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Festival de Viña: Oreja y rabo para España

En un Festival donde habían primado los grupos y guitarras, la última noche revirtió la tónica con la reivindicación de los solistas y las baladas. Por su parte, Memo Bunke no logró imponer con éxito su rutina, mientras que la presentación de Sandy & Junior fue una notable demostración de lo que es un producto comercial. Pura pirotecnia, pura parafernalia, que ni con las cuarenta toneladas de equipos pudo seducir al monstruo.


Con Ricardo Montaner, que abrió los juegos, y Luis Jara, el Festival de Viña del Mar volvió a mostrar su cara más habitual. Porque lo cierto es que los días previos había llamado poderosamente la atención la primacía de grupos por sobre los solistas, y el rock por las baladas. Y ello tuvo como consecuencia que haya sido ayer fuera el día con mayor sintonía y con el peak del evento gracias a los 66 puntos que logró Jara con su actuación.



La propuesta de Canal 13 había sido interesante, pues con la presencia de Los Prisioneros o Charly García dejó la impresión que las cosas están cambiando, y para bien, en la estación del angelito. Pero la jornada de ayer, que fue la única que se transmitió en directo a varios países del continente, no era de ensayos, por lo que se volvió a la normalidad. Tal vez la única salida de madres fue la presencia de los protagonistas de la próxima de la archi promocionada teleserie del 13 en la abertura. Esperable, mas una desubicación tremenda para lo que se supone que es un evento musical, aunque en realidad sirvió para confirmar que el Festival es un programa televisivo más que lo que se supone que es.



Marcado por el extenso monólogo plagado de anécdotas que el año pasado había sostenido con el público, Ricardo Montaner se subió al escenario con las restricciones del caso. Y se lo tomó con humor, pues para suplir la "amenaza", el venezolano acudió a distintos carteles que tenía preparado y en los que tenía estampadas frases como "no me dejan hablar" o "esta noche no tocaré menos de 4 horas".



Siguiéndole el "espontáneo" juego, Vodanovic colocó un reloj bastante chanta en el que iba adelantando exageradamente el tiempo para comprobar si Montaner tocaría las cuatro horas.



Tallas más, tallas menos, el cantante este año se concentró en sus canciones y, como era de esperar, conquistó a las 15 mil personas que llegaron a la Quinta, quienes corearon cada uno de sus temas. En la hora y diez minutos que estuvo en el escenario, Ricardo Montaner ratificó lo que se sabe de él, con un espectáculo impecable. Antorcha de plata y de oro. El primer artista extranjero en obtener ese logro. Y con la gaviota entró de frentón entre los pocos que alcanzaron tan ansiada distinción.



¿Merecida? Claro, porque el público la pidió, aunque debemos reconocer que alguien que viene dos años consecutivos es como mucho. De todas formas, uno de los grandes espectáculos de esta versión del Festival y tal vez la más cercana a lo que tradicionalmente se espera encontrar en este tipo de certámenes. Para el bronce, la dedicatoria de la gaviota: "La llevo a Venezuela para que llegue la paz. ¡Viva Venezuela libre!". No coments.



La gran noche de Luis Jara



Que Luis Jara está pasando por la mejor etapa de su carrera no hay dudas. Pero que iba a tener el éxito que anoche tuvo en la Quinta, no era algo que fuera tan esperable. Más aún cuando tuvo que comenzar con un público que seguía pidiendo a Montaner. Sin embargo el oficio, la llegada que tiene con la gente y, sobre todo, por su calidad, pudo conquistar al respetable que estaba en Viña y a los que lo siguieron por televisión, porque su actuación tuvo el peak de sintonía del Festival con 66 puntos.



Amor prohibido y Un golpe de suerte fueron cantadas por el público con el mismo entusiasmo que momentos antes lo había hecho con el venezolano. Y Mañana, su último single, definitivamente consagró su espectáculo. Un triunfo total que fue sellado con las dos antorchas y la gaviota, triunfo que también se anotó Canal 13, pues el cantautor nacional es la flamante adquisición de la estación de Eugenio García.



Luego de la presentación de las canciones finalistas de la competencia internacional vino el turno de Memo Bunke. Mal no le fue, pero bien tampoco. De todos modos, el cantante-humorista demostró un tremendo oficio, puesto que la agilidad de su rutina no dio tiempo para los bajos de su actuación, que en un principio fueron más que los altos, dieran pie para las pifias.



El viñamarino, que quiso sacarse el estigma de la mosca, mezcló música e imitaciones con algunos chistes, no muchos, los que de a poco fueron calentando una cada vez más fría Quinta Vergara. Lo anterior y el promedio de 54 puntos de sintonía -el más alto de todo el Festival- no bastaron para que consiguiera la tan esquiva antorcha para los comediantes, lo que causó cierta molestia a Bunke quien responsabilizó a la organización por el escaso tiempo que él y sus colegas tuvieron en el escenario.



La gaviota voló a España



La competencia internacional tenía a dos grandes intérpretes: España y, sobre todo, Estados Unidos. Sin ésta en carrera, por la pésima decisión del jurado, Gisela y su tema Este amor es tuyo tuvo el camino allanado para ganar el certamen.



De esta manera, la española obtuvo los 30 mil dólares como mejor canción y 10 mil más como mejor intérprete. Visiblemente emocionada, la cantante se despidió -posiblemente para siempre- del escenario con su canción, la que en el coro fue seguida incluso por más de algún espectador en la galería y platea.

Antes de conocerse el veredicto, el Festival fue espectador de lo que es un verdadero producto musical. Comercialmente hablando, lógico, pues Sandy & Junior, que contaba entre sus palmares haber vendido 13 millones de discos -recuerde que en Brasil viven más de 130 millones de habitantes- lo hicieron todo para venderse.



Con tanta ilusión venían que a pesar que estaba contemplada una participación breve que hipotéticamente podía extenderse dependiendo de la recepción del público, trajeron desde Brasil 40 toneladas de equipos.



Las dos pantallas gigantes y el gran número de bailarines no causaron la más mínima reacción de la gente, por lo que permanecieron sólo 18 minutos en el escenario. De todos modos, un reconocimiento a su sello por habérsela jugado de esa forma, pero un fiasco absoluto en lo musical y lo económico, porque tanta pirotecnia, tanta parafernalia, -¡tanto billete invertido!-, de seguro no retornará a las arcas de la compañía que los distribuye y promociona. No alcanzó para fiasco porque tan malos no son y la plata a veces ayuda bastante.



Como anécdota quedará, si alguien se acuerda, que los últimos en tocar en la XLIV edición del Festival fue Los Ilegales. Un cierre movido, pero poco esperado por la gente en general. A find de cuebtas, el término de un evento que se dice el más importante en su estilo en Latinoamérica se merece algo más que melodías pegajosas. ¿O no?

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