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Frank Delgado da el son de cada día

«Buena Vista Social Club es un negocio de la melancolía y la nostalgia. Ese documental se hizo con la música cubana antes del ’59. Es una música estática. Ese tipo tradicional se hace con todos los requerimientos del gran público, sobre todo norteamericano y europeo… Es una engañifa para las mentes acomodadas de los europeos y americanos», dice Frank Delgado, el cubano que pronto llegará al país.


Poniéndole todas las ganas de venir anda por estos días Frank Delgado, un cantor de la nueva generación de músicos cubanos que según se anunció llegaría al país la próxima semana -por ahí por el 25- pero aún no hay claridad absoluta del día del concierto a realizarse en la Sala Master de la Universidad de Chile y que se enmarca dentro del Primer Ciclo de Conciertos Chileradio.



El, por ahora, está en La Habana a la espera de una respuesta. Incluso sabe que traerá, el último disco que sacó en España, El Adivino más un poco lo nuevo. Pero como en todo en las sendas trovadorescas hay que saber esperar y entender que se está sujeto a cambios, porque es un arte de acciones y reacciones.



«La Trova es un oficio muy viejo. No la inventaron los cubanos. El primer trovador era Homero que con una lira cantaba La Iliada y La Odisea. Eso ha variado en su formato, en cómo se canta y los instrumentos. No ha variado mucho. Es como una raza», cuenta.




Frank Delgado le canta a lo cotidiano, dando a conocer su mirada de la isla. A fines de la década del ’70 hizo su ingreso a las filas de la Novísima Trova, heredando el hacer de la Nueva Trova, aunque con algunos matices.



El furibundo cultor del son cubano emergió en escenarios universitarios. A lo que siguieron las presentaciones en El Teatro Nacional y visitas a Argentina, Angola, Etiopía, España, Portugal, Francia, Alemania, Suecia, México, Brasil y Chile, en una ruta que ha compartido con Silvio Rodríguez, Fito Páez, Daniel Viglietti y Luis Eduardo Aute y a lo que él adosa un color sabrosón de juglar, capo en manejar al público, llegando a decirse -incluso- que su propuesta es una de las más interesantes en la música joven de Cuba.



Impregna todo de esa calidez caribeña y el relajo de la palabra dicha. Pero, ¡ay! de quien le venga a vender historias antiguas. Saca la voz y su artillería de convicciones.



– La música cubana antigua se ha dado a conocer mucho acá, especialmente con grupos como Buena Vista Social Club.



– Buena Vista Social Club es un negocio de la melancolía y la nostalgia. Ese documental se hizo con la música cubana antes del ’59. Es una música estática. Ese tipo tradicional se hace con todos los requerimientos del gran público, sobre todo norteamericano y europeo, con cantantes acompañados de jazz band haciendo temas tropicales más conocidos. Es una engañifa para las mentes acomodadas de los europeos y americanos. Estos viejos deben estar muy agradecidos a Win Wenders, Ry Coder y compañía. A mi no me interesa Buena Vista Social Club. Es una música que oí hace muchos años en las clases de educación musical que daban acá, incluso, mejor hecha.



– ¿Es música tradicional?



– Está bien. Las tradiciones hay que mantenerlas y esa música hay que cantarla, pero la alharaca que ha logrado es todo un despliegue publicitario. Fue una gran maquinaria que engrasaron y echaron a rodar, una máquina vieja, pero muy bien pensada en su mecánica. Me alegro por los viejitos, pero es como si Ray Coder agarrara en Chile a cinco viejos que hagan cuecas y los saque bien vestiditos y les ponga Bella Vista Social Club. La gente descubre el agua fría. En Chile hay música más interesante.




Aunque él es ingeniero hidráulico de profesión, puso el ojo en la creación y a punta de guitarra trabaja en una vertiente creativa social.



