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Berlín recuerda su fructífera relación con Arnold Schoenberg

La Academia de las Artes de la capital alemana conmemora estos días con conciertos, una exposición y un simposio el cincuenta aniversario de la muerte del músico vienés Arnold Schoenberg (1874-1951), quien compuso en Berlín algunas de sus mejores obras.


«La esfera de influencia de Schoenberg en Berlín no se limitaba a la Academia prusiana de las Artes, donde daba clases, sino que alcanzaba a todo el mundo artístico berlinés en general», explica Frank-Michael Beyer, director de este centro.



La actividad docente del revolucionario creador de la dodecafonía al frente de la citada academia corresponde al último de sus tres periodos berlineses, que terminó bruscamente cuando el nuevo gobierno nacionalsocialista de 1933 le expulsó de esta institución.



Como protesta contra los nazis, Schoenberg se convirtió a la religión de sus ancestros, el judaísmo, después de haberse educado como católico y pasarse al protestantismo a los dieciocho años.



Pero antes de eso, Schoenberg había pasado desapercibido en Berlín. En 1901, a la edad de 27 años, debutó en la ciudad como director de coro del cabaré «Ueberbrettl» y durante los dos años siguientes dio clases en el conservatorio Stern’schen, puesto que consiguió gracias a Richard Strauss.



La exposición que puede verse a partir del próximo domingo en Berlín permite, a través de partituras y papeles manuscritos, fotografías y documentos oficiales, conocer con detalle los primeros años de Schoenberg en la ciudad.



El «Ueberbrettl», el citado teatro de variedades, situado en la Alexanderplatz y concebido a imagen y semejanza del parisino «Chat noir», inspiró a Schoenberg la serie de canciones «Brett-Liedern», una de las cuales -«Nachtwandler»- fracasó en su estreno por la falta de virtuosismo del trompetista que ejecutó el solo.



En esa misma época, cuando el músico aún no había obtenido en Viena el reconocimiento que después se le otorgó, procede el poema sinfónico -género que cultivaría con frecuencia y que, a su manera, revolucionaría- «Pelleas und Melisande».



El músico había llegado a Berlín con su primera mujer, Mathilde, hermana de su mentor vienés Alexander Zemlinsky, cuando la capital prusiana, en plena expansión, atraía como un imán a artistas de toda Europa, entre ellos muchos vieneses.



Entre ellos figura Franz Schrecker, director del Conservatorio de Música de Berlín en los años veinte, y el único compositor que, hasta la prohibición de sus obras por los nazis, fue considerado en Alemania como la única alternativa a Richard Wagner.



La rehabilitación de Schrecker, amigo de Schoenberg y con las mismas raíces judías que éste, tuvo lugar el pasado lunes con la puesta en escena de su ópera «El sonido lejano» en la «Staatsoper Unter den Linden» de Berlín.



Fue tal la «emigración» de vieneses a la capital alemana que el escritor austriaco Karl Kraus hablaría de una «sistemática exportación de alimento espiritual austriaco a Alemania».



Prueba del reconocimiento y la libertad creativa de las que gozó Schoenberg en Berlín es el surgimiento de algunas de sus obras más celebradas, como son el «Pierrot Lunaire» -basado en una obra de Albert Giraud-, las «Variaciones para orquesta opus 31» y su ópera «Moisés y Aarón», famosa por su enorme dificultad técnica.

Los conciertos de homenaje a Schoenberg previstos en Berlín ponen el acento en sus discípulos menos conocidos, como es el caso de Norbert von Hannenheim, Nikos Skalkottas, Erich Schmid -el único que aún vive- y Roberto Gerhard, un suizo-español que le acogió en 1931 en Barcelona, donde pasó una temporada por motivos de salud.



El programa musical Schoenberg comenzó a mediados del pasado mes de septiembre en la Filarmónica de Berlín, concierto dirigido por el británico Simon Rattle y presentado como parte del programa cultural de inauguración del nuevo Museo Judío.



Algunos de esas manifestaciones musicales serán objeto de varias conferencias, las cuales se celebrarán entre el próximo día 29 y el 1 de diciembre, mientras que el simposio, dirigido por Heinz-Klaus Metzger, lleva el título de «Escuela, originalidad y epigonismo».



La exposición incluye también varios autorretratos de Schoenberg como muestra de su faceta de pintor, desarrollada a partir de 1907 y alentada por su amistad con Vassily Kandinsky.

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