Publicidad

Crónicas Cínicas XXX

Está empezando a oscurecer. Por la calle Meced, el Gordo, Murillo y Laura se dirigen, esquivando la gente, a la peluquería de don Atilio Jaque, un viejo peluquero, que a pesar de sus 78 años -y 64 de oficio, como él siempre dice- no le hace asco cortarle el pelo a los jóvenes, a pesar de los excéntricos pedidos que hacen punks, modernos o hippies que viene a darse un corte en su peluquería, atraídos por la paciencia y maestría del viejito, pero sobre todo, por las 6 gambas de un corte normal y


Los tres vienen de ver Las Horas y acompañan a Murillo que ha decidido cambiar de look, cortándose al rape los largos rizos rubios que lo caracterizan desde hace muchos años. Cuando entran a la peluquería cachan que hay varios clientes esperando ser atendidos por don Atilio. Se puede ver a un gallo con cara de milico o guardia de seguridad al que le están cortando el pelo corto, esperan el turno una minita de ojos bonitos que quiere repasarse la pelá y una pareja de punks, ella con el pelo azul y el con un mohicano rojo, que conversan tonteras para hacer hora.
Los chicos saludan y se sientan al lado de los punks.
El Gordo le habla a Laura mientras Murillo ojea una vieja revista Estadio que hay sobre una mesita:
-Has estado callada todo este rato ¿y? ¿qué te pareció la peli?



Laura le contesta desganada;



– ¿Qué querís que te diga? ¿Que me gustó?



El Gordo la mira sorprendido por la respuesta y le dice a la defensiva:

– O sea no sé, yo la encontré buena, pero como es una peli con un gran despliegue de sensibilidad femenina, pensé que tenías otra opinión a la mía o algo que decirÂ…



Laura lo mira con una sonrisa, como no queriendo ofenderlo y le dice cariñosa



– ¿Así es que la sensibilidad femenina es sólo patrimonio de la mujeres? ¿ah? Mi Gordo, este tipo de pelis sirve justamente para entendernos entre géneros, las mujeres aquí mostramos las cartas, así como los niñitos muestran las de ellos en todas las películas de James Bond, por ejemploÂ…



El Gordo reacciona dolido ante la ironía de ella:



– No podís ser tan reduccionista, Laura, la sensibilidad masculina es muy distinta a la parodia de macho que es James Bond. Lo que pasa es que ustedes, como género oprimido en el modelo de pareja victoriano que nos rige, han desarrollado un discurso más articulado, y esta peli es un desglose de ese discurso, y en ese sentido te preguntaba, ¿ya?



Murillo antes que Laura conteste, deja la vieja revista entre el montón de Vanidades, Para Ti y Penecas, que don Atilio tiene sobre la mesita desde los años 50 y les dice a los dos:



– Déjense de pelear y hablen en serio de esta gran película, que tiene actuaciones memorables de la tres protagonistas y una estructura inteligente que nos permite seguir los temas sin perder el hiloÂ…



Laura culposa por su maledicencia con el Gordo, contesta al desafío de Murillo con gran entusiasmo:



– Tiene tantas cosas que una puede decir, su estructura es tan modernista como lo era el empeño literario de Virginia Wolf, la manera inteligente en que el guión evade la narrativa lineal, evade también la psicología de causa-efecto en los personajes. Esta estructura arma una elegante malla de imágenes, incidentes y textos en la cabeza del espectador. Es asombros, es muy parecido al efecto de leer Las Olas o Mrs. Dalloway de la WoolfÂ…



El Gordo entusiasmado por la inteligencia de su mina, ayuda metiendo la cuchara:



– Sííí, la peli muestra cómo la sensación de malestar psicológico que invade a estas tres mujeres cuando se topan con la intimidad de la muerte es claramente un estado del alma, indefinible como toda Cosa Mentale , pero aún así hace que las vivencias sean tan memorables, que, a pesar del medio que las protege, las impulsa a la muerte o a un radical cambio de vida. Es como un letal desajuste existencialÂ…



Murillo tercia para no quedarse fuera de la conversación:



– La implicancia del contenido de esta peli es enorme, son tres periodos históricos distintos -los 30, los 50 y hoy- de la sociedad , son tres mujeres protegidas, queridas, regaloneadas, y liberadas en el caso de la Woolf y Clarissa, (la Meryl Streep), pero igual son depresivas, frágiles y suicidasÂ…



El Gordo inseguro, plantea



– Por eso yo le preguntaba a la Laura que le parecía, desde la sensibilidad femenina, quiero decirÂ…



pero Murillo insiste en terminar la idea:



Â…lo que quiero decir es que pareciera que éste es un tema de las mujeres y que con el han constituido un discurso al respectoÂ…



La Laura, que ha estado callada, le contesta con sorna:



