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Babasónicos: «El rock tiene que ser una traición»

El líder la banda under de visita en Chile conversó con El Mostrador.cl, horas antes de subir al escenario en un repleto Teatro Providencia, en el que demostraron por qué Babasónicos tiene a este lado de la cordillera un público fiel y militante que celebra cada jugarreta de un grupo único en su(s) género(s).


Hay bandas que se sobreponen a los típicos circuitos de difusión -prensa, radios y canales de videos- y son capaces de trascender fronteras a través de canales subterráneos y casi secretos. Babasónicos es una de ellas. Casi como una corriente oculta, esta banda argentina ha logrado posicionarse en Chile desde fines de los noventa como puntales del circuito musical alternativo.



El sexteto goza -o quizás padece- de una capacidad camaleónica para tomar cualquier influencia, desde el sonido pop más comercial, hasta el más satánico metal, pero siempre enfundados en un glamour arrogante y artificial.



"Esto no es en serio. El rock es puro entretenimiento. Serio me puedo poner cuando hablo, pero después lo demás es entretenimiento", reconoce el carismático líder y vocalista de la Banda, Adrián D’Argelos, oculto tras unos enorme anteojos oscuros que al momento de sacárselos demuestra que ha tenido una noche breve.



En la terraza de un hotel del sector oriente, Adrián conversa con El Mostrador.cl. Se le ve contento de pagar la vieja deuda de regresar a Chile a presentar su último álbum Jessico, producción que ya tiene más de una año de publicación y que fue elegido como el mejor disco del 2002 por la prensa trasandina.




El músico asume que en Chile cuentan con una militancia comprobada de sus seguidores y así quedó demostrado en las más de mil personas que el miercoles coparon el Teatro Providencia para ver el único show de Babasónicos en Santiago. Sin embargo, D’Argelos no se complica con el cuento de "deberse a un público"; no creen en responsabilidades siendo él un rockstar. "El rock tiene que ser traición. El público espera de mí traición y se divierten con eso", asegura.



– Sin embargo en Chile el público que te sigue es muy fiel, independiente de la difusión y lo que aparezca en las radios, y supongo que lo has notado en los conciertos…
Es un logro rarísimo. El sábado hicimos un show en Obras (Buenos Aires) y en un momento, vi desde el escenario a los que estaban en primera fila y había personas que nos han seguido desde antes que saliera el segundo disco. Ellos llevan ya viendo 11 años de shows. Es impresionante que sigan disfrutando de una banda. Normalmente vos crecés y las bandas se quedan atrás. Me sorprende que seamos un grupo que ha conservado hasta el primer público.



Autoconcepto épico



Originarios del barrio porteño de Lanus, y con más de 12 años de carrete en los escenarios, tomaron su nombre de una extraña fusión del gurú Sai baba y los futuristas dibujos animados Los Supersónicos. Resultado: Babasónicos. Una banda capaz de conjugar los diversos estilos, enchapados en los códigos del veteranos Rock and Roll.



"Babasónicos son unos buscadores de estilos y de cierta forma bucean estéticamente por todos lados, y esa pasión y ese compromiso que lo hace como una campaña épica romántica de la búsqueda de la belleza ha sido como una especie de paraíso de muchos amantes de la música, y por eso quizás hemos sobrevivido y estamos siempre en alguna búsqueda que es sin pavadas, nos metemos de lleno en las instancias de la música". Sostiene seguro y casi libreteado Adrián. Nada mejor que una autodefinición.



"Me gusta la actitud de rock más hijo de puta y que tiene una sutileza de la música pop que es un factor comunicacional muy importante", agrega.



– Y en esos coqueteos con el pop, ¿cómo haces para no contaminarte con tanta tontera que circula por los circuitos comerciales?
Trato de ser súper incorrecto. Tener una visión muy crítica de la realidad y por otro lado de disfrutar con el caos y tratar de entender los cambios primero que nadie. Babasónicos hizo una gran carrera diciéndole a todo que no. Quieren hacer esto? Quieren ganar más plata? No, no tengo ganas de eso, no tengo ganas de trabajar. Sólo hicimos lo que queríamos. Pero por otro lado, no le dijimos que no a ninguna influencia de música popular, y en ese contradicción radica lo que es Babasónicos: crear mundos nuevos, trabajar con la vergüenza y que no te dé vergüenza nada. Al trabajar con nuestra propia vergüenza pudimos arriesgarnos a hacer música que no sospechábamos que podíamos hacer.




Esa desvergüenza queda de manifiesto en sus videos donde representan rituales pseudo satánicos ridiculizados, viajan a los años ochenta, se visten de desfachatados en un curioso road movie y mezclan sin pudor lo porno con los barroco.



"No nos da vergüenza nada. Ni el extremo de lo ridículo ni de lo elegante ni de la pobreza. Todos son factores que podemos conjugarlos, pero con los estilos de música. No nos da vergüenza ni los boleros ni el heavy metal ni la balada. Como ya perdimos todo, podemos volver a tener alegría nuevamente".



-¿Por qué dices que perdieron todo?
Porque no nos dio miedo el vértigo. Si en un momento creímos que teníamos que hacer black metal, en un mundo pop donde no se nos podía como black metal porque seguíamos tocando para el mismo circuito. Ahora nuestros shows son más atmosféricos. Pero depende vamos y volvemos de un estilo al otro. Depende de cómo regulamos las endorfinas. Tiene que ver con no dejar que el público se acostumbre a nada.



-¿Qué pasa con ese glamour que proyectan, cuando viene de un país sumido en una crisis?
En millones de otras cosas soy reflejo de Argentina, cuando tengo que tener una actitud política, un discurso sobre la realidad inminente del país, la tengo. Pero la representación del entretenimiento tiene que ser en el alto grado del delirio, que le falta el respeto al sistema político. No queremos estar involucrados en ese decadencia. Les estamos faltando el respeto a cada rato, así que nuestra imagen sobrevuela todo eso. Pero hago eso porque es la forma de deteriorar el orden establecido, llenándolo de significados obtusos. Es la única subversión que no pueden detener. El caos. No saben cuál es mi plan, no me pueden detener.

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