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Bjork deja París tras éxito de su nuevo álbum

La cantante islandesa Bjork, que a su paso por París cantó a capella ante el primer ministro francés, Lionel Jospin, y otros invitados, concluye esta noche con un segundo concierto en la Sainte Chapelle el exitoso despegue de su gira internacional para el lanzamiento de su álbum Vespertine.


La estancia francesa de la protagonista de Dancing in the dark, del realizador Lars Von Trier, filme con el que obtuvo en Cannes 2000 el Premio a la Mejor Actriz, no pasó desapercibida ni en medios musicales ni en círculos políticos, que le brindaron una acogida tan especial como sus seguidores más apasionados.



Así, el titular francés de Educación Nacional, Jack Lang, la recibió en su Ministerio para entregarle el jueves pasado las insignias de Caballero de la Orden del Mérito.



Lang, ministro de Cultura socialista durante la Presidencia de Francois Mitterrand, evocó en un comunicado la huella dejada por la cantante y por su conjunto Sugarcubes, cuando en 1990 acompañó al jefe de Estado francés en visita oficial a Islandia y ambos tuvieron «la suerte de asistir a un ensayo del grupo y conocer a Bjork».



«En recuerdo de estos lazos particulares con Francia, deseé ofrecerle este signo de amistad y gratitud», agregó el ministro poco antes de acompañar a Jospin, a la ministra francesa de Cultura, Catherine Tasca, y a otras personalidades políticas al primero de los dos conciertos de Bjork en la Sainte Chapelle, monumento gótico situado en la parisina Isla de la Cité.



Los socialistas no fueron los únicos en dedicar una cálida acogida a Bjork: el secretario general del Partido Comunista (PCF), Robert Hue, le envió un mensaje de bienvenida, justificado, ya que ésta eligió la sede central del partido para su primer encuentro con la prensa internacional en los dos últimos años.



Bajo la cúpula blanca de techo ovoide que el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer cubrió en su día de placas plateadas, la cantante, vestida a tono con un conjunto transparente en blanco y rosa, respondió a los más de 200 periodistas de todo el mundo que la esperaron durante casi una hora sin la más mínima protesta.



Más bien al contrario, periodistas de Varsovia, Los Angeles, Sydney, Tokio, Londres o Madrid preguntaron incansables, pero ordenada y respetuosamente, a la artista su opinión sobre la vida, la muerte, la mujer y, por supuesto, la música.



Bjork condenó el suicidio, se declaró feliz de ser mujer -entre otras razones por haber nacido en un país en el que la discriminación sexual es menor que en otros- y lamentó la suerte de los varones anglosajones, tan obligados como están a vigilar constantemente su comportamiento para quedar bien.



La cantante, que el pasado fin de semana emocionó a las 5.000 personas que pudieron asistir a sus dos primeros conciertos parisienses, organizados en la sala Rex, evocó como ya había hecho en algunas entrevistas previas cuán diferentes y opuestos eran sus dos últimos álbumes.



Sin embargo, explicó, el intimista Vespertine, fruto de tres años de trabajo, es también una continuación del extravertido Homogenic (1997.



De hecho, pese a haber dedicado entre ambos todo un año a Selma’s songs, banda sonora del filme de Lars Von Trier, y a interpretar y promocionar Dancing in the dark, la última canción de Homogenic, All is full of love, está muy próxima a Hidden Place, tema con el que abre su ya famoso nuevo álbum, que saldrá a la venta el 28 de agosto.



En apoyo del intimismo que ahora cultiva, Bjork dará sus conciertos de promoción en lugares muy especiales, como la Sainte Chapelle, donde sólo tienen cabida 350 personas, o el Teatro de los Campos Elíseos, también en París, donde actuará en noviembre próximo.



Sus compañeros de la gira internacional que acaba de comenzar serán la artista de vanguardia Zeena Parkins, el dúo electrónico Matmos, un coro de quince nativas de Groenlandia y los 80 músicos de la orquesta filarmónica Il Novecento, dirigida por Simon Lee.



EFE

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