"Siempre he hecho canciones solidarias, sobre las cosas que pasan en Cuba. Sigo trabajando eso. Tengo especial sensibilidad para esas cosas. Además, son muy útiles aquí».



– ¿Son útiles en qué sentido?



– Son útiles porque son una especie de válvula de escape. La gente al sentir que un trovador también es parte de sus problemas, que no está ajeno, es una especie de solidaridad, de no sentirse solos.



– ¿En que está La Trova cubana?



– Aquí nunca han dejado de existir. A lo mejor en otros países que se mueven más con cosas de la moda y en el mercado cayeron en crisis. Es más, siempre aparece nueva gente con nuevas temáticas y propuestas. La fuente de inspiración es inagotable y es muy fácil tocar con guitarra.



– Existió un tiempo en que era muy fuerte, en que hubo un movimiento que parece desintegrado.



– Aquí siempre hay lugares y público que asiste. La Trova siempre ha sido un tipo de música fuera de los circuitos comerciales. Si La Trova es afuera muy difundida perdería esa esencia en que hay que buscarla. Es una música que no te la van a poner en una bandeja. Tienes que salir a buscarla. Es una cosa medio misteriosa, medio mística, medio raza, la de los trovadores.



Y ahí serás universal



Asunto notable, la América morena es la variedad rítmica del Caribe y una buena madera para los músicos que no reniegan de sus raíces, que, como Delgado, le echan más leña a ese fuego de sones y canciones, combinando el pasado el presente y haciendo algo para el futuro.



– ¿En tu rítmica hay fusiones?



– Sería aburrido si todo es monorítmico. Hay que dar saltos para que el oído se sacuda. Yo trabajo con una base cubana, que tiene muchísimo ritmo y se puede combinar, con el son, la rumba, el calypso, la conga y otros ritmos más caribeños. Es para no cargarle la mano a la gente con el son nada más. El son es rico porque tiene estructura. Es un buen ritmo que no te deja dormir, pero hay que combinarlo, porque o si no sería monorritmático, monocorde, mono no sé.



A estas alturas del vuelo creativo ha reunido sus cánticos en discos como, Sonríete sin malicia (1983), En México (1994), Trova Tur (1996), Un buen Lugar (1996), En vivo en Cuba (1996) La Habana está de bala (1998) y Trucho. Eso sin contar las grabaciones extraoficiales de recitales en de los años ochenta."Grabaciones que ha caminado un poco de manera salvaje", como dice él.



– ¿Es difícil mantenerse trovando en estos días?



– Sí, pero trae más satisfacciones que problemas. Es una profesión difícil, porque andas siempre alerta, como visor, comunicándose con la gente. La Trova necesita un intercambio permanente con la gente. A veces me parece que hay gente que perdió el norte. Subieron tanto que perdieron la orientación. Por lo menos, yo trato de no perder la orientación. No creerme nunca todo lo que me dicen.




– ¿Ves problemas universales?



– Chica, yo no pienso que seamos universales. Las injusticias son universales, el amor, pero yo los trato de un punto de vista particular, bastante cubano. La escenografía siempre es Cuba, La Habana. Las canciones están llenas de lugares comunes, de diversión, de frases del idioma activo de acá y eso las hace difíciles para oídos que están acostumbrados a que les den todo masticado. A mí no me interesa ese tipo de gente. Yo no le voy a dar a nadie nada masticadito. Mis canciones tienen muchas cosas que ayudan a conocer este país.



– ¿Dejas un registro de la historia?



– Puede ser que sirva algún día, que sea un documento auténtico, algo activo para estudiar. Hay mucha gente que me ha dicho que pensaba que tenía todo claro sobre Cuba y que como que los he sacado de esa aparente claridad y los he confundido un poco. A la gente que no sabía nada los he ayudado un poco a conocer la isla. No pretendo hacer una canción universal, al contrario quiero tocar este tema muy local, pero que se entienda desde otros lugares y ahí serás universal.

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