años 37-39, la era del swing, cuando el jazz dominaba la industria discográfica (el 70% de los ingresos), mientras que el décimo y último cubre desde 1960 hasta hoy, despachando de un plumazo a Miles Davis, Stan Getz, Herbie Hancock, Chick Corea y Keith Jarrett, entre otros contemporáneos.

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