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Desde los arrabales nace un sitio para las cuecas choras

Por primera vez, gracias a la iniciativa de este creador, se tendrá acceso directo a un contundente material cuequero que abarca desde aspectos históricos hasta testimonios de cultores del ritmo nacional.


Así nomás, en un gesto generoso con sus saber, Mario Rojas, el ex líder de DeKiruza y compositor de la música de El Desquite entrega a todo el legado de las tradiciones de vida alegre de las zonas marginales en la página web que lanzará el 4 de septiembre, cuecachilena.cl.



Luego de pasar un buen tiempo dedicado a compartir e investigar los cantos de Roberto Parra, Hernán Núñez, Los Chileneros y Héctor Pavez y Los Santiaguinos, Rojas almacenó en el disco duro de su computador tal cantidad de información, que bien podía hacer un sitio. Dicho y hecho: el resultado en parte ya está en la internet como un espacio en que temáticamente se compila una buena parte de las creaciones chilenas y que además servirá como puente para el anuncio de actividades culturales.



"Pa’ serte bien honesto nunca me he sentido un investigador. Esto ha sido una cuestión fortuita, simplemente pasión por la música, por la cueca. Es un homenaje a mi padre cuando hago cualquier cosa que tiene que ver con la cueca de él. Además, soy amigo de los cultores, siento que hay comunicación entre nosotros. Eso no es fácil, ellos pertenecen a un circuito que es muy difícil de acceder por los códigos que manejan. Tenemos un hilo bien familiar que me ha permitido salir, tomarme un copete con ellos y pegar una cantá", contó el músico.



El sitio digital aporta la historia de una expresión urbana y entrega testimonios «juntos pero no revueltos» de Nano Núñez y Roberto Parra. Augurando para pronto uno de Baucha, Luis Araneda, Perico Chilenero, Fernando González Maraboli y Segundo Zamora, entre otros. Es que Rojas es un buzo de las profundidades urbanas que reniega de las superficies.




«Confieso tener prejuicios y mucho recelo con su enseñanza formal, odio el agotador y majadero esquema didáctico de los tres pasos pa’llá y tres pasos pa’cá. Me carga el uso instrumental de la cueca que exalta valores patrióticos. Además, estoy convencido que ningún grupo de canto y danza existente ni siquiera «salva» en su capacidad interpretativa, musicalmente hablando. Si puede servir como declaración de principios, lo digo con todas sus letras: ‘Esa cueca no es mi cueca'», dijo.



El estilo de Rojas no tiene nada que ver con una tradición estereotipada. Todo lo contrario, lo que le interesan son las expresiones vivas de los bajos fondos.



– ¿Crees que la cueca está vigente?



– Fue un fenómeno de origen urbano que se generó en Santiago, Coquimbo y Valparaíso, en especial en los puertos. En la capital a finales del siglo XIX y principios del XX se cultivaba en los arrabales de la cuidad. En los años en que Santiago llegaba hasta el Matadero, Estación Central y el barrio la Chimba. En esos sectores se desarrollan hasta hoy los genuinos cultores de cueca.




"No es lo mismo que uno se sienta motivado y se interese por aprender los tres pasos pa’ llá y pa’ca que la gente que ha desarrollado un culto por la cueca a través de los años y lo ha hecho parte de su vida, como el Baucho, un cantor que tocaba cerca de la calle Borja arriba de los carretones de su papá", comentó.



El Baucho es uno de los integrantes de Los Chileneros, el conjunto encabezado por Nano Núñez, un músico templado en los bajos fondos, donde el susodicho baile nacional estremece a los callejones. Él presume que aprendió cuenca ‘onde La Carlina. Ahora, ya mayorcito, es uno de esos cultores de los circuitos cerrados de cantores que no aceptan a cualquiera.



