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Horacio Durán e Italo Pedrotti concretaron el «Método de charango»

El músico de Inti Illimani y el de Entrama respectivamente, presentaron anoche un método clásico para aprender charango. Un gran mérito si se piensa que el lenguaje del instrumento andino sólo se ha transmitido por vía oral a nivel campesino. Con este trabajo puede entrar a las aulas universitarias de todo el mundo.


Si no fuera por la notación musical, es posible que muchas melodías cantadas en épocas remotas jamás hubieran llegado a los oídos contemporáneos. Y aunque es cierto que muchas expresiones no son traducibles al lenguaje escrito -en especial en música, donde abundan las subjetividades y las connotaciones- un registro contribuye a mantener cierta noción de las raíces de un sistema de creencias articulados en una cultura.



Por eso el lanzamiento del Método de charango de Horacio Durán e Italo Pedrotti es algo más que un gesto sencillo de dos intérpretes de ese instrumento. Es un aporte real a la literatura, que intenta ampliar las fronteras de un ejemplar sonoro mestizo, muchas veces juzgado y pocas oportunidades deleitado.



Luego de siete años de trabajo, los dos autores lograron reunir en 170 páginas un recorrido desde las características del instrumento, hasta un compilado de partituras que incluyen las melodías compuestas por 16 autores contemporáneos bolivianos y chilenos. Entre los que nutren el texto destacan Estudio para charango de Mauro Núñez de Sucre Bolivia, quien fuera el impulsor del charango, Subida de Alfredo Domínguez y Ernesto Cavour, Campanitas, Mis llamitas, de los mismos autores, Vuelo de parinas de César Palacios. De Horacio Durán figuran Tonada triste y Manzanitas. Además, contiene Ventolera de Eduardo Carrasco y Hugo Lago. Pedrotti aportó con Cavouriadas y Vuelo de Pájaros. Para ir concluyendo con Camino a Potosí de Freddy Torrealba, un joven músico y cultor emblemático de este instrumento.



La edición fue impresa en los talleres gráficos de la facultad de Artes de la Universidad de Chile y viene acompañada de un disco compacto que complementa el estudio de los ejercicios y repertorio.



El material se dio a conocer anoche en la sala Isidora Zegers, en un concierto realizado por Durán, Pedrotti, Daniel Delgado y Claudio Araya, donde dieron a conocer parte del repertorio del Metido. Contó con la participación de Luis Merino, decano de la facultad, Olivia Concha, pedagoga e investigadora y Jorge Coulón.



Este genuino tributo literario musical -que se aventura en la enseñanza de los acordes y la rítmica del huayno, el bailecito, la cueca, tremolos, arpegios, adornos y repiques- da un amplio abanico de posibilidades que estructuraron metodológicamente
dos amantes del charango.



Durán -músico de trayectoria, con una larga vida en las filas de Inti Illimani- en los últimos meses ha dado a conocer su trabajo paralelo en el desarrollo de un instrumento que conoció cuando estudiaba ingeniería química en la década del sesenta en Valparaíso.



"En 1965 participé en la peña folclórica Porteña sirviendo empanadas y vino. Ahí llegó el charango a mis manos. Me emocioné al verlo tocado con sencillez por Violeta Parra. Entonces, comencé a consumir discos de Jaime Torres, Ernesto Cavour y del peruano Jaime Guardia. Luego, con obsesión y porfía del amor por este pequeño instrumento, me dirigí a su fuente: la región del altiplano andino", comentó en el texto el músico antofagastino.



En los treinta años de recorrido que lleva, Durán ha trabajado con los grandes compositores de las tradiciones musicales chilenas, como Lucho Advis, Sergio Ortega, Isabel Parra, en esa incansable búsqueda del sonido chileno, que construye una identidad latinoamericana.



En cambio, Italo Pedrotti, actual integrante del conjunto Entrama, es un joven músico que se ha empecinado en darle un sonido chileno al estilo del charango. Se confiesa enamorado del sonido del altiplano, llegando incluso a ir a encuentros internacionales de charanguistas. Él no creció en el auge de la música chilena, sino en plenos años ochenta con las consecuentes restricciones y connotaciones que tuvo la música de raíz folclórica.



"Me descubrí enamorado del charango mientras caminaba por un parque de Santiago tocando repetidas veces la introducción de La partida de Víctor Jara. Eran años difíciles, en que cualquier instrumento folclórico era asociado a una molotov. Jóvenes músicos aprendíamos escuchando grabaciones o mirando videos que llegaban desde el exilio", dijo Pedrotti.



Mientras Durán interpretaba por el mundo las melodías latinoamericanas más emblemáticas de la Nueva Canción Chilena, Pedrotti en Chile se lanzaba en conciertos de corte más selecto con música contemporánea. En un gesto irreverente ante la música de tradición clásico romántica invadió los escenarios con la tesitura, la sonoridad y la conmoción que transmite el color del charango. Se atrevió incluso a estrenar el Dúo concertante para guitarra y charango de Celso Garrido Lecca.



Los músicos unidos por una misma pasión estrecharon vínculos y templaron sus sonidos para trabajar en conjunto. Al principio incursionaron en una serie de recitales en conjunto y lentamente fueron ensoñando la posibilidad de hacer un disco, el que concretaron hace unas semanas. En el andar, en más de una oportunidad han compartido con grandes exponentes del charango, como Macario Panicahua, un campesino boliviano que les ayudó a comprender el legado ancestral de una práctica sonora propia del sur del mundo.



Ahora dan a conocer el esfuerzo voluntario de dos empecinados con enseñar a las nuevas generaciones la belleza de las melodías simples de un instrumento colorido y expresivo. Lúcidamente aportan al desarrollo organológico del continente, en un texto que rescata el estudio del charango citadino y no el campesino -que es propio de las comunidades indígenas- con una serie de ejercicios calibrados sistemáticamente en un paulatino desarrollo, que permiten llegar a la ejecución de esos clásicos temas de charango.



"Nos sentimos interpretados por Jaime Torres, gran charanguista argentino, cuando nos dice: ‘El charango emite mucho más que sonidos. Expresa vivencias riquísimas difícilmente explicables de los hombres y mujeres de las montañas’", comentaron.




Este nuevo aporte nace de la experiencia milenaria de un sentir andino, de hombres de corazón grande y gestos secos. Transmiten las voces de los antiguos habitantes de América con sus canciones y lamentos que vieron llegar a los españoles con la vihuela de mano, lo que en poco tiempo dio origen a un nuevo instrumento: el charango. Se afincó en la región de los abuelos aymaras y probablemente fue construido primero en madera y luego con la caparazón de un quirquincho, un pequeño animalito que se defiende en las montañas, como se ha protegido la identidad de una música que no sabe más que llegar directo al corazón.



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Horacio Durán: «La belleza de un instrumento no está en lo complejo» (24 de julio de 2001)




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