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Villafruela: El cubano que hace escuela de saxo en Chile

El saxofonista Miguel Villafruela y el percusionista Rodrigo Kanamori, lanzarán hoy un disco que registra una serie de composiciones chilenas para saxo y percusión.


El saxo y su sensualidad musical no fueron inventados hace tantos años. De hecho es uno de los instrumentos más nuevos de la orquesta. Fue creado en 1840 por Adolphe Sax para la música instrumental clásica, pero en el siglo XX se le asoció a la música popular, en especial el jazz.



«Se concibió para las bandas militares y orquestas sinfónicas y en el siglo XIX se escribieron muchas obras clásicas. El auge comenzó a partir del jazz en 1920 hacia delante y al contrario de lo que se piensa no fue uno de los primeros instrumentos del jazz. Los vientos típicos eran clarinete, trompeta y trombón. Luego, comenzó a usarse por los clarinetistas y se hizo popular en el jazz», contó el músico Miguel Villafruela.



Hace casi diez años que Villafruela fundó la cátedra de Saxo en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Llegó desde Cuba a hacer escuela, pues antes de su llegada en el Conservatorio no había maestro en esa cátedra.



No contento con haber creado el cuarteto de saxofones que grabó el año pasado, Saxofones en Latinoamérica y con preparar alumnos y repertorio junto a otras agrupaciones instrumentales, lanzará hoy el disco que registra una serie de composiciones chilenas para saxo y percusión ejecutadas por él y Rodrigo Kanamori, que se presentará hoy, en la Sala Isidora Zegers.



El dúo Kanamori-Villafruela, además, de la reciente grabación representará al país en el XVI Festival de Música Contemporánea de La Habana, Cuba, que se realizará del 1 al 9 de octubre próximo. Tiempo atrás juntos presentaron Divertimento para marimba y saxofón alto del japonés Akira Yuyama y ahora aportan con Secuencias, Saxofones y Percusiones, un compilado de creaciones, que incluyen las obras de Juan Orrego Salas, Alejandro Guarello, Fernando Carrasco y Eduardo Cáceres, entre otros compositores de la escena criolla.



«El disco nació como un proyecto de creación artística que me gané en 1989, del Departamento de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, que consistía en encargarle a autores chilenos obras para saxofón y percusión», dijo.



«Son obras hechas por compositores clásicos con autores vivos de distintas generaciones desde Orrego Salsa nacido en 1919 hasta Carlos Zamora que nació en 1968», agregó.



El detalle



El registro incluye: La última de las creaciones de Juan Orrego Salas, Secuencias Op. 120, una pieza de un movimiento desarrollada en una sucesión de episodios que van desde lo convulsivo al reposo absoluto.



«Es una obra muy interesante porque usa un set de percusión muy grande donde el saxo tiene un tratamiento más clásico», comentó Villafruela.



La obra más contemporánea del disco es, Vikach I, de Alejandro Guarello, compuesta en el 2000 por encargo de Charles Ives, lo que coincidió con la petición de Villafruela y Kanamori. Es la primera de Guarrello creada para saxofones alto y soprano, marimba, vibráfono, parches y platillos que combina diferentes secciones en sonoridades homogéneas y contrastantes.



«Hacia el final, el saxofón es utilizado a modo de cadenza, a través de variados recursos muy habituales en la escritura contemporánea del saxofón», explicó Guarello.



«El resultado es un discurso musical articulado a partir del material sonoro mismo, producto de un juego dialéctico entre el propio compositor y la obra en composición» insistió.



Orión y los 4 Jinetes, de Eduardo Cáceres deja sentir elementos de la música mapuche y del jazz. «El primer jinete plantea una disyuntiva entre las tradiciones de dos músicas que han estado fuertemente representadas por los instrumentos en cuestión. Por un lado, el saxofón y el jazz, y por el otro, la música indígena de Latinoamérica y la percusión de tambor. El segundo es un desafío técnico para el saxofón que debe realizar pasajes con mucha rapidez, interrumpidos abruptamente por la percusión. El tercer jinete es un desafío inverso: ahora es el percusionista el que debe producir un murmullo resonante de frecuencias muy bajas en la marimba, de manera de producir una ondulación permanente, mientras es el saxofón el que interrumpe. Y el cuarto es una danza a todas luces, con un desenfreno por parte de ambos instrumentos… Es la integración definitiva de tradiciones musicales que llevan caminos separados en nuestra cultura», fueron las palabras de Cáceres.



Tres Movimientos, de Carlos Zamora abunda en reminiscencias andinas, en especial en el lamento andino del segundo movimiento y el uso de la escala pentáfona. Esta obra va a los orígenes de la música popular, en especial de la nortina.



Se suma la pieza de Tomás Lefever, Trayectorias, con una buena dosis de percusión, en la cual un solo intérprete debe tocar platillo suspendido, triángulo, tres gongs, caja clara y bombo, lo que Lefevre resuelve a través de una sucesión.



K.V.C de Fernando Carrasco en un solo movimiento:»Toma en cuenta la relación atávica de ambos instrumentos saxofón y marimba- con el mundo de la música popular. Es así como están presentes ritmos y giros melódicos de la música folclórica latinoamericana y del jazz», aclaró el artista.



El aporte discográfico viene a complementar el repertorio del lenguaje clásico-contemporáneo en que algunos compositores usan raíces populares y otros prefirieron acercarse a lo jazzístico.



Sea música docta, selecta o clásica ante todo es música y de la nueva horneada de creadores nacionales. «Es música contemporánea compuesta por compositores chilenos. El lenguaje es universal. Eso sí, está hecha por compositores de distintas generaciones. Son todas obras en el estilo contemporáneo», precisó Villafruela.



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