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Bardos nativos traen nuevos aires celtas

«La similitud celta con Chile está en los mitos. Los mapuches, como los celtas tienen una concepción semejante de la creación del mundo, a partir de cuatro elementos, que para ello eran la espada, la caldera de la abundancia y la piedra. Acá hay una representación gráfica semejante en el cultrún mapuche, que es un espejo del universo», dice Antil Camacho, el integrante de Viento Celta, el grupo que actuará hoy en el Centro Cultural de Las Condes.


No es exactamente igual que los antiguos bardos celtas, pero siguiendo las tradiciones orales hace unos años comenzó a emerger, desde las profundidades del silencio rotundo, el sonido celta a la chilena, con sus gaitas -algunas hechizas-, creencias, héroes, mitos, canciones, historias heróicas y sencillas, runas, y cosmogonía toda.




Sí. Es cierto que en Europa hay grandes festivales, encuentros, estudios, comunidades y especialistas cardinales en el tema. Pero en estas latitudes el tema recién empieza a tomar cuerpo, confundiendo epopeyas con juegos de naipes, supersticiones con narraciones míticas de druidas poderosos, guerreros con las raíces americanas y las creencias locales, como las del mágico Chiloé. Aunque no se puede mencionar un desarrollo de proporciones, el asunto celta tiene sus méritos. Incluso, un gaitero nacional participará pronto en un encuentro en Lorenna, muy importante, por cierto, para los adeptos a estas artes.



Chiloé: la Irlanda del sur



Las tradiciones celtas son poderosas en la música de Estados Unidos por la inmigración de irlandeses y escoceses, gallegos y asturianos. En América del sur son menos fuertes. Los únicos descendientes celtas que llegaron a la Patagonia fueron los gallegos.



«Irlanda es como en Chiloé. Son lugares campestres. La gente todavía está muy conectada con la naturaleza. En Chile también hay una falta de identidad, como la tuvieron esos pueblos. Chiloé es muy parecido a Irlanda en la forma de vida, los climas y lo mágico. Los gallegos que llegaron a Chiloé, quizás, instalaron ciertas costumbres y mitos», dice sin rigor científico, pero muy convencido, el músico Pedro Ortúzar.

«La similitud celta con Chile está en los mitos. Los mapuches, como los celtas tienen una concepción semejante de la creación del mundo, a partir de cuatro elementos, que para ellos eran la espada, la caldera de la abundancia y la piedra. Acá hay una representación gráfica semejante en el cultrún mapuche, que es un espejo del universo», dice Antil Camacho, el integrante del grupo musical Viento Celta.



Ambos músicos comenzaron hace un par de años a divulgar las canciones gallegas, irlandesas, asturianas y otros temas, conectándose lentamente con los saberes de las colonias respectivas residente en le país, donde aprendieron algo sobre la ejecución de la gaita y comenzaron a desarrollar bandas, como el grupo Lir y Viento Celta, dos de los representantes de esa tendencia en Chile.



Lir se formó hace cuatro años y rescata el folklore tradicional de ese pueblo, incorporando elementos más modernos. Está integrado por Juan Pablo Marzolo (flauta dulce), Sebastián Garrido (guitarra), Pedro Ortúzar (gaita gallega), Cristina Toledo (violín) y Rosario Abarzúa (voz).



Viento Celta nació en 1998, usando violín, guitarra, violoncello, gaita irlandesa, bodhrán (tambor irlandés) y Tin Wistel (flauta irlandesa). Los integrantes son Camila Cáceres, Francisca Sánchez, Francisca Rondón, Leonardo Rivas y Antil Camacho.



Pop Folk celta



En el transcurrir de los años ’50, la música celta comienza a tomar fuerza con arpas, gaitas, violines y ambiente furibundo, alcanzando a Japón la India. En América comienza a tomar forma y ya en Argentina hay varios antecedentes en algunos festivales, a los que se suman los interesados e inquietos muchachos nativos, simpatizantes de «este cuento».



Por los setenta, Clannad, el quinteto irlandés de los hermanos Brennan y sus tíos Duggan, lanzó el puente colgante entre las antiguas tradiciones del folklor conservado en los cantos del último bardo, O’ Carolan y, combinándolo al sentir furibundo del sentimiento actual, abrieron una vertiente entre el celta y el pop que fusiona instrumentos modernos a tradicionales.



Otros implicados en el cultivo de la raíz céltica fueron en la Sicodelia figuras como Simon and Gurfunkel y, más tarde, en lo propiamente étnico, Ennya, Sinead O’Connor, sin olvidar a los padres del Pop, U2. Además, de The Chiftains, en la tendencia folklórica y en fusión a Lorena McKenith, The Lords of Rings (en danza), Celtic Fusion y The Corrs, que son los mentores en las búsquedas de los bardos chilenos.



El resultado ha hecho resurgir la espiritualidad de un pueblo místico, guerrero y evocador, que se revitaliza en sus antiguas melodías modales, actualizándolas y apoderándose de los espacios públicos con sus evocadores acordes, en un sonido muy actual.