Consecuencia de la globalización



En la página destaca un espacio dedicado a la literatura y la cueca. Ahí se registran estractos de puño y letra de diversos autores, como el de Nicomedes Guzmán que en El Roto dice:



Por las aceras, la humanidad del suburbio desparramaba su fatalismo sin manos de luz para contener una esperanza: mujeres panzudas, rodeadas de chiquillos descalzos, piojosos, con mantas de saco; borrachines que dormían con la cabeza puesta sobre sus propios vómitos, con el vientre a la vista; jugadores de chapitas tintineando monedas entre las manos sucias; grupos haciendo rueda a una pareja que cuequeaba, al son desafinado de una guitarra rota y del voceo hueco de una cantora ebria: Para qué me dijiste/ que me querías/que sólo con la muerte/me olvidarías.



Además, entre los antecedentes de esa forma de cantar en rueda se establece una relación con el canto complejo a la daira de los árabes, difundido por la dinastía de los Omeyas, por medio de la escuela de Medina.



Ésta es muy similar a la rueda chora de las cuecas suburbanas. Ahí un cantor saca un verso, la cuarteta y el que está a su derecha hace una siguiriyas. Luego, el siguiente crea otra siguiriyas y el cuarto remata.




"La cueca es una actividad social. Es una lucha, una guerra por quien tiene el pito más alto. Acá el virtuosismo y la manera de cantar juegan un papel muy importante. Durante el Siglo XX nos acostumbramos a esta cueca de escuela, de magisterio, donde aprenderla es cosa de principiantes. Esto la desacreditó hasta transformarla en una expresión para esos grupos de canto y de danza que tienen una pésima interpretación musical que no se acerca a lo que es una cueca campesina, pero reconozco que hacen buenas coreografías ", precisa el músico.



– ¿En ese sentido ya no es tan vigente entonces?



-Dentro de la cueca televisiva, no lo es. Lo que nosotros escuchamos en general no representa al roto chileno, pero sí lo encuentras en Los Chileneros, en Los Santiaguinos, en Pepe Fuentes, que cantaba con Los Tres, y en Jorge Montiel.



– ¿Qué vínculo hay entre la cueca y otros ritmos latinoamericanos?



– Nuestra expresión es hermana del tango, del vals peruano, del bolero y del blues, que son melodías urbanas que nacen y se desarrollan a la sombra de una sociedad pre industrial. Es un fenómeno entre hombres. El roto es el huaso cimarrón que abandona el feudo para ir a nuevos trabajos, que aparecieron en el Siglo XX. Ellos van a buscar el salario en una actitud distinta al siervo de la tierra. Estos grupos que acuden a las chinganas y a las casas de niñas, son los que cantan cueca.



¿Es una «vergüenza» no?



– Sí, es el oprobio del Chile ilustrado. Originalmente la cueca se llamaba chilena y con ese nombre viajó Argentina, Perú y a México, donde todavía se le conoce como tal. Nosotros exportábamos el concepto de la vida alegre chilena. En Perú y en Bolivia se copiaba el estilo de la casa de puta de acá.



– ¿Qué pasa con la zamacueca?



– Ella viaja desde Lima a Santiago y produce el detonante para que la cueca se desarrollara musicalmente, porque como fenómeno social ya existía. La chilena llegó a Perú y allá en la Guerra del Pacífico le cambian el nombre por marinera, en homenaje a los héroes navales.



-¿Cómo se integra este género con las nuevas generaciones?



– En este momento hay un renacer y todo un cuestionamiento. Lo sé porque estoy en contacto con muchos músicos jóvenes, incluso he dado tres sesiones de taller de cueca en las escuelas de rock. La curiosidad es muy grande también entre músicos ya consagrados. Hay un interés por descubrir la verdad detrás de este montaje del huaso y la china que nosotros vivimos durante el Siglo XX. Esto es un montaje de la cultura oficial como para elevarlo al nivel de las banderas, pero que no representa al culto de la cueca.




-¿Qué sucederá cuando estos «viejos» desaparezcan?



– Siento que ha renacido un espíritu nuevo. Así tiene que ser, porque es un ciclo más de la globalización, no exclusivo de Chile. No es que acá caprichosamente a los jóvenes les haya dado por la cueca, sino que corresponde a un cuestionamiento natural. El rock tiene sus limitantes, pues es el detonante de todo un movimiento de globalización en torno a la cultura. Pero una vez que se agota lo natural, surge el interés por la propia identidad. Ese proceso lo estamos empezando a vivir y yo lo siento así con los cabros con que me junto.

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