– ¿Y de los hombres no? ¿O sea que el vacío existencial es pura cosa de mujeres tontas? Lo que pasa es que estamos frente a un texto en el que las protagonistas son mujeres. Pero es un problema del género humano, no se confundan niñosÂ…y no tienen que andarse con tanto cuidado cuando hablan de nosotras y de nuestros rollos, ya no estamos a la defensiva como antes, estamos totalmente conciliadas con nosotrasÂ… es verdad que en los últimos decenios las mujeres hemos venido constituyendo un discurso, pero es pa balancear las cosas y también como una práctica sana de mirarnos introspectivamente como géneroÂ…



Cuando Laura está terminando su discurso, al lado de ella, como para acentuar lo que está diciendo, se escucha un tremendo cachuchazo: la Punk le ha pegado un chopazo al cabro con el mohicano rojo. La mina le alega vociferando que cómo es eso de que se gastó la plata, que qué se cree el concha de su madreÂ… que resulta que ahora ¡no hay plata pa cuidarse el pelo! y todo porque ¿el perla se pitió el billete en unas chelas?. El cabro, achunchado le dice que él se sacrifica, que se recorte ella no más con don Atilio, que pa uno alcanza con dos lucas. Y agrega generoso, que pa eso la quiere y que se sacrifica por amor. La Punk, enternecida, lo abraza y le dice que ¡ese sí que es su mino!, terminando la reconciliación con un calugazo como colofón.



Los tres miran la escena divertidos, luego el Gordo pregunta:



– ¿Vieron El Americano?



Murillo y Laura niegan con la cabeza, dejándole al Gordo la pista libre para que les diga que le pareció:



-Bueno, es una adaptación del Americano Quieto de Graham Greene, la famosa novela escrita en los 50 en el Viet Nam francés, pero a diferencia de la de Las Horas donde hay un esfuerzo notable por articular en la estructura y en el texto los orígenes literarios del guión, acá solo es una transcripción bastante plana de la novela original. Ahora, es verdad que Graham Greene no es la Virginia Wolf, en el sentido de sus intereses literarios, el señor Greene es un entretenido contador de historia, muy popular en su época.



-Igual la película tiene una soberbia actuación de Michael Caine y de la actriz Vietnamita Do Thi Hai Yen y una dirección eficiente y refinada, pero uno al verla no puede dejar de sentir que esas historias lineales, con un conflicto típico -triangulo amoroso- en tierras exóticas, con buenos actores y buena producción, ya no satisfacen. Uno ve venir de lejos la trama, desde el comienzo ya se sabe que uno de los dos actores que están compitiendo por la mina, se va a ir cortado y eso, ese estilo de narrativa de conflicto central típico, ya a estas alturas aburren, las pelis se ven anticuadas y fomesÂ…



Laura tercia en la conversa:



– Claro, uno quiere o velocidad o asombro cuando en la pantalla hacen creíble lo inverosímil o por último, si uno anda más arti, uno quiere a personajes de gran densidad o estructuras narrativas sorprendentesÂ…¿pero un triángulo amoroso? Yo cacho que es como fome ¿o me equivoco?



Murillo mete la cuchara:



– Siii, pero no es necesariamente así, hay historias simples que pueden ser sorprendentes ¿o no? ¿Te acordai de Una Historia Sencilla de Lynch?



Laura lo queda mirando muerta de la risa y le dice:



– Qué ¿que encontrai que el personaje de Lynch no tiene densidad?, ¡por favor Negro! Esa peli es lo más compleja que hay, habla del ser humano, de la cultura del esfuerzo, de la dignidad humana, es una tremenda peliÂ…



El Gordo se mete para que el Negro no se agarre con la Laura y continua con el mismo tema, sin hacer caso a la disputa:



– Lo que sí es entretenido es que el tema de fondo del argumento, es el naciente desarrollo del imperialismo yanqui en Indochina, que terminó después en la guerra de Viet Nam y que ahora nos tiene pegados a la tele con la segunda guerra del GolfoÂ…



Murillo va a hacer un comentario, para seguirla con la Laura, pero don Atilio lo llama para cortarle el pelo. El Negro va y se sienta en el sillón del viejo peluquero. El caballero le pregunta:

– ¿Cómo le corto joven?



El Negro muy seguro, le dice:



¡Al rape don Atilio! ¡Al rape!



Mientras Laura ve caer al suelo los bucles dorados del Negro, le pregunta curiosa al Gordo:



– ¿Oye Guatón?, ¿porqué le dicen Negro a Murillo?



El Gordo riendo le contesta:



– Porque no todo lo que brilla es oro, mi amorÂ…





* Luis Mora, realizador, comentarista y profesor de cine.
__________________




Crónicas Cínicas anteriores

Publicidad

Tendencias