«Se ha abierto una nueva sensibilidad. Esto ha permitido percibir con mayor espiritualidad que con el pensamiento. Lo que moviliza a su la música es la sensibilidad y el imaginario. Hacemos música de los herederos de los celtas y algunos temas propios, pero con enfoques. Acá se está haciendo mucha fusión. Hay un interés por mantener la riqueza de las culturas ancestrales. Hacemos esa música, pero la actualizamos para que sea más comprensible a todos», cuenta Camacho.



En el historial céltico local hubo un gran encuentro nacional en Las Noches Celtas (1999) en la sala Isidora Zegers. Antes de eso, las expresiones sonoras de esos lares eran cultivadas sólo por las colonias. Ahora, los adeptos se interesan en elaborar proyectos que lleguen a fundir las raíces populares nacionales con las de los antiguos habitantes del viejo continente, en iniciativas como el canto épico que elabora -sin mencionar a la Isla de Chiloé- Viento Celta. Otras instancias de reunión son los encuentros llamados Celtas en Los Andes, el Ciclo Cultural Céltico y las Noches de Gaita del Estadio Español.



Gaitas nativas



Entre los celtas, la música era un elemento vital y no sólo fue concebida con la función de espectáculo que existe hoy. Tenía una dimensión espiritual profunda y, a la vez, muy festiva. Algo que enfatizan los inquietos salvadores que reentonan baladas de héroes antiguos, combinando temas con asuntos cotidianos de creación anónima y de O´Carolan.



«Las melodías son bastante simples. La riqueza musical es del barroco. La música celta es melódica, no es armónica», comenta Ortúzar.




El sonido de las gaitas y las flautas dan ese timbre distintivo a la melodiosidad escocesa e irlandesa. La Gaita, que era un instrumento para bailes y celebraciones se usó Escocia, también, para la guerra, con comunidades de gaiteros que tenían temas distintos para cada ocasión.



Se dice que las gaitas son originarias del Lejano Oriente, pasan al Medio Oriente y luego los celtas la llevan a toda Europa y las Islas Británicas.



Mucho tiempo transcurrió para que a Chile llegara la primera gaita irlandesa, las había asturianas, gallegas y escocesas, pero de una irlandesa ni hablar. La única que existe la trajo uno de los músicos de Viento Sur, hace cinco años.



«Lo que nosotros llamamos folk celta es la combinación de la gaita con otros instrumentos, como la guitarra, el violín, sintetizador. Esto enriquece la música», dice Ortúzar.



La fuerza de los pueblos herederos de los antiguos está en parte determinada por temas enérgicos y alegres para la danza, como los reels y jigs, y los airs para temas lentos, que predominan en las ejecuciones locales.



«La jigs son comunes en toda Europa, tanto en música docta como en música popular. Las jigs son las muñeiras para los españoles. Son una base rítmica. La gracia de esta música es que es alegre. En cada país hay diferentes formas y, en mi opinión, es más rica en España, porque al haber tenido contacto con los árabes existe melodías en tonos menores también. Esto no pasó hacia el norte», agrega el integrante de Lir.



Mitología super poderosa



Fue en Hallstatt, Austria, donde hallaron algunos grabados del 700 A.C. En el año 500 A.C., los celtas se expandieron hacia Francia, Portugal, España y las islas Británicas y al sur occidente. En el 390 A.C. saquearon Roma. Algunos grupos partieron a los Balcanes (actual Grecia y Bulgaria). Luego, entre los años 300 A.C. y 100 D.C. los romanos conquistaron gran parte de Europa y las únicas comunidades que se mantuvieron fueron las de Irlanda, Escocia, Gales, sur de Inglaterra y Bretaña, en Francia.



Los celtas imponen nuevas supersticiones en la conciencia moderna a través de su mitología que animaba los árboles, las piedras y la naturaleza plena, cuyos poderes sólo podían dominar los sabios druidas.



Fueron practicantes de los sacrificios humanos, al igual que los pueblos antiguos americanos. Sin duda legaron una cosmogonía deliciosa que habla de seres, como Lugh, un guerrero sabio, mago, y músico, maestro, anciano y arrugado con piel de león que acarrea hombres unidos por las orejas.



«A mí me gusta su cosmogonía y el sentido del honor que tenían. Ese sentido en que se hace algo sin miedo al castigo», afirma el músico.



Imaginario y Cánticos



Sería bastante ingrato continuar divagando acerca de los celtas y no mencionar a los bardos, personajes claves en esas sociedades, que acompañados con un arpa alababan o fustigaban a sus enemigos por medio de sus cánticos y poemas. Se dice que se les pagaba por el oficio en festejos, bailes y cortejos para ocasiones especiales, como un día de caza.




Eran poetas y sacerdotes que transmitieron en forma oral aquellos preciados conocimientos a las generaciones venideras, manteniendo una auténtica función educadora y mística. Algo que no se aleja para nada de la música, bien entendida.



Ahora, los nuevos bardos siguen las mismas costumbres entonando melodías tal cual lo hicieron -según se cuenta desde el continente antiguo- esos bardos genuinos, que hablaron de seres fantásticos, magia, ilusión de personajes épicos y que conocían el uso correcto de cada conjuro, dando las explicaciones que permiten hasta hoy conservar el imaginario colectivo.

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