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Joao Gilberto, setenta años de poesía

El próximo cumpleaños del artista carioca se ha convertido en todo un acontecimiento en Brasil.


El brasileño Joao Gilberto, único sobreviviente de la «santísima trinidad» que dio vida y proyección mundial a la Bossa Nova, cumplirá el próximo domingo 70 años.



El acontecimiento ha desbordado desde ayer ríos de tinta en la prensa nacional para analizar los misterios y secretos de la «batida», la peculiar forma de tañer la guitarra que Joao Gilberto aportó como sello a la expresión que conjuga el lirismo poético de Vinicius de Moraes y los arreglos musicales de Tom Jobim.



Marcus Vinicius da Cruz de Mello Moraes, uno de los más importantes poetas brasileños del modernismo, murió en la bañera de su residencia en Río de Janeiro el 9 de julio de 1980.



Antonio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim, el autor brasileño más cantado e imitado musicalmente en el mundo, falleció en un hospital de Nueva York el 8 de diciembre de 1994.



La Bossa Nova, una expresión musical intimista que vio la luz en Río de Janeiro en 1958 por la genialidad de Vinicius de Moraes, Tom Jobim y Joao Gilberto, tuvo su apogeo a mediados de los años 60 pero se conserva inmortal gracias a canciones que se tornaron en el mundo casi míticas, como Chega de saudade, Desafinado, O amor, o sorriso e a flor, Canzao do amor demais y Garota de Ipanema.



En todas esas composiciones destacan la «batida» y la voz azucarada de Joao Gilberto Pereira de Oliveira, nacido en el municipio bahiano de Juazeiro (noreste) el 10 de junio de 1931.



Su obra en catorce discos constituye la suma del género, cuyo certificado de nacimiento se remonta al 10 de julio de 1958, cuando Joao Gilberto y otros músicos grabaron bajo la dirección de Jobim en un estudio carioca el disco de 78 revoluciones Chega de saudade.



Los protagonistas aseguraron años después que nadie sabía que nacía entonces un movimiento musical que dio vida, forma, proyección y reconocimiento en el mundo a la creación musical brasileña.



«Si Brasil tiene la música más bonita, no sé. Pero la forma más bonita de hacer música es la brasileña», manifestó Gilberto en 1991 en una entrevista que dio origen al libro La poética del sonido.



Visto como tímido, polémico, complejo y cascarrabias por todos sus compatriotas, desde sus más fervorosos seguidores hasta sus más severos críticos, Joao Gilberto, es reverenciado sin excepción por mantener vivo el sueño que envolvió desde la década de los años 50 a un pueblo alegre y sentimental al mismo tiempo, y contagia hasta hoy a los oyentes de otras latitudes cuya lengua no es el portugués.



Para todos los observadores de la trayectoria de Joao Gilberto, su genialidad y percepción de las cosas se anticiparon a su tiempo.



Hace muchos años, cuando se recuperaba en un hospital de una crisis de depresión, un médico le encontró con la mirada extraviada en un bosque que observaba a través de la ventana de su cuarto.



«Mira cómo el viento despeina los árboles», había comentado el músico, a lo que el doctor respondió con preocupación: «los árboles no tienen cabello, Joao».



La conversación terminó cuando el paciente ilustre, le interpeló de soslayo y con desdén: «¡Y hay personas que no tienen poesía!».



EFE

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