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Tiemblen todos, viene Charly

Charly García será el plato fuerte del cierre de la Caravana por la Vida y la Justicia. Llegará a Chile, y eso sumado a un historial aparentemente contradictorio podría tener nervioso a más de alguno. Es que con Charly nunca se sabe qué sucederá, cuáles son los límites de la creación o hasta qué punto se puede llegar con la representación de la hipocresía.


Instituciones, Los Dinosaurios, No bombardeen Buenos Aires, Inconsciente colectivo y Yo no quiero volverme tan loco son canciones antológicas de ese repertorio forjado en la cabecita del Charly García. Aunque tal vez a estas alturas se merecería un Don Carlos, porque acaba de cumplir 50 años de edad, es decir, una buena parte del camino andado. Aún así, no piensa jubilarse de estrella y dale que dale con seguir armando bandas de rock y con cantar canciones nuevas o antiguas, que no son canciones viejas como alguna vez en Chile lo hizo ver.



A sus siempre polémicas incursiones en temas políticos y sociales, que de tan entusiastas y poco rigurosas quedan -para el ojo poco entrenado- anuladas por la aparente contradicción, se suman innumerables extravagancias. Y como muestra, un botón: No tuvo reparo en apoyar a las Madres de la Plaza de Mayo y luego abrazar al almirante argentino Isaac Francisco Rojas, reconocido por su apoyo a regímenes autoritarios.



Mucho antes, y sólo por recordar, cuando Carlos Alberto García Moreno (Charly) formó parte de Sui Generis, cantaba con la poli en las puertas del Luna Park y animaba a los chicos con un: "¡Vamos!, ya vendrán tiempos mejores", que quedó registrado en el disco del Adiós a Sui Generis. Luego, durante la guerra de las Malvinas clamaba: «No bombardeen Buenos Aires, no nos podemos defender». Se dijo que lo pedía porque él habitaba en ese puerto y no por una especial sesibilidad por el conflicto.



Hace poco estuvo en cana, cuando se enredó en amores con una colegiala de 17 años. Dio puntapiés al padre de la chica y a dos policías que intentaron calmarlo. Pasó la noche en la comisaría y se le inició una causa por «lesiones leves y resistencia a la autoridad». Fue liberado y tan campante comentó: «Estoy superbién. Pasé toda la noche en cana y nada más. Lo que te digo es que la cárcel sigue igual que siempre». Y agregó: «Ahora no quiero hablar de lo que pasó anoche (por la noche de la pelea) ¿Sabés qué? Nadie me acusó de nada. Y me puede perjudicar si digo algo».



Después de ese episodio fue detenido por agresiones a un fotógrafo en Rosario y trasladado al Departamento Central de Policía. El subcomisario, que participó del procedimiento en el que se detuvo al peculiar músico, sostuvo que sobre García pesaba «un pedido de captura por rebeldía», librado por un juez de la provincia de Santa Fe.



Y cuando uno de los periodistas presentes ese día le preguntó qué iba a hacer si llegaba la Policía a buscarlo, pensó unos segundos y luego contestó: «Le digo: ‘hola, que tal, pasá y vamos a tomar unos mates’. ¿Qué voy a hacer?».



Ante ojos maternos pareciera todo esto no son más que arrebatos de un adolescente, pugnando por diferenciarse de sus padres. Pero él ya no es un nene, es Charly, un ídolo, un creador permanente, el papá del rock, así cante o no.



Para seguir, en octubre de 1988, participó en el festival «Derechos humanos de Amnistía Internacional», que cerró su gira mundial en el estadio de River poblado por 60 mil personas y que contó con las actuaciones Peter Gabriel, Sting y Bruce Springsteen, entre otros. Luego, como si nada, le cantó a Carlos Menem en la residencia de Los Olivos, donde hizo el disco Charly en Los Olivos, uno que tuvo escasa distribución en la Casa Rosada, donde Don Carlos fumó los habanos que manda Fidel Castro y tomó champagne sin pudor.



A fines de los noventa, la otra "genial" idea que se le ocurrió fue arrojar muñecos a un río desde helicópteros durante la realización del recital "Buenos Aires vivo", organizado en homenaje a los detenidos desaparecidos. El quería recordar como se lanzaban los cuerpos durante la dictadura y la polémica estalló: «¿Ché pero cúales son los límites de la creación artística?», decían en tierra transandina.



Fue Mercedes Sosa -su gran amiga- quien logró persuadirlo de que su idea no era de lo más «adecuada», y aunque él nunca ha sido «adecuado», esta vez escuchó a Mercedes.



"Carlitos, ponéte las pilas y sacá eso del show. Me parece peligroso, debo decirte que no lo hagas, que no está bien. Nadie se olvida de las ejecuciones de los desaparecidos. Te lo puedo asegurar, ninguna madre se olvida de la muerte de un hijo, de un hermano, nadie se olvida cuando desaparecieron de esta manera", le dijo la cantante al bigotudo bicolor.



Sin control



Con tales datos los organizadores de la "Caravana por la Vida y la Justicia" podrían estar nerviosos. No porque no vaya a venir o no cante, sino porque podría largarse del auto en el camino a Santiago con una rubia, morena y pelirroja. O porque podría pedir cita con la prensa a la medianoche -como ya lo hizo una vez-, o podría ir y abrazarse con quienes su público no espera que se abrace. En todo caso, y como recomendación, es mejor alojarlo en un primer piso para que no se lance. Tampoco está de sobra anotar el teléfono móvil de La Negra, por cualquier eventualidad creativa que tenga, y como para que Charly cuente con alguien que lo oriente un poco. Nadie sabe que fechorías hará, pero se puede predecir que dirá: Say no more, say no more y say no more.



Cabe recordar que la última vez que vino al país -en junio de este año- todo fue pérdida para quien lo trajo, Miguel Piñera: No abordó los aviones a propósito, vino para tocar dos noches y se quedó más de una semana y la cuenta del hotel se elevó a alturas mayores que los siete pisos, desde donde alguna vez se lanzó a lo superhéroe impulsado por ese sentimiento puro, noble y abrazador que le inspiraba la colegiala antes mencionada.



Este mediodía llega al país. Viene para cerrar el recital de la "Caravana por la Vida y la Justicia", que se realizará mañana martes a partir de las 19 horas en el Estadio Nacional. Allí compartirá el escenario con la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, Illapu, Mamma Soul, Sol y Lluvia, Transporte Urbano y los cantantes Marcelo Ricardi y Francisco Pancho Villa.



"La Caravana Por la Vida y la Justicia" hizo el mismo recorrido que el general Sergio Arellano Stark en 1973, quien encabezó la Caravana de la Muerte y por lo que está sometido a proceso el general (R) Augusto Pinochet.




"Fue una jornada exitosa. Llenamos estadios, gimnasios, anfiteatros. En todas las ciudades hubo manifestaciones de cariño y solidaridad. Realmente nos dimos cuenta que la verdad, memoria y justicia no es sólo patrimonio de las organizaciones de derechos humanos, sino que de gran parte de la ciudadanía, lo que nos confirma el hecho de que este gran esfuerzo será recompensado y ratificado en un lleno total del Estadio Nacional el próximo martes", afirmó satisfecho el abogado de DDHH Hugo Gutiérrez, coordinador de la Caravana por la Vida y la Justicia.





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